"Me da igual lo que piensen los puristas"

Tote King. Músico

El rapero sevillano acaba de poner en el mercado su quinto álbum en solitario, '78', un disco de larga elaboración que presentará el próximo viernes en la sala Simbala de Córdoba

Tote King, en una imagen promocional tomada para el álbum '78'.
Tote King, en una imagen promocional tomada para el álbum '78'.

Aunque entre uno y otro figuren un álbum junto a su hermano Shotta (Héroe, 2012) y una sabrosa colección de descartes (El tratamiento regio, 2013), el rapero sevillano Tote King ha tardado cinco años en transitar el camino desde El lado oscuro de Gandhi hasta 78, el nuevo disco que Octubre, subsello de Sony, acaba de poner en circulación. A lo largo de todo ese tiempo han cambiado muchas cosas en el panorama del hip-hop. La más llamativa, quizás, la arrolladora irrupción del trap, ese rap con tratamiento electrónico en el que priman los subgraves abisales y las melodías sintetizadas. No lo elude, aunque Tote, gran aficionado al baloncesto y que el próximo viernes actúa en la sala Simbala de Córdoba, siempre ha jugado bien a la contra.

-Abre uno el CD de 78 y lo primero que se encuentra es una cita del Libro del desasosiego de Pessoa, un párrafo que arranca: "Si escribo lo que siento es porque así disminuyo la fiebre de sentir". ¿Identificación? ¿Declaración de principios?

-Es identificación. Pessoa es otro de los descubrimientos que le debo a [Enrique] Vila-Matas, mi mentor literario durante los últimos siete u ocho años. Leo todo lo que recomienda. Para mí es un autor de referencia que llena sus textos de referencias a otros libros y películas.

-¿Ha llegado a conocerlo?

-Llevo mucho tiempo intentándolo. Un día me avisó mi madre de que iba a estar en Sevilla, en un encuentro digital en un periódico. En El tratamiento regio hay una canción en la que lo cito, lo nombro varias veces en el estribillo. Alguien se lo comentó y parece que la escuchó, porque en el encuentro le preguntaron por ella y contestó que sí, que la conocía. "Me fascina y la escucho siempre que quiero animarme a escribir", dijo. Eso lo tengo guardado como un tesoro. Quiero conocerlo aunque sólo sea para que me diga qué tengo que leer durante los próximos diez años de mi vida.

-Usted fue de los primeros raperos españoles en utilizar una banda para sus directos. Sin embargo, por aquella época comentaba que no veía claro cómo trasladar eso al estudio de grabación. Y ahora, en 78, casi la mitad de los temas están grabados con músicos...

-Llevo mucho tiempo con el sueño de conseguir algo entre el rock y el rap. Y cuando digo rock, es rock, no indie-rock. Creo que ése es uno de los motivos por los que he tardado tanto en hacer este disco. La primera idea era hacerlo entero con banda. Le di muchas vueltas y estuve buscando gente. Pero es dificilísimo. Cuando estás maquetando las canciones, a la segunda o la tercera, te das cuenta de que los elementos son siempre los mismos: guitarra, batería, bajo y teclados. Puedes decir: "venga, quiero unos vientos". Pero en el rock los vientos se meten como arreglos al final. Y yo los quiero ya. Cuando un productor de rap me manda un beat, ya viene arreglado, hecho casi al 90% tal cual va a quedar luego en el disco. Eso me da un subidón a la hora de escribir. Pero con la banda el subidón me duraba un tema o dos. Luego todo me sonaba igual. Lo que cambiaba era el ritmo: más rápido, más lento... Así que empecé a pensar que no era la mejor manera de hacerlo. Para que empieces a notar sensaciones diferentes entre tema y tema, la banda no puede ser guitarra, bajo, batería y teclados. Tiene que ser eso, los vientos... ¡Casi una orquesta! Y estar al servicio de la canción todos los días. No tenemos presupuesto para trabajar así. Es imposible. Aún estando en Sony, sólo era viable si prescindíamos de otras cosas que no quería dejar fuera. Así que decidimos quedarnos con lo que más nos gustaba de lo que habíamos hecho con la banda y utilizarlo como arreglos con los que luego trabajaron los productores.

