Pedro Bueno, el artista del equilibrio
La exposición conmemorativa del centenario del nacimiento del pintor de Villa del Río muestra a partir del próximo viernes un centenar de obras en el Palacio de la Merced y la sala Cajasur-Gran Capitán
El equilibrio entre la más selecta tradición y los valores vigentes en la contemporaneidad es uno de los planteamientos centrales del ideario creativo de Pedro Bueno (Villa del Río, 1910), pintor de honda formación, conocedor de la gran pintura europea y del que la crítica destacó siempre la elegancia con que recrea sus figuras, un sello de exquisitez que proyectó en todas sus etapas. Un centenar de sus obras (entre óleos y dibujos) conforma la exposición que, organizada por la Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí, Cajasur y el Ayuntamiento de Villa del Río, rinde homenaje al artista con motivo del centenario de su nacimiento, y que tras permanecer más de dos meses en la Casa de las Cadenas de la citada localidad, se traslada a partir del próximo viernes al Palacio de la Merced y la sala de exposiciones Cajasur-Gran Capitán.
La muestra, comisariada por Miguel Clémentson, es una antológica que reúne obras seleccionadas de los fondos de las colecciones de Cajasur, la Diputación, el Ayuntamiento de Villa del Río, la Hermandad Virgen de la Estrella, la Escuela de Arte Mateo Inurria y varias particulares. A partir del 8 de mayo viajará a otros municipios de la provincia.
Pedro Bueno en su centenario recoge una selección de las temáticas consideradas por el artista a lo largo de su fecunda trayectoria. Destaca la amplia presencia de retratos y autorretratos -23 composiciones-, entre los que se encuentran obras tan representativas como el Autorretrato de 1945 que sirvió para ilustrar la portada de la exposición inaugural del influyente colectivo de posguerra conocido como Escuela de Madrid en la madrileña galería Buchholz, que vino a suponer una inyección de vitalidad y frescura en el adormecido panorama artístico de los años 40.
Otro periodo atendido en esta muestra es el relativo a la etapa formativa del pintor, representada por seis originales trabajos en los que se pueden vislumbrar sus inicios artísticos, en los que disfrutó de la Bolsa de Estudios que le asignó la Diputación de Córdoba para secuenciar sus estudios en la madrileña Escuela Superior de Pintura, ubicada en aquellas fechas en los pisos superiores de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
La figuración humana y las maternidades están representados con 22 y 12 trabajos, respectivamente. El bodegón, con 16 composiciones, es otra de las temáticas más queridas del pintor, que, según la Fundación Rafael Botí, "despliega a través de ella una estimación sobria, pero constructiva y rica en cromatismo, de lo que se ha venido a considerar como naturaleza muerta, que, sin embargo, en la producción de Bueno cobra vida exultante mediante la riqueza tonal que orquesta el artista".
Sus desnudos, representados por ocho composiciones, vienen a completar este recorrido, así como sus flores y sus paisajes, temática poco atendida por Bueno pero de la que sin embargo facturó intensas secuencias.
La pintura del artista de Villa del Río representó en sus comienzos una reacción frente a las maneras academicistas que se generalizaron en la posguerra, al incorporar a su obra ese singular expresionismo de carácter sensitivo que tan persistentemente la define.
La obra del cordobés constituye, según la fundación, "una excepcional síntesis entre los más genuinos valores de la pintura y las más consistentes esencias de la modernidad". Su concepto estético, rigurosamente cimentado a través del estudio y de la práctica pictórica constante, supo situarse "al margen de las modas efímeras".
Pedro Bueno Villarejo nació el 17 de febrero de 1910 y falleció en Madrid el 14 de enero de 1993. Desde muy joven, decidido por la carrera artística a la que se oponía su familia, huyó a Madrid para poder desarrollar sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios y la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. A lo largo de su carrera recibió importantes y numerosos premios (entre ellos, la Medalla de Primera Clase de los ya desaparecidos Certámenes Nacionales que organizaba la Dirección General de Bellas Artes). El Ayuntamiento de Villa del Río lo nombró en 1950 hijo predilecto. En su localidad natal poseía el artista una casa que quiso convertir en museo dedicado a la exposición permanente de una selección antológica de su obra.
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