"Aquí hace 3.000 años ocurrió algo importante"

Fernando Penco Valenzuela. Escritor y arqueólogo

Historia y leyenda, civilización y mito convergen en Tartessos, a cuyas encrucijadas, culturas, enigmas y fronteras se acerca el investigador cordobés en su nueva publicación

Fernando Penco, con su libro.
Fernando Penco, con su libro.
Alfredo Asensi Córdoba

23 de noviembre 2013 - 05:00

Autor de estudios como Historia de la minería en Córdoba o La foto de Capa, Fernando Penco Valenzuela (Córdoba, 1966) se suma a la colección Sotavento de Almuzara con Viaje a Tartessos. Desde Andalucía hasta la cuna de la civilización.

-¿Qué viaje le propone al lector en esta obra?

-El libro es como un árbol. Trata distintos aspectos: arqueología, antropología, medio ambiente... Es un canto a Andalucía, a nuestros orígenes, a unas raíces que conservamos, afortunadamente, en forma de mitología que nos legaron los griegos y que hemos sido capaces de transformar, como en el mito de Hércules, que ondea en la bandera andaluza. Lo cogemos de los griegos y lo hacemos nuestro.

-¿Qué significa para usted Tartessos?

-Una aventura. Tartessos existe, lo que ocurre es que todavía no hemos dado con él; es mitad realidad, mitad ficción. Adolf Schulten fue quien abrió la brecha investigadora en la edad moderna, a principios del siglo XX, por encargo de Ortega y Gasset. En realidad, él empieza con unas excavaciones en Numancia, pero luego se vuelve hacia el valle del Guadalquivir. Tartessos posiblemente nace de un proceso de aculturación entre los pueblos semitas y los pueblos autóctonos andaluces. En algún sitio en la desembocadura del Guadalquivir es donde se piensa que está. Hay una cultura material importantísima, pero no hemos dado aún con la ciudad que pudiese ser Tartessos.

-¿Lo conseguiremos algún día?

-Yo creo que sí, porque afortunadamente las cosas están cambiando, ya no existe esa idea tan romántica de Tartessos, ahora la idea es mucho más práctica. Nosotros nos vamos pero las culturas, afortunadamente, siguen ahí. Quedan los posos, las huellas, la mitología, la cultura material con cerámicas, estructuras murarias, enterramientos... La única civilización occidental que cita Heródoto es Tartessos. Es decir, aquí había una civilización importante. Son los griegos, no los fenicios, los que la ponen en el mapa. Se habla de un reino, de siete ciudades, de posibles reyes... Desde el punto de vista mitológico tenemos una riqueza extraordinaria: el Estrecho de Gibraltar para los antiguos era el fin del mundo, cruzar las columnas de Hércules implicaba pasar al espacio desconocido, ignoto y tenebroso del Atlántico. Nosotros nos abastecíamos de nuestros propios materiales y el estaño lo conseguíamos de la zona de Galicia. Hay un momento en el Bronce final en el que parece que se agotan el cobre y el bronce en Oriente y Tartessos se convierte en abastecedor, y quienes vienen a comerciar se encuentran un territorio muy fértil en agricultura y ganadería.

-¿Qué sorpresas le ha deparado el proceso de elaboración del libro?

-El libro es una reflexión sobre el hecho de que la Historia perdura. Yo me he encontrado en Tornavacas, Cáceres, con el mito de la Dama Blanca que tan bien trata Robert Graves, de posible origen celta y en cualquier caso de orígenes muy antiguos. He hablado con ancianas que me lo han contado. La mitología todavía está ahí, aunque hay algunos compañeros que no creen en estas cosas. Es curioso ver cómo hasta hace no mucho se veneraba igualmente en Andalucía a Zeus que a Jesucristo. Esa esencia sigue estando ahí. Hay muchas cosas que me han llamado la atención; por ejemplo, los caballos. Parece que en el Bronce final es cuando llegan los primeros caballos indoeuropeos a Occidente, y muchos siglos después, cuando se descubre América, nos llevamos esos mismos caballos al nuevo continente. Caballos que viven en estado semisilvestre en el Coto de Doñana y que siguen estando ahí. Es un viaje en la Historia. Hay dos momentos fundamentales, culturalmente hablando, en la península ibérica, y los dos son orientalizantes: Tartessos y el Califato de Córdoba. El Renacimiento nace en el Guadalquivir; lo que pasa es que los italianos son tan poderosos en todos los sentidos que lo eclosionan. El islam es el que recupera a los griegos y el conocimiento griego. Y no ya sólo eso sino lo que queda: Aristóteles vuelve aquí, al igual que Platón, Dioscórides, las matemáticas, la filosofía, la medicina... Vuelve todo. Es un segundo momento orientalizante que viene de Oriente Medio: la procedencia de Tartessos.

-¿Qué queda de Tartessos en la Andalucía actual?

-La escritura nos la dieron ellos, el alfabeto. Y uno de los grandes tesoros que tenemos es nuestra lengua. Y, sobre todo, nuestras raíces. Si queremos buscar nuestro origen, es ese, el mundo tartésico, que se extiende prácticamente hasta el Duero. Aquí hace 3.000 años ocurrió algo importante; si no, Heródoto no lo habría citado. Había una monarquía, unas leyes, unos poemas... Es lo que más me interesa de Tartessos, esa nebulosa, esa parte que está en el límite de lo real y lo irreal. Este es un libro de viajes pero también un ensayo, y, sobre todo, una aventura.

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