De casas a las que nunca se debe ir

No hables con extraños | Crítica

James McAvoy, en 'No hables con extraños'.

La ficha

*** 'No hables con extraños'. Terror, EEUU, 2024, 109 min. Dirección y guion: James Watkins. Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans. Fotografía: Tim Maurice-Jones. Intérpretes: James McAvoy, Mackenzie Davis, Aisling Franciosi, Alix West Lefler, Dan Hough, Scoot McNairy.

Que todas las historias son variaciones de una única historia es algo sabido desde El héroe de las mil caras de Campbell o Los cuatro ciclos que Borges incluyó en El oro de los tigres: “Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos contándolas, transformadas”. Borges juega fuerte: sus cuatro historias fundadoras son La Ilíada, La Odisea, Las Argonáuticas y los mitos sacrificiales religiosos culminados en Cristo. Se puede descender de tanta altura a los géneros de la literatura popular de entretenimiento con toda su escala de calidades, que también tienen sus historias o temas fuente. El terror, por ejemplo, del que esta película sería un buen ejemplo de variación sobre un tema mil veces tratado. ¿Cuántas historias, muchas magníficas, parten de la visita por invitación o por trabajo a una mansión en la que suceden cosas que van de lo desasosegante a lo horrendo? Baste citar las visitas de Philip Winthrop a la casa de su amigo Roderick Usher o la de una institutriz a una casa de campo en Essex para cuidar a los niños Miles y Flora, por citar dos clásicos.

Este apresurado remake estadounidense de una película danesa estrenada hace solo dos años trata de esto. Un matrimonio –en crisis, claro, como debe ser– estadounidense (Scoot McNairy y Mackenzie Davis) con una hija de 12 años demasiado apegada a su infancia (Alix West Lefler) acepta la invitación de una en principio encantadora pareja británica (James McAvoy y Aisling Franciosi) conocida casualmente para pasar un fin de semana en su casa rural. Mala idea intimar con quienes apenas se conoce. Mala decisión aceptar su invitación y entrar en la casa y las vidas de sus moradores. Como una tela de araña, desde su no muy tranquilizadora llegada los comportamientos cada vez más patológicos e imprevisibles de sus anfitriones va cercándolos y empujándolos, desde una inicial y paciente timidez o sorpresa, a luchar por sus vidas.

La dirige con eficacia, pero sin ambición (no puedo compararla con el original danés, que no he visto), el británico James Watkins, avalado en este género por Eden Lake y La mujer de negro, hallando su mejor baza en la poderosa interpretación de un James McAvoy que da la sensación de haberse entrenado viendo una y otra vez El resplandor. La historia mil veces contada de la invitación que nunca debió aceptarse y la visita a la casa a la que nunca se debió ir halla aquí una modesta pero aceptable variación. 

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