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Se ha convertido en el único y uno de los más singulares altares mayores de toda la provincia de Córdoba. Con alrededor de 212 metros cuadrados, las pinturas murales del ábside de San Lorenzo, realizadas en el siglo XIV, han vuelto a renacer gracias a una restauración que en un tiempo récord de tres meses les ha devuelto su policromía original. La intervención se enmarca en la restauración integral que desde diciembre de 2006 se viene desarrollando en el templo a través de un acuerdo de colaboración entre la Delegación de Cultura de la Junta y el Obispado cordobés para sufragar las obras.
El resultado de esta última intervención ha sacado a la luz una bella iconografía italogótica de autor desconocido aunque de excelente factura que imprime una especial belleza, con una estética más medieval, al templo fernandino. Aunque todavía no ha sido estudiada con detenimiento, su restauradora, Ana Infante, comunicó ayer las primeras aproximaciones sobre su contenido. Mientras que en la bóveda y los plementos -con pinturas murales al fresco- se narran escenas del apocalipsis donde destacan las figuras de dragones y serafines (ángeles representados con seis alas y descritos por el profeta Isaías como veneradores del trono de Dios), en las calles centrales y bajas -adornadas con frescos con terminación al temple- se suceden escenas de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, así como una representación de los profetas y de santos, entre los que se encontraría San Lorenzo, titular de la parroquia fernandina.
Las pinturas -en las que abundan los tonos tierra y dorados- han sido sometidas a un proceso de recuperación y consolidación, y en algunos casos se ha repuesto parte de la película pictórica en zonas muy específicas para su homogeinización, aunque no ha sido necesario en la mayor parte de la superficie.
Una de las claves de su excelente conservación durante tantos siglos ha sido precisamente la capa de cal que pudo haber sido extendida por cuestiones de higiene y salud pública en el siglo XV, además de la ocultación con posterioridad por el retablo barroco.
"Es un absoluto descubrimiento y estamos impactos de cómo ha quedado", manifestaba ayer la delegada de Cultura de la Junta, Mercedes Mudarra, cuyo empeño personal provocó la restauración de las pinturas, apenas perceptibles en un primer momento, pero que han recuperado su antiguo esplendor.
La existencia de estas pinturas se descubrió en los años 60 cuando, coincidiendo con las primeras intervenciones en la iglesia en las que se retiró el retablo del siglo XVII, lo que provocó que con posterioridad sólo fuera recuperado de manera parcial para dejar vislumbrar las pinturas.
Esta primera visita oficial también contó con la presencia del vicario general de la Diócesis de Córdoba, Fernando Cruz-Conde, que alabó el preciosismo del recuperado retablo pictórico. "Queda claro que la fe crea cultura y belleza", manifestó tras comprobar los resultados, a la vez que felicitó los "criterios acertados pese a la premura de tiempo" seguidos por Infante para la restauración. Las obras de rehabilitación de la iglesia de San Lorenzo, con un presupuesto que se acerca al millón y medio de euros, también han posibilitado la recuperación del alminar árabe sobre el que se construyó la iglesia, así como la consolidación de estructuras y la adaptación de una nueva solería de mármol.
A la próxima reapertura de San Lorenzo se unirá, también en breve (se estima que en junio), la culminación de la restauración de San Agustín, otra de las joyas arquitectónicas de la arquitectura religiosa cordobesa.
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