"Las ganas son lo más importante de la vida, si no las tienes estás muerto"

Robe Iniesta. cantante y compositor

"A mí las banderas me siguen sin gustar, ni las patrias, ni los himnos", asegura el artista extremeño, que el viernes llega al Teatro El Silo de Pozoblanco en la recta final de su gira

Robe Iniesta, en el centro, junto a los músicos que le acompañan en sus dos últimos discos y en la gira. / Eduardo Navarro
Rafael Cano

08 de noviembre 2017 - 08:14

Córdoba/A Roberto Iniesta (Plasencia, 1962) el paso del tiempo, contra todo pronóstico, le ha sentado muy bien. Decidido a sorprenderse a sí mismo, hace un par de años que aparcó su trayectoria como vocalista de Extremoduro para rodearse de un grupo de jóvenes músicos con los que ha conseguido imprimir un sello nuevo a sus dos primeros trabajos en solitario. Robe sigue presente en cada una de sus letras, que son sin duda más rotundas que nunca por melódicas que suenen. Ya no tiene tan claro que sea rock, aunque una cosa es segura, lo que hace sigue siendo transgresivo. El viernes, el artista extremeño llega al Teatro El Silo de Pozoblanco en la recta final de su gira Bienvenidos al temporal.

-Se pensó mucho hacer esta gira. ¿Cómo le está resultando?

-Muy bonita, una cosa distinta. Tenía cierto miedo, no sabía cómo iban a salir los conciertos. Sobre todo los de los teatros, pero al final nos están dejando muy buena sensación. Son conciertos diferentes en los teatros, porque la situación es mucho más pasiva, más de disfrutar y de emocionarse. El silencio los hace más emocionantes.

-¿Le gusta tocar en teatros?

-Es extraño, pero bonito a la vez. No estás tan acompañado como en los conciertos en los que la gente canta y mete ruido. Es otra sensación, pero bonita también. Sientes que todo el mundo está centrado en la música y disfrutando. Son maneras distintas de disfrutar para la gente y para mí también.

-Se ha rodeado de nuevos músicos e instrumentos. Gente con ganas.

-Está bien porque son otras influencias y otra manera de ver las cosas. Ha sido muy enriquecedor. El que sea gente joven y con ganas se ha notado mucho. Ha habido mucha participación de ellos y eso ha hecho que estos trabajos sean un poco diferentes a los de Extremoduro, no sólo en instrumentos sino también en los arreglos y en la manera de hacer los temas. Las ganas son lo más importante de la vida, si no las tienes estás muerto.

-Parece más abierto que nunca a otras influencias.

-Yo siempre he hecho cosas diferentes, he usado instrumentos diferentes, pero no de esta manera. Esta vez quería sorprenderme a mí mismo, que creo que es la manera de sorprender a los demás. Por eso ni siquiera tenía pensado qué instrumentos iban a ser. La historia salió un poco al azar, quería juntarme con instrumentos diferentes y ver qué sonido encontraba.

-Esa frescura se nota en estos dos últimos discos.

-Cuando te quieres sorprender no puedes planear demasiado porque te jodes tú mismo la sorpresa. Era cuestión de ir un poco a lo loco, de hacer cosas diferentes. Al principio no era ni para hacer una gira, la idea primera era hacer un disco y disfrutar haciéndolo. Pero luego nos divertimos mucho, salió algo que nos gustó y se nos ocurrió hacer el segundo. A partir de ahí surgió la gira, viendo que todo marchaba bien y para que los temas no se quedaran sin tocar. Eso me ha hecho mucha ilusión, tocar temas que no habían sonado y que poco a poco en la gira van creciendo.

-¿Se había cansado de que le pidieran las canciones de siempre?

-Es el eterno dilema. La gente quiere oír las canciones antiguas pero yo no quiero vivir haciendo de tocadiscos. Se trataba de aislar etapas. Esto no es Extremoduro que saca otro disco. Aquí no se puede pedir Extremoduro porque esto es otra historia. Cuando estás en directo y tocas esas canciones la gente flipa y coge rollo la cosa, pero siempre quieres cosas nuevas.

