Gere se la debería haber ahorrado

El director israelí Savi Gabizon debió quedar tan contento con su película Longing (2017), y a algún productor de Hollywood debió gustarle tanto, que fue contratado por un cúmulo de productoras estadounidenses y canadienses para hacer su remake americano con un reparto de lujo encabezado por Richard Gere y Diane Kruger. Su única aparición en Estados Unidos había sido la comedia dramática Las tragedias de Nina, la película israelí más premiada, propuesta como candidata de su país a los Oscar en 2003 y por ello distribuida en Estados Unidos. Más le hubiera valido quedarse con aquella buena experiencia de hace más de 20 años y con la satisfacción que la primera versión de esta otra película parece haberle producido, y haberse ahorrado hacer su versión americana. Porque se trata de una cosita insulsa que pretende ser dramática para quedar en blandita y terminar en ridícula.

En la vida de un más que maduro solterón irrumpe una antigua novia que le descubre que tuvo un hijo con él y que este ha muerto en un accidente. Película de duelo, pues, y de búsqueda de los testigos que le permitan hacerse una idea de quién fue ese hijo al que nunca conoció (y, visto lo que va descubriendo, parece que afortunadamente). Ahí, para desgracia de los espectadores, no queda la cosa a causa de un guión que de tan ridículo podría pensarse que está escrito en broma, como humor negro.

Richard Gere, importante icono que nunca fue un gran actor, mantiene pese a los estragos del tiempo -sí, incluso a él le afectan- su buena presencia en plano. Los demás, con Diane Kruger y Suzanne Clément al frente, hacen lo que pueden. Que es poco.