"No hemos cambiado tanto desde el siglo XIX"

María Adánez. Actriz

La madrileña protagoniza 'Insolación', adaptación de la novela de Emilia Pardo Bazán que hoy llega al Gran Teatro. La acompañan Chema León, José Manuel Poga y Pepa Rus.

María Adánez, en 'Insolación'.
Alfredo Asensi Córdoba

04 de junio 2016 - 05:00

María Adánez es la joven marquesa viuda Francisca de Asís Taboada en Insolación, adaptación teatral de la novela de Emilia Pardo Bazán que hoy llega al Gran Teatro (21:00), con dirección de Luis Luque y un reparto en el que también figuran Chema León, José Manuel Poga y Pepa Rus. Una obra que habla del encuentro de dos latitudes, el norte y el sur, como metáfora de las clases sociales imperantes en la España de finales del siglo XIX.

-¿Qué reto ha supuesto este personaje para usted?

-Ha sido muy estimulante a todos los niveles. Primero, conocer a doña Emilia Pardo Bazán, que es una escritora que no tiene el lugar que debería en nuestra historia, ya no solo por su obra sino por todo lo que hizo en beneficio de la educación pública, las mujeres... Después de casi dos años con Insolación, Pardo Bazán se ha convertido para mí en un referente feminista, era una mujer muy adelantada a su época. Tuvo un padre maravilloso que le permitió estudiar, tener cultura, carreras, viajar. Una mujer muy progresista, muy liberal: lo seguiría siendo hoy en día. De esta liberación, del derecho a elegir de la mujer es de lo que habla Insolación, una novela que en su momento fue muy incómoda para el género masculino, porque a fin de cuentas habla sobre el deseo de una mujer. La novela narra en primera persona todo ese deseo, la aventura que ella tiene con Pacheco.

-¿Hay aquí una pugna entre la razón y el instinto?

-Sí, totalmente. Enfrenta el norte y el sur con mucha intención: el norte tiene más que ver con las formas, la sociedad, la razón; y lo que él le ofrece es la vida, la calle, la diversión, el baile, los instintos más intrínsecos, la pasión. Ella está acostumbrada a hombres mucho más encorsetados e intelectuales. Conocer a este hombre joven representa para ella la vida en su más pura esencia. Lo que pasa es que no se lo puede permitir. Ahí está su lucha durante toda la función.

-¿Cómo es esa España finisecular que retrata Insolación?

-Hace poco he estado viendo ¡Cómo está Madriz!, la nueva función de Miguel del Arco, en el Teatro de la Zarzuela, y te das cuenta de que, por desgracia, políticamente estamos en una situación muy parecida, con las corrupciones a tope y los sistemas bastante podridos. Y a nivel personal ahí seguimos un poco los hombres con las mujeres... En muchas cosas no hemos cambiado tanto desde el siglo XIX, y a nivel político es alucinante ver que hace un siglo ya se manifestaba el mismo cáncer que tenemos ahora.

-¿Cómo ha sido el trabajo con los compañeros de reparto?

-Estupendo. Este proyecto nace de Luis Luque y Celestino Aranda con la intención de seguir la estela de Miguel Narros, que ha sido un maestro para todos. Yo con Luis trabajé en La escuela de la desobediencia y acabamos de estrenar una obra muy interesante sobre el acoso escolar, Mi pequeño poni. Había ganas por todas las partes de hacer una compañía de alguna manera, con el legado de Miguel y ese punto de vista maravilloso que tiene Luis, que es uno de los grandes ya de este país.

-¿Cómo está conectando la obra con el público?

-La función gusta muchísimo. Es una comedia romántica, un canto a la vida porque doña Emilia era una gran disfrutona, no tenía trauma alguno a pesar de estar en una sociedad en la que la mujer estaba muy encorsetada y muy relegada ante el hombre. Ella es una amante de la vida. Tenía una gran vida sexual, que creo que es algo en lo que también nos daría hoy en día mil vueltas... El mensaje de Luis es: mirémonos más, abracémonos más y pensemos más con el corazón y menos con la cabeza. También es una invitación a ser más tolerantes y abiertos.

-¿Cómo está el teatro español?

-Yo procuro ir casi todas las semanas al teatro y creo que hay una oferta increíble y que vivimos un apogeo en la dirección, tenemos grandísimos directores de escena como Miguel del Arco, Alfredo Sanzol, Luis Luque, Pablo Messiez, y también dramaturgos. Hay mucha proliferación de talento. A pesar de que nos están obligando a robotizarnos y alienarnos, a estar pegados a los móviles y a las pantallas de los ordenadores, la gente quiere seguir yendo al teatro, necesita experiencias vivas.

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