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Mikel Lejarza
Toulouse
Concierto de Mark Knopfler en Córdoba
Mark Knopfler nunca decepciona a su legión de seguidores, aunque haya anunciado que esta gira de presentación del álbum Down the Road Wherever es la última porque, según él, ya está “muy viejo” para subirse a un escenario; aunque se haya dejado en las Islas Británicas al más famoso de sus swings, ese que todos esperan escuchar en los conciertos y que interpreta desde que lo grabara en 1978, cuando los míticos Dire Straits eran esos sultanes de la música que él capitaneaba con su Fender Stratocaster roja.
El de Glasgow ha decidido que en esta gira, que comenzó el pasado 25 de abril en el Palau Sant Jordi de Barcelona, no iba a sonar ese himno del rock [Sultans of Swing] y hasta eso se le perdona. No obstante, en Córdoba, en el Coso de los Califas, como ha ocurrido en los recitales previos, muchas han sido las voces que se han alzado entre canción y canción pidiendo ese tema del primer disco de los Dire Straits, disco de nombre homónimo y publicado en 1978, unos Dire Straits a los que el genial guitarrista ha resucitado en Córdoba, a pesar de confesar a la prensa que no los volvería a reunir, justificándolo en que ahora su música dista mucho de la que componía e interpretaba con su banda, esa que disolvió en 1995.
Hasta seis temas de Dire Straits han sonado en un recital con el que el sultán ha puesto a Los Califas poco a poco a sus pies, un recital abierto con Nobody Does That –de su último álbum Down the Road Wherever (2018)– cuando gusta también abrir los conciertos con Why Aye Man –de The Ragpicker’s Dream (2002)–. Tonos y riffs funkys, los de Nobody Does That para demostrar que Knopfler no se anquilosa en estilos y que lejos de ello sigue diversificando una oferta musical que en su más de una docena de LPs en solitario, amén de numerosas bandas sonoras, se ha traducido en piezas de jazz, folk, swing, country, tex-mex, blues, bluegrass...
Tras Nobody Does That suenan temas como Corned Beef City –de Privateering (2012)– y Sailing to Philadelphia –del álbum del mismo nombre y segundo de su etapa en solitario, publicado en 2000–. Hasta llegar a lo que todo el mundo espera, esa resurrección de Dire Straits, en esta ocasión con los acordes de ese Érase una vez en el Oeste –Once Upon a Time in The West– que abría el segundo LP de estudio de los británicos Communiqué, de 1979, el de la entonces casi consagración de un grupo que, como su propio nombre indica vivía en una situación extrema en los tiempos del tecno, a punto se separarse, hasta conseguir esa consagración con el LP Making Movies, de 1980. Precisamente, Mark Knopfler ha continuado esa demandadísima por el respetable resurreción de los Dire Straits en el Coso de los Califas con Romeo and Juliet, el segundo y más que clásico corte de ese álbum.
El de Glasgow ha dejado posteriormente la nostalgia a un lado para volver al presente con My Bacon Roll –un tema que no desentonaría ni un ápice en el repertorio de Dire Straits– y Matchstick Man –ambos de su último LP– e interpretar Done with Bonaparte –de su primer disco en solitario Golden Heart (1996)–, Heart Full of Holes –de su LP Kill To Get Crimson, de 2007– y el tema que compuso para la banda sonora de Metroland (1999) She,s gone. Y es que a Mark Knopfler le gusta picotear en su repertorio para ofrecer al respetable un poco de cada disco, un respetable que en Córdoba ha agradecido la vuelta a la resurrección con Your Latest Trick, esa joya del solo de saxo del multiplatino LP que grabó en 1985 con sus hermanos de sangre, que tituló Brothers in arms, el más vendido de la historia del CD.
A partir de ahí, temas mucho menos conocidos para la marea daireistriniana de Los Califas como Silvertown Blues –de Sailing to Philadelphia–, y Postcards from Paraguay –de Shangri-La (2004)–. Para volver a la añorada resurrección con On Every Street, esa canción del álbum del mismo nombre, el último de la banda británica, publicado en 1991, y que posee un riff de guitarra made in Knopfler –tocado como solo él lo sabe hacer sin púa– un virtuoso riff que poco a poco va in crescendo hasta atrapar a quien lo escucha y dejar preparados los oídos para que Speedway at Nazareth –el tercer tema interpretado de Sailing to Philadelphia– entre más fácil.
Ya va quedando poco para decir adiós, para que Andalucía en general y Córdoba en particular despidan como se merece de los escenarios al gran sultán, cuando empiezan a sonar los acordes de la maratoniana Telegraph Road, ese tema de 15 minutos que abría el LP de Dire Straits Love Over Gold, publicado en 1982, ese tema que tan perfecto interpreta recordando a la versión que incluía aquel disco en directo de los británicos, Alchemy, publicado en 1984, ese en el que nunca sonó tan perfecta Sultans of Swing, canción que una y otra vez se ha oído pedir al público desde la grada, las barreras y la arena de la plaza de toros de Córdoba. Y si a Mark Knopfler se le perdona todo, mucho más si en los bises suena Money for Nothing, el segundo corte de Brothers in arms, cuyo riff logra poner al Coso de los Califas en pie aunque se lleven ya dos horas de concierto, un Coso de los Califas que espera que a ese adiós le ponga banda sonora Mark Knopfler con Going Home, canción instrumental de la película Local Hero (1983) con la que el guitarrista siempre ponía el punto y final a los conciertos de Dire Straits. En esta gira, suele preferir hacerlo con Piper to the End –de Get Lucky (2009)–, pero a Córdoba le tiene reservado ese The End perfecto con la belleza del encuentro de amor entre el saxo y la guitarra de la ansiada Going Home. Da igual que no haya sonado Sultans of Swing, Córdoba también le perdona todo al maestro de las seis cuerdas y mucho más aún el día de su despedida de la ciudad, un día en el que el sultán puso a Los Califas a sus pies.
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