Las esencias se tocan
Crítica de Flamenco
'RETOrno'. Baile: La Lupi. Guitarra: Curro de María. Cante: Antonio Núñez 'El Pulga' y Antonio Campos. Violín: Nelson Doblas. Percusión: David Galiano. Lugar: entorno de la Torre de la Calahorra. Fecha: domingo 19 de junio.
Lo primero que La Lupi grita con su perfil flamenco, cuando éste se recorta sobre el fondo mágico de la Mezquita, es que aquí no hay sitio para máscaras y poses. La esencia de Córdoba, la mas fotografiada, se hermanaba en una sola instantánea con esta otra esencia flamenca, en una noche para disfrutar del arte andaluz. La artificialidad no cabe dentro del lenguaje de la bailaora, que protagonizaba el sábado una de las actuaciones de la Noche Blanca, en el entorno de la Calahorra. A sus espaldas el skyline que todos tenemos grabado de Córdoba, a sus pies el Campo de la Verdad, flamenco donde los haya, a un zapateo. Y es que en ese rincón de Córdoba tan sugerente, esta malagueña buscó su propia esencia, la claridad, un lenguaje directo para comunicarse con el público a través de sus pies, sus manos, su cuerpo. Mucho público, algún tapón y todo el arte que esta malagueña destila mientras homenajea al flamenco tradicional vinculado a su salada ciudad, fueron elementos cruciales a la hora de enamorar a los que cruzaron el río para verla (y a los del barrio, claro).
La Lupi estuvo acompañada de un elenco muy brillante, encabezado por su pareja Curro de María a la guitarra (la sombra sonora que da luminosidad a la bailaora), secundado por Antonio Núñez El Pulga (cante), Antonio Campos (cante), Nelson Doblas (qué acertada presencia la de este violín) y David Galiano (percusión). Todos ellos la hicieron sentir cómoda en el escenario, de manera que desplegó con soltura y efectividad ese zapateado tan característico suyo, personal y espectacular. No descartó en su actuación, mas allá los guiños a la tradición, gestos que actualizan sus maneras y les dan esa vigencia teatral, esa contemporaneidad gestual, que hace posible un justo equilibrio entre el ayer y el hoy, reflejados en cada uno de sus movimientos. No busca La Lupi grandes alardes en sus coreografías, más bien busca la sencillez y la frescura de ser capaz de convencer con un lenguaje claro y sin vericuetos, y eso el público lo entendió a la primera.
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