Mio Cid y un juglar de lujo
Mio Cid | Crítica de teatro
La ficha
**** Mio Cid. Producción: Teatro de La Abadía. Dirección e interpretación: José Luis Gómez. Música: Helena Fernández Moreno. Fecha: viernes 22 de enero. Lugar: Teatro Góngora.
Corren, como dijo Brecht, malos tiempos para la lírica. Si 2020 será recordado como el peor año para las artes escénicas en lo que llevamos de siglo, 2021 tampoco augura mejoría. Las nuevas restricciones convierten el hecho de ir al teatro en un acto de compromiso equiparable al de aquellas personas devotas que cada día acuden a su parroquia para recibir los sacramentos.
Bajo este panorama aciago solo podemos añadir como nota positiva que el pasado viernes a las 16:00 un grupo de creyentes tuvieron el privilegio de asistir a una liturgia en Teatro Góngora celebrada por un oficiante excepcional: José Luis Gómez dirige e interpreta Mio CidMio Cid.
Cualquier persona que haya cursado estudios de secundaria seguramente guardará en la memoria el título de este cantar de gesta, el más antiguo que se conserva. A través del verso y en un lenguaje que mezcla expresiones y lenguas de toda la geografía de nuestra península, el poema anónimo narra vivencias de la parte final en la vida de don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador: desde su destierro impuesto por el rey Alfonso VI, pasando por las conquistas de tierras levantinas que le otorgan el perdón del monarca, las bodas de sus hijas con los Infantes de Carrión, los cuales las maltratan y humillan hasta que finalmente queda restaurada su honra al ser juzgados por el rey a petición del padre y se vuelven a desposar con otros príncipes.
Aquella información albergada en manuales de Lengua y Literatura que con cierto sopor debíamos estudiar poco tiene que ver con la magistral didáctica ofrecida por José Luis Gómez sobre las tablas.
Bajo la aportación musical y sonora de Helena Fernández, el verso se convierte en acción gracias a la proverbial naturaleza de este actor, fruto de seis décadas de intensa carrera profesional.
Si Mio Cid es un reencuentro con la esencia viva de aquellos primeros intérpretes que en plena Edad Media cantaban sus gestas por las ciudades y aldeas a cambio de monedas y pan, para el actor onubense también ha servido de introspección, compartiendo con el público algunos de sus recuerdos como estudiante de Arte Dramático en Alemania y la visión personal sobre cómo el actor debe afrontar con humildad el texto para convertirse en verdadero transmisor.
La ceremonia acaba. La luz de la sala ilumina a los presentes que, con largo y emotivo aplauso, agradecen el trabajo realizado por este juglar de nuestra época. Hasta la próxima función. Si Dios quiere.
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