-Dicen que su último disco es pesimista. ¿Se puede ser optimista en estos tiempos?

-La pregunta sería si el disco es pesimista o realista. Estamos pasando por momentos en los que los problemas de siempre se agravan y surgen otros nuevos. Es todo como tirar hacia adelante sin saber adónde vamos. La diferencia entre estos dos discos es que el primero lo tenía ya casi todo compuesto y el segundo lo hice a partir de ese primero. Se han hecho las canciones en una misma etapa y por eso es un disco quizás más conceptual, porque yo tampoco hago las canciones escribiendo sobre un tema pensado de antemano. Quizás hayan salido las canciones así porque están compuestas en una misma etapa y en esa etapa quizás me estaba agobiando mucho con lo de fuera. He querido dejar en el disco mis carencias, mis errores, mi mala leche, no sólo lo bueno, también los pensamientos de cabreo.

-¿Es ahora más permeable o es que vamos a peor?

-Yo creo que siempre he sido permeable a todo. Cuando compones en un mismo momento te sale más lo que te pasa por la cabeza y ahora es difícil ser impermeable. Habría que meterse en una cueva y no leer, ni escuchar, ni comunicarte con nadie.

-En su último trabajo con Extremoduro cantaba No me gustan los maderos ni la gente con banderas. Pues ahora los tenemos a diario.

-A mí las banderas me siguen sin gustar, ni las patrias ni los himnos. Estoy aburrido de ver todos los días estos temas en la televisión, como si fuera lo más importante. No hay que quitarle la importancia que tiene pero hay cosas más importantes y otras que se tienen que hacer más despacio y con el tiempo. El lío de banderas, condenas por sedición, como al conde de Montecristo, me parece un poco irreal, que está pasado de moda. Con Napoleón estaba bien pero ahora suena un poco a chiste.

-Lleva unos años frenéticos. ¿Tiene más cosas que decir que nunca?

-Desde La ley innata (2008) no he parado. Antes tuve cuatro o cinco años que no me salía una frase y luego se me iban amontonando cosas con Extremoduro e iba guardando otras. Ahora con la gira he dejado de componer porque no quiero sacar la cabeza de estas canciones, pero sí que he tenido una buena época. Cuando tienes cosas nuevas estás muy loco porque la gente las oiga.

-¿Cómo superó ese bloqueo?

-A mí en esos años me libró escribir la novela. Eso me mantuvo un poco cuerdo, de lo contrario me habría vuelto loco. Cuando te levantas un día y parece que se te ha olvidado cómo hacer tu trabajo, es duro. La escritura del libro fue un proceso muy bonito. Escribir en prosa es más agradecido porque el tiempo de creación es más largo.

-Sus canciones son más pausadas pero no pierden contenido.

-Me preguntan mucho si lo que hago ahora es rock y no lo sé si lo es, pero sí sé que es transgresivo, que sigue siendo transgresivo.

-¿Se atreverá con otra novela?

-No me importaría, lo que pasa que para escribir una novela lo tienes que hacer con mucha ilusión para que no resulte un trabajo de chinos. Te tiene que llegar la chispa, que estés fuera, se te ocurra algo y quieras ir a casa corriendo a escribirlo. Yo de otra manera no puedo. La otra vez me vino esa chispa, pero hasta entonces no fui capaz de arrancar. Es un trabajo de muchas horas y exige tener ganas.

-Cuando recogió la Medalla de Extremadura dijo que su mejor canción estaba por hacer. ¿Aún la tiene pendiente?

-Yo creo que sí. Lo último que hago es siempre lo que más me gusta, aunque luego puedas ver que tienes obras más grandes. Pero lo último siempre te deja con la sensación de que se te tenía que haber ocurrido antes. Si no tuviera ese sentimiento, no podría mantenerme con ilusión y ganas.

-A finales de mes acaba la gira, a partir de ahí, ¿qué?

-Me sentaré tranquilo, me recolocaré, me vaciaré y veré lo que me apetece. Pero siempre estaré haciendo algo. Si no estoy componiendo canciones, estaré inventando alguna otra maldad, pero quieto no me puedo quedar.

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