Talento y método de EL Greco

La exposición 'El Greco: Arte y Oficio' se inaugura el martes en el Museo de Santa Cruz de Toledo con 92 obras sobre el proceso creativo del pintor cretense

El cuadro 'La visión de San Francisco' de Cádiz ocupa un lugar destacado en la sección 'De la mano del Greco'.
El cuadro 'La visión de San Francisco' de Cádiz ocupa un lugar destacado en la sección 'De la mano del Greco'.
Melchor Mateo Toledo / Enviado Especial

06 de septiembre 2014 - 05:00

Luis de Castilla, hijo del deán de la Catedral de Toledo, se empeñó en contratar a El Greco, hasta entonces un hombre que no había destacado especialmente, para que hiciera los retablos de la Catedral y de Santo Domingo el Antiguo allá por el año 1577. Para justificar la contratación del artista dijo que se hacía "por ser eminente en su arte y oficio".

Justo el año en el que se está conmemorando el 400 aniversario de la muerte de Domenicos Theotocopulos, Toledo y la Fundación que se encarga de organizar toda la efemérides presentaron ayer la tercera gran exposición del año con el título que remonta a aquel primer encargo: El Greco: Arte y Oficio, que estará abierta en el Museo de Santa Cruz de Toledo desde el próximo martes hasta el 9 de diciembre.

Bien podría tratarse de talento y método, ya que lo que se muestra en esta exposición es cómo El Greco gestionaba sus obras y cómo lo hacían en su taller, una especie de obrador en el que trabajaron otros artistas al servicio del cretense para poder dar servicio a los numerosos encargos que tenía. Es el talento que tenía para desarrollar un horizonte creativo propio basado en diferentes fuentes iconográficas y demostrando su dominio del dibujo y el color, y por otra parte el método y la capacidad para organizar a los diferentes artífices necesarios para dar vida a esos encargos.

La comisaria de la exposición, Leticia Ruiz Gómez, que es además directora de Pintura Española anterior al siglo XVII en el Museo del Prado, señaló ayer en la rueda de prensa de presentación que se trata de 92 obras, algunas de las cuales nunca se han expuesto en Toledo y que tiene procedencias diversas, desde distintas ciudades de España, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, México, la República Checa y Suiza.

El Greco inició los dos retablos anteriormente citados en 1577 poco tiempo después de su llegada a España procedente de Italia, donde consiguió tomar lo mejor de las escuelas venecianas y romana, elementos que tuvieron una importancia crucial en su obra. Con estos dos primeros trabajos para Toledo salió del anonimato y pasó a ser un artista solicitado tanto por la Iglesia como por la nobleza.

Cuando ya los encargos superaban la capacidad de creación del cretense, en 1585 decidió abrir un taller estable que desarrolló todo tipo de trabajos pero en el que tuvieron un especial protagonismo las pinturas devocionales encargadas por conventos, capillas y clientes privados. La producción del taller fue amplísima y en el mismo El Greco intervenía en diferente grado según la importancia del encargo.

"Es una exposición muy bella como ejercicio visual", tal y como señaló Leticia Ruiz, y es una invitación "a mirar y a comparar" a lo largo de las cuatro partes en las que se divide la muestra por los cuatro brazos del Museo de Santa Cruz. "Invita a sumergirse en el Toledo de la época y en el taller de El Greco", aseguró Leticia Ruiz, que dio la rueda de prensa acompañada del presidente de la Fundación El Greco 2014, Gregorio Marañón.

La primera sección tiene como título De la mano del Greco y en ella la muestra recoge la evolución en el tiempo del arte y de la técnica del artista. Ahí se pueden ver obras como La Anunciación que se encuentra en El Prado. Enfrente de ella una que fue destacada especialmente por Ruiz Gómez, La visión de San Francisco, que se encuentra en la capilla del Carmen del Hospital de Mujeres en Cádiz. La comisaria de la exposición la calificó como "obra maestra" y se mostró muy satisfecha de tenerla en la exposición porque jamás había salido de Cádiz para ser mostrada. La obra de 2,10 metros de altura se encuentra casi nada más de entrar y es uno de los primeros impactos que recibirá el visitante en esta El Greco: Arte y Oficio. "Es una vuelta de tuerca a un tema que había tratado en Roma en base a una composición que había cogido de Tiziano".

Cuando Leticia Ruiz habla de comparar se refiere a poder ver en la exposición a dos obras con la misma temática, una al lado de la otra pero con distintas técnicas en el fondo. Así sucede con San Benito, con un color de fondo vivo frente a la arquitectura que aparece en el San Pablo de los inicios y que abandonó paulatinamente.

Es una exposición donde se puede ver la repetición de composiciones y modelos en los que fue incluyendo variantes. Eso sí, Ruiz advierte que aunque su estilo sigue transformándose, El Greco conformó en sus primeros años en España una construcción pictórica característica que terminó por convertir en una especie de marca reconocida y reconocible, algo que trasladó también a su taller. Eso sí, en los encargos de mayor ambición y coste más elevado, como el retablo de Oballe, los patrocinadores incluían el compromiso del pintor de que la obra fuese realizada por su propia mano.

El segunda área expositiva recibe el título de Invención y recreación donde lo que se ve, a juicio de Leticia Ruiz, es como El Greco se va adaptando con sus creaciones a todos los formatos y encargos para obtener un mercado más amplio. Así, se pueden ver tres obras de Cabeza de Cristo o de Cristo se despide de su madre.

De este modo, se puede observar que desde el principio El Greco ofreció estrategias de representación visual que fueron muy bien aceptadas por el público, como lo prueban las diversas réplicas, variantes y copias que salieron del taller.

Las pregunta es dónde está la línea que separa lo que realmente es de El Greco y lo que no lo es: "El modus operandi es tan pantanoso como el de todos los grandes artistas". En este caso, Leticia Ruiz afirma que lo que se produce en este caso es "un gran reparto de tareas de manera que un greco es siempre reconocible".

Apóstoles y apostolados, la tercera zona temática, se inicia con otra de las obras maestras de El Greco, El Pentecostés y continúa con una muestra de la representación de los apóstoles, una tradición que se puso de moda tras el Concilio de Trento. Como todo genio, también llevó a cabo una reinvención de esta temática con los llamados apostolados, trece lienzos exentos con las figuras de Cristo y sus doce discípulos.

En el Santa Cruz se reúnen por primera vez dos apostolados, el que se exhibe en el Museo de Oviedo y el llamado de Almadrones (Guadalajara), disperso desde los años 40 del siglo XX. Estas dos series fueron pintadas por El Greco con una amplia participación del taller.

Por último está el epílogo El Greco después del Greco. En el caso del cretense, y a pesar del número importante de derivaciones y copias existentes de muchas de sus obras, los datos relativos al taller son muy escasos. Los dos inventarios de bienes de la familia ofrecen un interesante muestrario y obras pictóricas con distinto grado de terminación. Así, además de los lienzos acabados se anotaron algunos cuadros empezados, aparejados y bosquejados. En la exposición, entre otros, se puede ver la única obra que dejó firmada su hijo Juan Manuel.

La exposición se complementa con un audiovisual hecho por Magoga Piñas y Sopa de Sobre que a través de cuatro pantallas que introduce al visitante en una serie de claves sobre las técnicas de trabajo del Greco y su taller, sobre la trayectoria de Creta a Toledo y sobre su legado artístico. Por último, Joaquín Bérchez ha realizado la composición fotográfica Retablos de retablos, un ensamblaje de distintas piezas realizadas por El Greco.

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