Otra aurora para este siglo

La Fundación María Zambrano conmemorará los 25 años de la muerte de la filósofa con congresos, homenajes y la cuarta entrega de las obras completas

María Zambrano (Vélez-Málaga, 1904 - Madrid, 1991), última gran referencia filosófica en Occidente.
Pablo Bujalance Málaga

01 de febrero 2016 - 05:00

Escribió el Premio Cervantes mexicano Sergio Pitol que, en las tertulias que celebraban los intelectuales españoles exiliados en cierta cafetería de Roma, el barullo era siempre notable. Pero bastaba que María Zambrano tomara la palabra, sin elevar el tono más de lo necesario, para que el jaleo se disolviera en el silencio: aquella voz honda, grave y repleta de sonoridades celestes se imponía sin esfuerzo a quienes querían convencer de sus tesis sobre el problema español a base de más gritos. En otra ocasión, otro Premio Cervantes, Rafael Alberti, escribió que para localizar la casa en la que María residía con su hermana Araceli en Roma lo mejor era seguir la pista del olor a gato; pues la filósofa se hizo acompañar siempre de felinos, a los que, como los antiguos egipcios, consideraba emisarios del otro mundo, ése que ella atisbó en los claros del bosque a través de su escritura. Y es curioso, porque la tumba de María Zambrano, en el hermoso cementerio de Vélez-Málaga, se encuentra permanentemente rodeada de gatos: también ellos, sabios, la echan de menos. A este rincón ajardinado de la localidad en la que nació en 1904 llegaron sus restos (restos del sueño que quedaron una vez despierta, tal y como Zambrano, que también ganó el Cervantes, advirtió en Los sueños y el tiempo) después de la muerte escritora, de la que se conmemorarán 25 años el próximo 6 de febrero; y aquí permanecen, bajo un epitafio en latín tomado del Cantar de los cantares: Surge, amica mia, et veni (Levanta, amiga, y vente). Este enclave será protagonista de algunos de los momentos más especiales con los que la Fundación María Zambrano, asentada en la misma Vélez-Málaga, dotará de contenido al aniversario: la víspera del mismo, el viernes 5, se celebrará una ofrenda floral y se añadirá una lápida a la sepultura con el nombre de Araceli Zambrano, cuyos restos descansan junto a los de su hermana, todavía, de forma anónima. La medida viene a reparar una injusticia no pequeña: María tuvo siempre en Araceli el mayor consuelo y la mejor compañía durante sus largos años de exilio. Además, la propia Araceli sufrió con una crudeza indecible los tormentos del pasado siglo: una vez abandonada la España franquista, se convirtió en objeto de la persecución del nazismo hasta que su compañero sentimental, Manuel Muñoz, fue entregado a la Gestapo por el régimen de Vichy y fusilado el 1 de diciembre de 1942, un golpe que Araceli no superó jamás (en 2010, el historiador Fernando Sigler publicó la correspondencia que los amantes mantuvieron hasta el trágico final, como resultado de una investigación que hizo posible la propia Fundación María Zambrano). Ya era hora de que también Araceli descansase definitivamente en paz: con nombre y apellidos.

El director de la misma Fundación, Antonio Garrido Moraga, explicó que este homenaje será el primero de una amplia serie de actos dedicados a María Zambrano que la institución celebrará durante 2016. Entre éstos, el catedrático destacó la nueva entrega de las Obras completas que publica la editorial Galaxia Gutenberg bajo la dirección de Jesús Moreno Sanz; será el cuarto volumen de los ocho previstos y el segundo en el orden de la serie. Vélez-Málaga acogerá igualmente un congreso internacional dedicado a la pensadora que, como la Semana Cultural del municipio (un proyecto en el que la Fundación colabora con el Ayuntamiento), revisará los muchos vínculos existentes entre María Zambrano y Miguel de Cervantes, de cuya muerte se cumple en este 2016 el cuarto centenario y cuya biografía reviste igualmente una importante índole veleña (precisamente, el Ayuntamiento reforzará los puentes entre ambas efemérides a través de organismos como la Fundación para la Paz en el Mediterráneo).

Para Garrido Moraga, la vigencia del pensamiento "proteico y de altos vuelos" de María Zambrano se encuentra "en la actual crisis de Europa, que se nos presenta hoy como una gorda apopléjica incapaz de resolver sus problemas. Una Europa que va hacia atrás, que no aprende de sus errores, que vuelve a marcar con pulseras a sus inmigrantes y se encamina otra vez hacia el horror. Zambrano se adelantó en su momento a esta situación, supo ver lo que venía después, y ofreció una respuesta a esta Europa que emana de un concepto clásico: la dignitas. La solución para Europa pasa sin remedio en María Zambrano por el humanismo: no se puede ignorar la dignidad que contiene todo ser humano, venga de donde venga". La autora de La agonía de Europa mantuvo en peso el corazón del continente. Su legado resiste, intacto.

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