"Me gusta de la literatura su capacidad lúdica, el juego que el autor hace consigo"

Ángel Remis. Escritor

El mexicano realiza un retrato actual de su país tan veraz como impactante en 'La misma sangre', obra con la que hace unas semanas ganó el V Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona

El novelista mexicano Ángel Remis.
Alejandra Luque / Córdoba

08 de agosto 2011 - 05:00

Ángel Remis Saucedo, natural de México, se proclamó el pasado 24 de junio ganador del V Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona con su novela La misma sangre. Una obra "que no responde sin más al arraigado cliché de la literatura anglosajona y logra innovar el género con un retrato del México reciente tan veraz como impactante", según el acta del jurado.

La historia de la novela, publicada por Almuzara, comienza cuando su protagonista, Félix Berdayes, que vivía en España, es llamado desde México para comparecer ante las autoridades de su país natal debido a la masacre que ha sufrido su familia.

-¿Ganar este premio internacional le ha hecho aumentar sus expectativas de futuro?

-Haber conseguido el premio representa un claro ascenso en mis expectativas, dado que su calidad redunda en positivo al tratarse de uno de los tres premios más importantes de novela negra que existen en España. Para mí siempre fue un anhelo hacerme con el primer lugar del certamen debido a que conocía la calidad de los participantes y la colección Tapa Negra, en la que son editados por Almuzara sus ganadores. Siendo sincero y sin ánimo de ser pretencioso, siempre confié en que algún día podría conseguir mi anhelo, que poco a poco se dibujó en obsesión. Era el Carmona o nada.

-¿Cómo está siendo recibida La misma sangre?

-Hasta donde sé, la acogida por parte de críticos y lectores ha sido estupenda, tanto que puede que hagamos traducciones, aunque prefiero de momento callarme porque de repente me pongo supersticioso. Por otra parte, tengo que confesar que mi abuela, a la que regalé el libro nada más volver a México, me comentó al terminar de leerlo que nunca pensó que pudiera tener el alma tan oscura. En definitiva, no le gustó nada debido a su trama violenta en ocasiones, pero qué le vamos a hacer, mi abuela es mi mejor agente de ventas porque a todo el mundo que le ha dicho que no lea mi novela ha corrido a comprarla.

-¿Qué es lo que está pasando con la literatura hispanoamericana actual?

-Creo que el saco me queda un poco grande para hablar de literatura hispanoamericana contemporánea, pero sin ánimo de equivocarme puedo asegurar que las pérdidas de Bolaño y de Sabato han sido irreparables y con la muerte de ambos se abre un punto y aparte en nuestra literatura. Y digo nuestra con el afán incluyente de asimilar en el concepto de literatura hispanoamericana a la española, que es nuestra fuente y raíz. Como alicientes mexicanos al oficio de la escritura puedo mencionar a Hilario Peña o a Roberto Guedea, el primero afincado en Tijuana y el segundo en Nueva Zelanda. Los dos renuevan con su ánimo y buena prosa las letras mexicanas: a fuerza de enfrentar nuevos problemas responden con nuevas narrativas. Estoy seguro de que fraguará, aunque sea literatura del narcotráfico en el caso puntual de México, como ya está ocurriendo en este país que cada mañana se despierta sangrando.

-¿Cómo ve el panorama de la literatura en general y de la novela en particular?

-Para mí, la literatura en general sería como un océano, la novela su reducción espacial a mar y la buena novela como un oasis. Me refiero a que se publica mucho, muchísimo, lo que permite adentrarse en un mundo tan variado que para encontrar una joya se requiere de tiempo, esfuerzo y buen ojo. Claro que hay muy buenas novelas hoy por hoy, sólo que algunas de ellas no se encuentran auspiciadas por grandes firmas ni titulares en suplementos culturales. Quizás esa sea la magia de la literatura, que esas obras comiencen a caminar por su propia calidad y gracias al boca a boca en el transcurrir de los años para convertirse en referentes de una generación que a fuerza de hartarse de tenerlo todo se ve vacía en lo profundo.

-¿Cómo será su segunda obra?

-Me gustaría que cuando muera y hablen de mí, recuerden que lo que más me gustaba de la literatura es su capacidad lúdica, el juego que cada autor realiza consigo mismo pensando que camina con y contra la literatura. A mí me gusta jugar con la estructura y con la permeabilidad del lenguaje, planteamientos que continuaré mientras Dios me dé vida. Cuando escuchas una conversación entre albañiles mexicanos sólo comprendes el saludo. Ahí está la belleza de nuestra lengua, en la transformación del habla, que es la transformación de su pueblo. Y pueblo hispanoamericano sólo hay uno. La lástima es que no tengamos la sangre fría de los británicos para capitanear una Commonwealth hispánica. Respondiendo a la pregunta, mi segunda novela estará indefectiblemente inclinada hacia la oscuridad del alma humana, que en ocasiones en su bajeza destella relámpagos de perfección. Aunque yo no quisiera escribir novela negra, mi personalidad me lleva a desarrollar historias que sus personajes van haciendo oscuras, a veces sin quererlo.

-¿Es un buen antídoto refugiarnos en la magia y la fantasía para olvidarnos un poco de los problemas?

-Rotundamente no. ¿Antídoto de qué? Deberíamos comparar más a menudo los índices de suicidio de los países desarrollados de Occidente con los de los paupérrimos africanos. Sorprende descubrir que la gente que más jodida está es la que más lucha por sobrevivir. Si lo que buscamos como sociedad es refugiarnos en la magia y la fantasía, en realidad lo que hacemos es evadirnos en las drogas y el alcohol. Creo que hay que enfrentarse a la realidad con mirada objetiva y sincera, con el suficiente estómago para afrontar que las cosas no están bien, pero que es desde la trinchera de la lucidez donde podremos cambiarlas con visión y con valor. Y para eso sirve la literatura.

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