El escritor cordobés más laureado de la literatura española: "Me acusaban de 'cazapremios' para menospreciar mis obras"
Concursos de Literatura
Manuel Terrín Benavides (Montoro, 1931) atesora 2.051 premios en certámenes literarios, siendo, hasta que se demuestre lo contrario, el más laureado de las letras españolas
La obra inédita de Antonio Gala 'Poemas de lo irremediable' se publicará en octubre
En Montoro nació, en 1931, el que hoy en día ostenta, oficiosamente, el título de ser el escritor más laureado de la literatura en español. Manuel Terrín Benavides, a sus 92 años, atesora 2.051 premios en certámenes literarios; el último en sumar, el Deza de Poesía de Castillo de Bayuela (Toledo), conseguido el pasado 20 de agosto y dotado con 250 euros, que Terrín no pudo recoger por motivos personales.
El palmarés de Terrín Benavides, sin embargo, ha pasado inadvertido en el escaparate (físico y digital) de las principales librerías y editoriales de este país: su nombre aparece perdido en un montón de artículos de prensa que se hacen eco del fallo del jurado en algún concurso. El escritor más premiado de las letras españolas apenas cuenta con una calle con su nombre en su pueblo natal y otra que parece caída al azar en Laguna del Duero (Valladolid). También tiene una pequeña biografía en Wikipedia que reconoce su estatus, aunque ya fuera del alcance que un nonagenario "clasicón", sin WhastApp, sin ordenador y sin internet pueda llegar a valorar. "¿Eso qué significa, que es un mérito?", pregunta Terrín al otro lado del teléfono sobre la existencia de su página en la enciclopedia libre universal. "Pues estupendo, no lo sabía". apunta.
Su verdadera cuota de fama reside en el mundillo de los certámenes literarios, en el que Terrín ha cimentado su éxito, quizás como precursor analógico y posiblemente la versión más romántica del nuevo oficio de concursante profesional que hoy abunda en los platós de televisión, saltando de programa en programa por todas las cadenas a la caza de botes millonarios. Allí, en su mundillo, Terrín ha sido reconocido con la gratitud de la crítica y también ha sufrido los sinsabores de la serie B de la literatura: "Con esto no te haces rico, ni tampoco famoso. No te abre un camino ni mucho menos. Eso es para los que tienen amistades y los van metiendo, o los que son verdaderamente muy buenos y ganan un Planeta".
81 premios en sólo un año
El interés de Manuel Terrín Benavides por la literatura se despertó tarde, rondando los 30 años y atraído por las coplas de Jorge Manrique, señala para el Día. Sus orígenes humildes partieron por la mitad sus posibilidades de estudiar: trabajó de niño en el campo y de adolescente como barquero hasta que, con la mayoría de edad, ingresó en la escuela de aviación militar como técnico especialista en electrónica aeronáutica, profesión que ejerció y que pudo compaginar con sus estudios de Bachillerato hasta que entró en la reserva transitoria para poder dedicarle más tiempo a su afición literaria.
"Empecé escribiendo para mí con mucha timidez y un día vi un concurso, en Cádiz me parece que era, me presenté y lo gané. Ése fue el primero", recuerda Terrín. Tenía 40 años. "Luego apreté el acelerador", bromea.
Ciudad de Cuenca, Dama de Elche, Diputación de Guadalajara, Ciudad de Toledo, Ciudad de Algeciras, Ciudad de Zaragoza, Lincoln de Miami… Así, hasta los 2.051 premios actuales que marca el registro: "Todo empezó con una llamada desde Los Ángeles (EEUU), que habían hecho indagaciones y no habían encontrado a ningún otro que tuviera más premios que yo". A falta de un inventario oficial, sirve como tal el taco de folios que Manuel Terrin guarda en su casa, donde van anotados (año, concurso, lugar, obra, premio; en ese orden) desde el primero hasta el último de los galardones. "El que quiera comprobarlo, se lo enseño", advierte, poniendo su título a disposición del que demuestre lo contrario.
Entre tantos años cosechando triunfos -la mayoría en poesía, su verdadera pasión, aunque también en las categorías de relato corto y cuentos-, Terrín destaca el récord de los 81 premios conseguidos en el año 1985. "Tuve que aflojar un poco porque fue bestial", reconoce señalando el desgaste físico y también económico de tantos kilómetros por carretera para recoger los premios: "Más de una vez he salido perdiendo por el desplazamiento hasta el lugar del concurso", señala.
"Es difícil encontrar un certamen en el que la remuneración del premio sea grande", aclara el escritor, que asegura que, aunque sí le ha servido para tapar agujeros, no le ha dado para ganarse la vida. "En los primeros años no había que pagar a Hacienda y había más concursos", explica, pero con la crisis de 2008 y la digitalización, las bases de este tipo de certámenes se fueron unificando y empezaron a exigir más requisitos.
Damnificados por Manuel Terrín
Convertirse en el escritor hispanohablante más premiado también ha sido la forma de ganarse un grupo de detractores a ambos lados del charco. Según salió publicado en unos foros literarios y confirma el propio autor, se creó la Asociación de Damnificados por Terrín (ADT). "Hubo concursantes que no se conocían entre sí, que se unificaron y se pusieron de acuerdo para liquidarme de los certámenes porque les fastidiaba que sólo uno se llevara tantos premios", relata el montoreño.
De todos los apelativos que le han repetido, hay uno que le ha perseguido por encima del resto: "Me acusaban de cazapremios. Me molestaba porque había una mala intención de menospreciar la calidad, de herir a la persona, pero, ¿qué puedes hacer?".
Según se extrae de la biografía escrita por el cronista oficial de Montoro, José Lucena Llamas, esta especie de asociación secreta, de la que no se sabe ni se puede contrastar su existencia o si sigue en activo, se dedicaba a criticarle en foros literarios de internet y a denunciar supuestas irregularidades en los fallos de los jurados, logrando su propósito en varias ocasiones. Por ejemplo, en septiembre de 2015, el jurado del Premio Nacional de Poesía Vicente Cano de Argamasilla de Alba decidió revocarle el premio que había obtenido porque tres sonetos presentados ya habían sido galardonados en otros certámenes.
El último precedente encontrado es de julio de 2022, cuando la Asociación Cultural Valentín Andrés decidió anular el primer premio de su XXX Concurso Internacional de Cuentos, que había concedido al relato de Manuel Terrín Benavides, por incumplir las bases, que establecían que las obras debían ser originales e inéditas, y no haber sido premiadas en ningún otro concurso. Sin embargo, el relato presentado por Terrín ya había sido premiado y publicado. "Antes se podía presentar una obra en diferentes concursos. Era legítimo tener más obras que premios", defiende.
Su desencanto se ha solidificado con los años. La deriva de los concursos, como la de la poesía, lo han ido apartando: "Ahora hay mucho abstracto", dice renegando. Los premios siguen cayendo en el saco, pero no al mismo ritmo. Con su legado asegurado en el Archivo Municipal de Montoro, donde tiene una sección propia en la que se guardan parte de sus trofeos y medallas, el último clásico de la literatura amateur entona su retirada: "Se me rompió la maquina de escribir, internet de ese no tengo, y cada vez tengo menos ganas de escribir, pero yo creo que ya está bien, ¿te parece poco?".
A sus 92 años, sentado en el salón de su casa de Albacete, donde vive desde hace años, el rey de las estadísticas carga con el único peso de saber que atrae más por su hazaña que por la calidad de su poesía: "Me gustaría más que hubiera sido al revés, pero si se te presenta la oportunidad de los premios, tampoco la vas a desperdiciar".
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