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Cuando en 1968 George A. Romero presentó al mundo su película La noche de los muertos vivientes, un resorte oculto se activó en la mente de la mayoría de los espectadores que asistieron atónitos al estreno del filme. El director consiguió que una pequeña película sin apenas distribución se convirtiera en un icono de la cultura popular del siglo XX, y actualizó un mito que parecía olvidado: el zombi.
Si las fundacionales El zombi blanco y Yo anduve con un zombi eran herederas de la tradición del género, La noche… era seminal, dura y furiosamente moderna. El zombi es el muerto que vuelve de la tumba, pero sin mediación mágica alguna. Los lazos con el vudú haitiano (donde nace el mito) y su exotismo se rompían definitivamente: el muerto podía volver a la vida en cualquier sitio y en cualquier momento. La eclosión del nuevo género propició una oleada de seguidores que se propagó con la fuerza de una plaga. Los años 70 y 80 estuvieron literalmente tomados por películas de zombis que hacían las delicias de un público que abrazó al muerto viviente como un símbolo de sus nuevos miedos. Los monstruos clásicos se echaron a un lado, abriendo paso a una figura que ni el mismísimo Michael Jackson, en la cima de su carrera, pudo ignorar (en su recordado videoclip Thriller, 1985).
Sin embargo, durante los años 90, los zombis volvieron mansamente a sus tumbas. El género languidecía, pero la llegada del siglo XXI significó un nuevo amanecer. Los muertos vivientes tomaban de nuevo las pantallas de cine: 28 días después, Zombies Party, El día de los muertos, Les Revenants… Todas aportando nuevas visiones del mito. Por su parte, el escritor Max Brooks publicaba dos best-sellers, La guía de supervivencia zombi y Guerra Mundial Z (de reciente publicación en España de la mano de la editorial Almuzara), acogidas por los aficionados como Biblias de la Vida tras la Muerte.
El mundo del cómic no se mantuvo ajeno a este revival y los zombis retornaron a sus páginas con fuerza inusitada. El máximo culpable de ello fue el guionista Robert Kirkman, autor de la laureada Invencible, una saga de superhéroes con tintes de comedia juvenil. En 2003, Kirkman comienza la publicación de su cómic Los muertos vivientes, en la editorial Image. El guionista vuelve su mirada a Romero y teje en su cómic una tupida red de relaciones humanas en un mundo infestado de zombis. Los muertos vivientes se convierte en un éxito rotundo de crítica y público, y Kirkman es coronado como el nuevo Rey de los Zombis, tanto, que recibe el encargo de Marvel de perpetrar la mayor gamberrada publicada por la editorial americana en mucho tiempo: Marvel Zombies, donde Kirkman recibe carta blanca para transformar en zombis a los personajes de la casa. Con una truculencia inusitada, Kirkman se permitía el lujo de mostrar a un zombificado Spiderman merendándose los restos de su tía May.
En lo que va de década, los títulos sobre zombis se suceden: Zombee, Zombie Proof, Plague of the Living Dead, Eclipse of the Undead (con guión del malagueño El Torres), Los Zombis que se comieron al mundo (publicada en España por Norma Editorial) o la aportación española, Zombiosis, de Bayarri y Llassans. Títulos más o menos afortunados que evidencian que la salud del zombi, pese a haber muerto y andar por ahí cayéndose a pedazos, es más fuerte que nunca.
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