-Es curioso, porque hubo un momento en el que parecía que el rap tiraba por ahí, y sin embargo el uso de banda real cotiza hoy a la baja...

-Totalmente. A menos que le des una estética de rap-metal a lo Rage Against The Machine… El problema es que luego se ha demostrado que como ellos no hay nadie. Fueron los mejores. Tocaban tan bien que aunque utilizaran siempre los mismos instrumentos conseguían que el disco no sonara igual. Ahora hay un tío en Washington que me interesa mucho, Wale, tiene ya tres o cuatro discos y un sonido muy especial. Trabaja con un productor, Tone Price, muy metido en lo que llaman el DC Sound, el soul de la zona, con mucha percusión y vientos. Samplean y arreglan con vientos y con piano. Ese tipo de instrumentales es brutal. Pero bueno, Wale hizo un par de discos así y al tercero se metió en la moda del trap.

-También usted tantea ese terreno en un par de cortes de este disco...

-Me gusta el trap, pero quería jugar a la contra. Sabía que si en lugar de dos temas me hacía medio disco de trap iba a resultar demasiado previsible. Así que pensé, "ahora que está todo el mundo con la electrónica, vamos a echarle valor y hacer un disco con banda". No se pudo del todo, pero bueno, al menos la mitad.

-¿Ve el trap como una moda?

-No sé si será algo pasajero. Yo soy de los que admiran a Pxxr Gvng. Creo que son valientes y eso mola. Lo que ocurre es que somos muy cerrados, incluso muy racistas. Por ejemplo, me sorprenden las cosas que todavía hoy se siguen diciendo del reguetón. Al margen de lo que dure el trap, apoyo la iniciativa: ha conseguido que tengamos la sensación de que todo lo demás suena a vieja escuela.

-Las colaboraciones son moneda común en el rap, pero en 78 tira de músicos de otros géneros, como Andreas Lutz, de O'funk'illo, El Canijo de Jerez...

-Con este disco me he quitado algunas espinitas que tenía clavadas. Andreas es colega mío desde hace mucho tiempo y siempre ha estado ahí, entre el rap y el metal, y nunca habíamos hecho nada. Pero no sólo conmigo, tampoco con otra gente del rap sevillano. No sé por qué pasan estas cosas. También me ha ocurrido con Narco, por ejemplo. Me dije que en este disco no le iba a tener miedo a nada. No tengo 20 años, me da igual lo que piensen los puristas del rap, ya está bien.

-¿Y qué me cuenta de El Canijo en El premio pa ti?

-Es tremendo. Nos conocimos en el festival Alrumbo y estuvimos hablando, bebiendo y cantando canciones de Extremoduro. Esa energía y actitud que tiene es la que me mola: nada de postureo, nada de cara seria; todo el día alegría, todo el día con la guitarra. Tuve claro que tenía que trabajar con él. Hay gente que ya había probado a mezclar rap y flamenco, Solo Los Solo, Haze, Payo Malo... Es la música de la tierra y ni las sampleamos ni la trabajamos mucho.

-Otro guiño aflamencado: usan un sample de Las Grecas en Robocordones, uno de los temas del disco producidos por DJ Rune, todo un descubrimiento.

-Es un superdotado. Es el DJ de mi hermano Shotta, un tío muy tímido que va a su bola, por eso estamos ahí apretándole para que se tire a la piscina. Lo hace todo y lo hace muy bien. Con los platos es una bestia. Pero es que luego se pone a producir instrumentales y en dos años hace cosas que cuando las escucho digo "pero si esto es brutal". Le pedí hace tiempo a Griffi que me hiciera algo de ese rollo, quería recuperar ese punto que él tenía de la época de Solo Los Solo, pero está en otra onda. Así que se lo pedí a Rune. Y lo consiguió. Es muy, muy bueno.

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