Yamir Portuondo
Obituario
El músico cubano Yamir Portuondo, fallecido en la noche del domingo, deja un gran número de amigos en Córdoba
Cuando allá por los noventa la Orquesta de Córdoba echaba a andar, Leo Brower quiso que le acompañara en la aventura la excelencia de la cuerda cubana. Y como en los cuentos viejos de los barcos, sin saberlo, ahí llegaría mi amada familia. Jóvenes, virtuosos y con un corazón más grande que la isla. Disculpen este tono de rayuela extemporánea, pero es que se me fue mi pana de navidades, veranos, cumpleaños, risas, lágrimas, de vida. De nacimientos, cocina, cerveza, vino y ron. De algún habano, en ocasiones especiales, con Ochoa y Collazo. Y de música. Mucha, mucha música. Los años y los kilómetros hicieron mella.
Yamir Portuondo Garzón, hijo de abogado y santiaguero de pro, marchó joven para La Habana a mezclarse con el explosivo ambiente que cuentan las leyendas tenía la ENA y el ISA. Allí encontró a su gran amor, Irina. El talento y la constancia le llevó a la pole de la cuerda de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba y ese talento se vino para Córdoba, como también lo hicieron el de Isel, Ángel, Eugenio, Jorge o Igmar… para mezclarse en esa hermosa torre de Babel musical que es nuestra orquesta.
Uno de los bienes culturales más preciados de nuestra ciudad que le dedicará su concierto de temporada hoy 7 de abril, hermoso gesto de una gran institución y un estupendo grupo de amigos. Grandes. Y es que en Córdoba Yamir deja un gran número de amigos. Casi tan grande como su risa y su sonrisa. Se comenta que caminar con Yamir por Córdoba era peor que ir con el alcalde. Tardabas el doble en llegar a cualquier parte entre saludos y conversaciones.
Primer violín del Cuarteto de Cuerdas de la Habana. Formación mítica que llevó su música por ciudades como Moscú o Londres y que obtuvo en 2010 el Grammy Latino al mejor álbum.
Es difícil hablar en pasado. Yamir era inquieto, estudioso, entregado a su familia, inteligente y un punto obsesivo. Gran discutidor. Mucho. En una de nuestras últimas conversaciones merodeamos el término “machismo-leninismo”. Cuba siempre siguió siendo su dorado. Podía describirte el mapa de La Habana en cualquier sobremesa.
Se fue la noche del domingo. Ya había iniciado un extraño viaje dos años atrás. Hace unos días pidió su violín, el que ya no podía tocar. Quién sabe. Nagüe, que los orishas te mimen.
Solía acabar mis artículos en este periódico con el enlace de una canción. Esta vez es como escoger un pez en el océano. Venga Cuba. Podría ser Gonzalito Rubalcaba, Irakere, Pablo, Silvio, Gema y Pavel, Bola de Nieve... pero nos vamos a Benny Moré, sí Yamir, el Benny es el tipo.
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