Las dudas sobre Medina Azahara

El conjunto arqueológico demanda un impulso que va más allá de un cambio de director

Visitantes frente al Salón Rico.
Alfredo Asensi Córdoba

02 de febrero 2013 - 05:00

¿Y ahora qué? La destitución de Antonio Vallejo como director de Medina Azahara, un cargo en el que ha estado 28 años, muestra voluntad de cambio en el conjunto arqueológico pero no revela su alcance. La Consejería de Cultura y Deporte guarda silencio sobre sus planes más allá de la ya anunciada intención de resolver en el menor plazo posible el problema de las goteras y el cierre de la cafetería, que se prolonga desde 2011.

Y no son pocas las cuestiones que hay que tener en cuenta para darle a la ciudad palatina ese "nuevo impulso" al que el pasado miércoles se refirió en Córdoba el consejero de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso. La de mayor calado, y pensando a largo plazo, tiene que ver con su condición de referente turístico. El conjunto necesita un plan de acción, con nuevas medidas promocionales, que difunda sus valores patrimoniales y su importancia histórica. El descenso a niveles de visitantes de finales del pasado siglo revela el fracaso de uno de los grandes objetivos que postuló la Junta con la apertura de la nueva sede institucional del conjunto: acceder a una nueva dimensión en el mapa turístico. Pero también se ganan visitantes ofreciendo a los cordobeses atractivos para que mantengan con Medina Azahara una relación más asidua, creando una oferta de actividades más dinámica y variada, otra idea que fue caudalosamente apuntada por los responsables institucionales con motivo de la inauguración del edificio de Enrique Sobejano y Fuensanta Nieto y que luego cayó en el olvido.

De una manera muy distinta de concebir Medina Azahara y su proyección surgieron no pocos roces entre Vallejo y la Consejería, por lo que cabe esperar a partir de ahora la aplicación de nuevos criterios. Pero el conjunto debe avanzar en varias vías, la científica como campo de estudio para expertos (y en la que deben seguir sucediéndose restauraciones y excavaciones), la de enclave turístico cultural, la de yacimiento abierto a la sociedad y fuente de conocimiento de una época. Su potencialidad es tan grande que no resulta exagerado afirmar que Córdoba está desaprovechando un recurso con el que pocas ciudades cuentan.

Una duda que la Consejería tendrá que resolver es si va a cambiar el modelo de gestión, con un organigrama que permita a la antigua ciudad palatina crecer en los distintos campos señalados. Pero ello requeriría una mayor inversión, otra circunstancia que el conjunto demanda a gritos para, entre otros proyectos, continuar con el programa de restauraciones. Y en tiempos de recortes se antoja difícil.

De la colaboración con otras instituciones (Ministerio de Cultura, Ayuntamiento) y la búsqueda de financiación en otras fuentes (un camino ya iniciado con la implicación de la organización World Monuments Fund en la restauración del Salón Rico) depende en gran medida que Medina Azahara dé en los próximos años el salto que se le pide. Y de la solución de algunos aspectos tan básicos como la conexión con el centro de la ciudad, que sigue siendo muy mejorable.

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