“Una parte de la izquierda no entiende que las políticas del pasado ya no funcionan”

Pablo Simón. Politólogo

El profesor de Ciencias Políticas ha mantenido un encuentro con miembros de los clubes de lectura en la Feria del Libro con motivo de su ensayo ‘El príncipe moderno’

Pablo Simón, antes del encuentro con los clubes de lectura.
Pablo Simón, antes del encuentro con los clubes de lectura. / Jordi Vidal

El politólogo Pablo Simón (Arnedo, La Rioja, 1985) ha pasado este miércoles por la Feria del Libro, donde ha mantenido un encuentro con miembros de los clubes de lectura de la Red Municipal de Bibliotecas con motivo de su ensayo El príncipe moderno (Debate), en el que trata algunos de los aspectos que componen buena parte de los debates que ocupan la actualidad española. Simón es profesor de Ciencias Políticas, articulista y es habitual verlo en televisión haciendo análisis político.

–El título de esta obra hace un guiño a El príncipe de Maquiavelo. ¿Qué influencia ha tenido en usted?

El príncipe moderno quiere ser una forma de homenaje a la figura de Nicolás Maquiavelo porque él es el padre de la ciencia política moderna. Lo que él hace en su análisis es tratar de aproximarse a los fenómenos políticos no como deberían ser sino tal cuales son. Es decir, intenta hacer de pornógrafo de la realidad, desnudar por qué los actores políticos se comportan como lo hacen, trata de concebir la política como un conflicto, la plantea como un dilema... Por lo tanto, Maquiavelo trata de ser como un maestro de esgrima; le interesa cuál es la estocada que puede poner fin al enemigo. Yo hasta cierto punto me considero heredero de esa tradición de las ciencias sociales y, por lo tanto, de tratar de explicar los fenómenos no tanto diciendo como deben ser, sino como son.

"Con este libro trato de ofrecer una caja de herramientas a los ciudadanos"

–Maquiavelo dirigió este tratado a Lorenzo de Médici. ¿A quién dirige este libro?

–Al ciudadano, que es nuestro príncipe moderno. Es decir, estamos en un momento en el que los ciudadanos confrontan una situación de gran incertidumbre, volatilidad, emergencia, nuevos partidos, fragmentación... Un mundo complejo, diferente, no necesariamente ni mejor ni peor sino distinto. Con este libro trato de ofrecer una caja de herramientas a los ciudadanos. Recoge básicamente lo que sabemos y no sabemos en ciencia política sobre muchos de los debates contemporáneos que hemos tenido en la última década y seguro que tendremos en el futuro.

–¿Cómo es la respuesta de la gente cuando mantiene encuentros con lectores, qué inquietudes muestran?

–Es algo muy bonito y además muy curioso porque en función del territorio en el que esté y del tipo de extracción de la gente las inquietudes o los temas que les llaman más la atención son unos u otros. Cuando se lanzó mi libro acababa de surgir Vox y había muchas preguntas sobre la extrema derecha. Luego, hice una presentación en Palencia y hubo inquietud sobre cuál podía ser el comportamiento electoral de los jóvenes; en Oviedo se interesaron por qué está pasando con la clase obrera y por qué votan a la extrema derecha ahora; en Valladolid ha habido más interés a propósito de la influencia de los medios de comunicación... Para mí es muy ilusionante porque veo que el libro tiene muchas lecturas y me llena de satisfacción el haber ayudado a abrir la ventana a ese debate.

–A falta de menos de un mes para las elecciones. ¿Cómo ve el panorama?

–Movido. Es un panorama extenuante. Creo que este ciclo electoral en el que tenemos generales, autonómicas en 12 comunidades, municipales y europeas lo podemos sintetizar como el final del principio. Es decir, en 2014 hemos abierto la caja de los truenos de un sistema político nuevo y ahora, cuando termine este ciclo electoral, vamos a ver lo sólidos que son los mimbres de este nuevo multipartidismo que creo que ha venido para quedarse, pero va a obligar a dinámicas nuevas de pactos, de gobiernos, de coalición... y en el cual, por primera vez en nuestra historia reciente, tenemos cinco partidos de ámbito estatal.

