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olga pericet. bailaora
Granada/La crítica del The New Yorker dice de ella que es "una intérprete ardiente y técnicamente consumada, además de una valiente experimentadora". También lanza una aviso al público: "Esperen sorprenderse". Olga Pericet (Córdoba, 1975) se ha ganado a pulso su título de renovadora del flamenco. Discípula de Matilde Coral y Manolo Marín, la bailaora atesora numerosos galardones que reconocen su impecable dominio de la técnica como el MAX a la Mejor Bailarina Principal por Pisadas. Pericet cerrará Los Veranos del Corral de Granada el 13 de septiembre en el Palacio de los Córdova. Mientras, prepara su nuevo espectáculo dedicado a Carmen Amaya.
-La espina que quiso ser flor o la flor que soñó con ser bailaora trata de darle valor a la mujer creadora, tanto en dramaturgia como en coreografía. ¿El mundo de la danza es tan machista como lo pintan en las películas?
-No es que la danza sea machista, es que el mundo y la educación que recibimos es machista. Eso se refleja en la cultura. No creo que el machismo se manifieste menos en otra profesión.
-Las direcciones de ballets, de instituciones que tienen que ver con la danza, casi siempre están dirigidas por hombres. ¿Cuándo cambiará esta situación?
-Estamos luchando, pero hay mucho por hacer. Esta situación también se vive en el mundo del teatro y de la política.
-¿Se ha sentido alguna vez menospreciada por el hecho de ser mujer?
-A veces, en un círculo machista, me he encontrado con alguna dificultad y me he sentido incómoda. Es lo único que te puedo decir. He sentido esa incomodidad de no haber podido expresarme como quería.
-En este último montaje se transforma en una galería de mujeres a través de diferentes estados emocionales.
-Me sale de forma natural dedicarle un espacio importante a la mujer en mis montajes. A veces retengo hablar de esto porque muchos se acogen a esta moda, pero reconozco que desde el inicio de mi carrera he enfocado mi danza al poder de la mujer. La protagonista (de La espina que quiso ser flor o la flor que soñó con ser bailaora) va cambiado tanto... de edad, de simbologías, de volumen. La gente se siente muy identificada con el espectáculo porque se muestran muchos tipos de feminidad.
-Me hablaba de transformación. ¿Se siente más bailaora que bailarina?
-Sufro bipolaridad (ríe). En lo más profundo de mi alma habita una bailaora con conocimientos de bailarina.
-¿Qué es lo que le inspira a la hora de elaborar un nuevo montaje?
-Cuando algo me provoca una inquietud o una curiosidad que me hace ir más allá.
-¿Se pone límites?
-Las circunstancias y las condiciones físicas a veces te limitan. Me enfada mucho admitirlo, pero sí, hay límites. Precisamente, lo que hay que hacer es intentar vencerlos.
-¿Cree que una coreografía flamenca puede ser rabiosamente vanguardista y ortodoxa a la vez?
-Sí. (Silencio). Lo tengo clarísimo. Esa es mi creencia y por ahí perfilo mi carrera. Por eso muchos se contradicen a la hora de etiquetarme. La vanguardia no es la ruptura de la ortodoxia. Cuando se desnuda el flamenco, cuando se va a la raíz más profunda, es cuando menos límites hay. Ahí está la vanguardia. Basta con ver lo que se ha hecho antes. La ortodoxia no está reñida con la vanguardia en el flamenco.
-El director de la Bienal de Sevilla, Antonio Zoido, ha dicho en una entrevista en El diario de Sevilla que "el flamenco es el fenómeno musical más contemporáneo que tiene hoy por hoy España". ¿Está de acuerdo?
-El flamenco siempre se ha amoldado a su tiempo. Se puede arrimar a cualquier música. No es una cosa cerrada.
-La técnica se aprende en la escuela, pero ¿cómo se aprende a emocionar al público?
-Ni yo misma lo sé (ríe). A mí me emocionan las cosas que son de verdad, o cuando el artista me habla de la grandeza de lo sencillo.
-¿Cuándo le empieza a picar el gusanillo del flamenco?
-Siempre ha ido conmigo porque en mi casa se ha escuchado flamenco toda la vida. En Andalucía lo tenemos muy presente. Yo lo he mamao. Si alguna vez se me olvidará bailar flamenco volvería a mi casa para recordarlo. Profesionalmente es algo que ya estaba rodando.
-¿Le pesan los premios y el título de renovadora del flamenco?
-Estamos renovándolo todos. No lo pienso porque entonces me limito más.
-Prepara un nuevo espectáculo. ¿Puede adelantar algo?
-Está en proceso de creación. Ahora mismo estoy investigando la figura de Carmen Amaya. Para mí es una gran inspiración.
-Carmen Amaya, con un look tremendamente masculino, se comía el escenario.
-Ella demostró que los límites los ponen las personas. Fue una artista tan grande y tan libre... Hizo lo que quiso. Ella lo sintió así. Revolucionó el mundo del flamenco siendo mujer, gitana y pobre. También hay otros antecedentes como -la bailaora y guitarrista- Trinidad Huertas La Cuenca (que se vestía de torero).
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