Recuerdos que construyen una vida
Concha Velasco y Pablo García Baena evocan los años en que conocieron a Antonio Gala y destacan su desparpajo y su acusada vocación poética
Concha Velasco relató ayer a los asistentes al congreso una historia de 40 años de amistad, la que ha mantenido con Antonio Gala desde que en 1959 éste se presentó en su camerino del Teatro de la Comedia de Madrid para darle a leer su obra Los buenos días perdidos y ofrecerle el papel protagonista. "Vi entrar a un hombre alto, guapo, rubio y con chaqueta a cuadros -narró la actriz-. Leí la obra y quedé fascinada, pero mi novio de entonces me disuadió de hacerla por el carácter de intelectual de izquierdas que tenía Antonio". Velasco le dijo a Gala que no se sentía "preparada" para el proyecto porque ella era mayormente "una actriz de teatro de consumo y cine de consumo".
Pero se encontraron muchas más veces en el camino. Gala la siguió llamando y un día le aseguró que había escrito una obra para ella, Las cítaras colgadas de los árboles, que fue dirigida por José Luis Alonso y estrenada en el Teatro de la Comedia. "Esta obra cambió mi vida como actriz", aseguró la vallisoletana, que contó como acompañantes en la mesa redonda con Pablo García Baena, Pedro Olea y Alfonso S. Palomares.
Velasco intercaló sus recuerdos de las colaboraciones con Gala (se detuvo especialmente en Carmen, Carmen, "el mayor espectáculo musical que se ha hecho en España") con impresiones personales sobre el escritor. "Tarda un tiempo en querer a las personas, pero cuando las quiere, las quiere de verdad y es leal hasta el final", indicó.
La intervención de Pablo García Baena también resultó emotiva. El poeta recordó los años (principios de los 50) en que Gala empezó a relacionarse con los componentes de Cántico. Él era un "joven rebelde con causa" y atesoraba "un brillante desparpajo" en la oscura Córdoba de la época, convertida en "un quemante anillo de presión". Gala consideraba a los poetas de Cántico sus "hermanos mayores malditos", según García Baena, que aludió a los primeros ejercicios poéticos del posterior autor de Sonetos de la Zubia, sus colaboraciones en revistas diversas (en Cántico publicó un poema) y su debut en 1959 con Enemigo íntimo. Asimismo, tuvo palabras de elogio para la exigencia estética que Gala siempre ha demostrado en todos los géneros ("Ha llenado de poesía el escenario", apuntó).
La jornada concluyó con un improvisado recital poético del propio Gala, que estuvo acompañado por el guitarrista Manolo Sanlúcar. Un regalo para todos los asistentes.
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