Sencillez y facilidad en el cante de uno de los grandes
32º festival de la guitarra Diversidad de músicas
Cante: Miguel Poveda. Toque: José Quevedo 'Bolita', Manuel 'Parrilla' y Jesús Guerrero. Baile: La Lupi. Acompañamiento al cante: El Londro. Percusión: Antonio Coronel, y Paco González. Palmas: Carlos Grilo y Luis Cantarote. Fecha: miércoles 11 de julio. Lugar: Teatro de la Axerquía. LLeno.
Sencillez y facilidad es lo que este cantaor transmite. Porque Miguel Poveda se confiesa tímido, pero no: él es sencillo, amable y locuaz. Sonriente y siempre mostrándose agradecido no tiene oponentes, sólo a quienes se descubren ante su arte y persona porque se hace cercano. Con este talante lo hemos conocido y, tal cual, lo encontramos cara al público cada vez que vamos a sus recitales. Y, con esa impronta, tendremos lo que a nosotros nos interesa: su personalidad artística. Una suerte de virtudes y valores profesionales y avidez por conocer y aprender para no defraudar; eso es el respeto, computando para justificar su éxito mediático y artístico, con el suficiente poder de convocatoria para disfrutar del multitudinario tropel de seguidores que, tendiendo al alza, no parece que tenga techo. A a la vista están los disco de oro y platino que obtiene cuando su trabajo queda registrado para el disfrute doméstico y la posteridad. Algunos, muchos, lo consideran el indiscutible número uno del escalafón del cante actual, pero yo no fomento la competición ni tengo porqué someterme a más regla y orden que la de reconocer lo que veo y percibo, y que, siendo tan joven, para la mayoría ya es uno de los grandes.
Así, de nuevo en Córdoba el pasado miércoles, en el Festival de la Guitarra, nos mostró arteSano y mucho más, su último trabajo discográfico en torno al flamenco canónico, en otra noche memorable como las que nos tiene acostumbrados, en un teatro al aire libre entregado y pletórico, conocedor de antemano de que los duendes no iban a faltar, pues, tal como sostiene Philippe Donnier, éstos tienen que ser matemáticos, y al menos con Poveda esto está asegurado. Ya lo dijimos: este cantaor flamenco catalán con giros sureños hace afición, y aunque en otros momentos a muchos los haya atraído con distintas músicas, también a éstos ha terminado cautivando con el cante más clásico. A ver a quién no se le erizó el vello con su soleá apolá por bulerías, incluyendo el recuerdo marchenero; la malagueña de Chacón, sin desmerecer a otros cantaores y cantaoras de caché, porque se ha de tener gusto de dioses para aportar la armonía y sabor a azúcar cande que él consiguió, y con el abandolao de Lucena; o no le crujieron los huesos en las seguiriyas de Jerez y la cabal de Los Puertos, colmando jondura y sentimiento como para sacar del sueño de los justos al mismísimo Curro Durse y al Viejo de la Isla.
Pero no corresponderíamos en esta crónica a toda la realidad si no mencionásemos los otros momentos dulces de Miguel Poveda, así en la minera a Pencho Cros, o la Nana con el baile de Lupi, en los tientos, de vibración colectiva, ya moviendo los pies y acompañando a las palmas -incluidas las pataítas de espontáneos que no aguantaban sentados-, con las bulerías de Cádiz, o después con las de Jerez; en los tangos trianeros con todos los suyos en escena, en las alegrías con introducción por cantiñas de Córdoba, los fandangos por soleá de la Sabina, sevillanas corraleras, La Ruiseñora por bulerías denunciando la violencia de género, la cantiña a Serafino, La Leyenda del Tiempo para recordar a Camarón, y el acabose con el lote por bulerías y la biblia en pasta, antes del remate, con la gente volcada pidiéndole más, y él respondiendo con un bis, haciendo un popurrí con todo lo que le demandaban, por bulerías.
Y es que este Poveda tiene pa tós, y en función de lo que venga al caso, con el eco y los tonos más adecuados, siempre a mano para cada cante y de cada quien o procedencia, admitiéndonos que: "los que amamos este legado miramos al pasado para construir el presente".
Y, a fuer de ser justos, con esos enormes genios en la ficha reseñados que le respaldaron al cante, toque, baile, percusión y palmas, sin dejar de estar a la altura del que mandaba. ¿La clausura?: como en las tardes taurinas de puerta grande en Los Califas, con la gente dando pases por la calle. En este caso en la Axerquía, pegándose su pataíta y dando su vueltecita.
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