Pablo Simón, acompañado por miembros del club de lectura de ensayo.
Pablo Simón, acompañado por miembros del club de lectura de ensayo. / Jordi Vidal

–Uno de los asuntos que trata en su libro es la crisis de los partidos. ¿Qué consecuencias está teniendo? ¿Es una de ellas la aparición de Vox?

–Sí. Desde los años 70 para acá estamos viviendo un proceso de desintermediación de la política. Es decir, sindicatos, iglesia, patronales y partidos políticos tienen menos afiliados y el electorado es más volátil. Esto se da por diferentes razones: porque la gente se ha alfabetizado más, es más crítica y está más interesada, pero al mismo tiempo porque confiamos menos y por ello cambiamos más fácilmente de partido. Ahora hay una buena ventana de oportunidad, yo diría que prácticamente desde la gran recesión de 2008, para hacer nuevos partidos. La personalización de la política y su mediatización a través de los grandes medios de masas son elementos que ayudan mucho a cualquier emprendedor político. Distinto es que vaya a sobrevivir o no ese partido. De momento los clásicos han llegado hasta aquí. Los nuevos van a tener que demostrar si van a cumplir tantos años como los clásicos.

–¿Qué recorrido le ve a Vox? ¿Cree que sus mensajes realmente son factibles o simplemente una llamada de atención?

–En términos de programa creo que hay muchas partes que no son factibles, pero si uno mira a su alrededor y ve cómo los partidos de extrema derecha fueron entrando en los parlamentos europeos en los años 90 y 2000 creo que Vox ha venido para quedarse en la política española. Puede haber rupturas internas o escisiones, a veces esas cosas pasan, pero ese espacio político de un sector más reaccionario, neocatólico, más autoritario, más duro con el tema territorial, es un espacio en el cual la oferta genera la demanda. Está pasando en toda Europa y en ningún sitio hemos visto partidos de extrema derecha que aparecen y desaparecen. Por lo tanto, Vox está remando a favor del tiempo histórico.

"Podemos sintetizar este ciclo electoral como el final del principio"

–Ante una derecha cada vez más unida, tenemos a una izquierda cada vez más fragmentada y a la que le cuesta mucho más las coaliciones. ¿Qué lectura podemos hacer de esto?

–La izquierda tiene más tradición que la derecha en términos de división interna y fracturas, es un clásico. Y es verdad que por primera vez en nuestra historia sí hemos visto tres partidos como el liberal, el conservador y la extrema derecha. Le guste o no, si la izquierda no es capaz de pactar, no podrá gobernar jamás. Los tiempos de concentración bipartidista han llegado a su fin y, por lo tanto, si no son capaces de llegar a acuerdos y coaliciones seguirán en la oposición. Creo que al final se impondrá la razonabilidad de hacer de la necesidad virtud y terminar gobernando juntos.

–¿Ha perdido la izquierda, tal y como está ahora mismo la sociedad, su razón de ser?

–Digamos que más que su razón de ser, porque entiendo que la izquierda es una ideología que está preocupada por la igualdad, lo que sí ocurre es que está escindida entre dos elementos. Por un lado, tiene la nostalgia del pasado, de cuando el refugio tradicional de sus liturgias giraba en torno a la clase obrera, a la sindicación de los grandes centros fabriles, a un mundo que ha desaparecido. Esto ha hecho que las identidades se hayan fracturado porque las formas de desigualdad hoy son más sutiles y complejas que en el pasado. Algunos partidos de izquierdas no han entendido que esa nueva desigualdad no va a venir a buscarte, hay que ir a buscarla, y que las políticas del pasado ya no funcionan en el entorno actual en el cual la gobernanza económica es mucho más compleja, global e interdependiente.

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