Hugo Mujica: "La falta de sentido que tenemos es que ya no tocamos la vida"

Cosmopoética 2022

El escritor y poeta argentino conversa con 'El Día', a sus 80 años, sobre la vejez, la libertad o la creatividad antes de regresar a Cosmopoética

Hugo Mujica antes de la entrevista. / Juan Ayala

A sus 80 años, Hugo Mujica (Buenos Aires, 1942) no siente la idea de estar de vuelta en la vida, no da la espalda al presente y se resiste a esa forma de hablar de "mi tiempo", que utilizan otros como si hubieran bajado la persiana en algún momento. "No siento esa idea de estar mirando desde otro lugar; la vejez es un nuevo conocimiento, también tiene un contenido". "Es la actitud que pones y no dejarte moldear por las expectativas", sostiene.

A lo largo de su vida, Hugo Mujica estudió Bellas Artes, Filosofía o pintura, aunque es principalmente conocido, en el mundo y sobre todo en Argentina, por su obra poética y ensayística. Llega a Cosmopoética como una de las estrellas de la edición, aunque él no se dé importancia; prefiere a Messi antes que a Maradona, y se ordenó sacerdote tras pasar siete años viviendo en un monasterio bajo voto de silencio. "Hablamos más de lo que tenemos que decir, pero no es nada personal" -los argentinos tienen fama de ello, dice el que entrevista-; "ah, no lo sabía, creía que éramos solo pedantes".

Con 19 años emigró a Estados Unidos, era la década de los 60. "Llegó un nene y se fue un hombre. Me las arreglé de carambola -agrega-, sin plata (dinero), sin idioma..., fue mi segundo nacimiento, sin duda". Hoy, un chaval con esa edad viaja de turista, compara. En aquella época "no había internet, no teníamos información vivencial de todo, y Nueva York eran las películas". En la mesilla, un teléfono reproducía mensajes sin contestar y "me acuerdo que dije: el futuro ya llegó". Todavía hoy, Mujica piensa que "el único lugar en que la gente va a ver el futuro es Nueva York; al resto de lugares vas a ver el pasado, lo que fue".

En Córdoba (Andalucía) ya estuvo otra vez para algo de poesía, afirma sin concretar. A Madrid estuvo viajando asiduamente durante 15 años. De sus visitas a España rescata por delante sus raíces, pues "todo el mundo quiere ir al pueblo de alguna forma, cierran a mediodía para comer, tienen fiestas por todos lados, inventan puentes donde no hay". Es todo eso que suma y que Mujica sintetiza en que "ustedes todavía eligieron la vida, no están subidos a la funcionalidad. Tienen relaciones personales y no mecánicas, y lo digo como virtud".

El escritor argentino establece un antes y un después en el siglo XVIII, con la sociedad industrial y el nacimiento de la funcionalidad. Todo está diseñado, pensado, intencionado. "Se deja de tocar la vida", resuelve Mujica. "En el mito del génesis, el trabajo es una maldición; el ocio, la contemplación, siempre fue el gran tema de Occidente. La república nace del ocio y después viene el negocio", sintetiza. Todo eso se rompe y se antepone un progreso malentendido: "Nietzsche divide en una frase que me parece maravillosa: prefiero la danza de la vida a la marcha de la historia".

No se trata de hedonismo u otra corriente filosófica, "es una visión humana", explica Mujica. "Yo trabajo veinte horas para que mi hijo tenga no se qué y cuando llego a mi casa mi hijo ya está durmiendo. Luego me levanto antes de que se levante él, para ir a trabajar para él...", sirve como ejemplo. "La gran sed y la falta de sentido que tenemos es que ya no tocamos la vida", concluye.

Hugo Mujica posa para 'El Día'. / Juan Ayala

Para Mujica, el verdadero sentido de la vida está en "la libertad, como lo posible de todo, a pesar de...". En su extensa obra, con una veintena de libros publicados, lo plasma bajo el concepto de "desnudez". Es, sin duda, uno de los términos, junto al de creatividad, sobre el que pivota su análisis de la vida.

"Nosotros nacemos en un mundo en el que ya te pasan el libreto, y todo el libreto son respuestas: aprender y obedecer. Lo primero que tienes que deconstruir son los mecanismos culturales, qué hicieron con vos, y después vas a saber qué quieres hacer eso", comenta como una lucha frente a la homogeneización de las personas: "Yo aspiro a que todos seamos únicos".

"Siempre va a haber mecanismos culturales, siempre habrá reglas, pero las reglas son para jugar, no para creérselas, igual que la ley está para transgredir. Siempre necesitamos un contrato social, el hecho es saber donde están los espacios entre las mallas para crear. Uno se deconstruye no para vivir desnudo, sino para ser desnudo, libre, que no es poco".

Para Mujica, el intento de controlar al rebaño se remonta a los orígenes de la civilización. "Siempre hubo un poder que te hace creer que tiene un poder sobre ti. Controla al que le conviene", señala. En la época antigua estaba "el destino". "Más control que hubo en la Edad Media no hubo nunca: ibas al baño y decías me está mirando Dios. Era de locos, el tío lo abarcaba todo".

El siguiente paso, según el argentino, será la invasión de los chips total. "En Chile sacaron una constitución nueva que no aprobaron, pero de todas formas la escribieron, en la que estaba una cláusula de que yo soy propietario exclusivo de mi cerebro. Tú serás el dueño de que te pongan un chip o no hacerlo, igual que tú eres el dueño de tener un teléfono o no..., pero en realidad no eres dueño de no tener un teléfono porque, si no, no puedes hacer un trámite en el banco...", reflexiona Mujica. "A eso vamos, después no sé que haremos, si llega o se pudre todo o se acaba la electricidad antes, pero esa es la dirección a la que vamos".

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