Sentimientos poderosos

A la memoria de un ángel | Crítica

Un momento del concierto celebrado en el Gran Teatro de Córdoba. / Orquesta De Córdoba
Antonio Torralba

19 de mayo 2023 - 12:52

La ficha

***** Décimo concierto de abono de la Orquesta de Córdoba. A la memoria de un ángel. Charles Ives, La pregunta sin respuesta. Alban Berg, Concierto de violín A la memoria de un ángel. Anton Webern, Passacaglia, op. 1. Franz Schubert, Sinfonía n. 8 en si menor Incompleta. Birgit Kolar, violín. Orquesta de Córdoba. Pablo Rus Broseta, director. Gran Teatro. 20:00. Lugar: Gran Teatro. Tres cuartos de entrada.

El dodecafonismo fue la gran aportación del lenguaje musical a la estética expresionista. Muchas obras de Arnold Schönberg (1874-1951) y de sus discípulos Anton Webern (1883-1945) y Alban Berg (1885-1935) pueden escucharse como un equivalente de la belleza trastornada, dura y expresiva de las pinturas de Egon Schiele (1890-1918) o Kandinsky (1866-1944); de la plasmación subjetiva del miedo que vemos en las obras de Munch (1863-1944).

Como, en tanto que exacerbaciones de la subjetividad, dodecafonismo y Expresionismo son en cierto modo secuelas del Romanticismo, no desentonaba en absoluto la inclusión de la bellísima Sinfonía Incompleta de Franz Schubert (1797-1828) en el interesantísimo programa ofrecido por la Orquesta de Córdoba en su décimo concierto de abono. Y, en tanto que la llamada Segunda Escuela de Viena inaugura la serie de rupturas con la tradición que nos llevarán a las vanguardias, también era oportuna la programación en la velada de la efectista pieza de Charles Ives (1874-1954).

Las cuatro obras sonaron magníficamente desde los atriles de la Orquesta de Córdoba y bajo la inspirada batuta del director invitado para la ocasión, Pablo Rus Broseta. El valenciano sorprendió con lecturas sabias e intensas de todas las obras.

El momento cumbre de la velada correspondió a la obra con solista. El concierto que dedicara Alban Berg al ángel aludido en el título (Manon, la hija de Alma Mahler, muerta a los diecinueve años) encontró en el violín de la austriaca Birgit Kolar un medio inmejorable para encender la emoción del público que (vaya por Dios) no llenaba ni de lejos el Gran Teatro. La violinista tocó esta obra, llena de hermosos matices y de sugerencia hondass de forma y fondo, con una profundidad, una claridad, un buen gusto y un lirismo tan insuperables, que Córdoba entera debería haber estado allí escuchándola. Preparando el alma para las municipales.

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