"Soy un híbrido entre el rock y el flamenco"
Soleá Morente. Cantaora
La mediana de la familia acapara reportajes en televisión y en las revistas especializadas con su primer disco, 'Encuentro', una revisión del 'Omega' de la mano de Los Evangelistas.
Soleá, el palo capital del flamenco, es su nombre. El apellido Morente. Con esta carta astral estaba claro que iba a acabar sobre un escenario aunque pasó cuatro años en la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de Granada estudiando Filología Hispánica. Y aunque todos los padres prometen a sus hijos un ciclomotor si sacan buenas notas, el suyo le prometió que al acabar le grabaría un disco. Y lo hizo aunque, de momento, su carta de presentación llega de la mano de Los Evangelistas, con los que ha grabado Encuentro, su sonado debut.
-La etimología de su nombre, en clave flamenca, habla del centro neurálgico de los sentimientos, de la hondura. ¿Llamarse Soleá fue una premonición?
-Algo hay de eso, estoy orgullosa de llevar un nombre que no puede ser más flamenco. Es algo que siempre agradeceré a mis padres.
-Los que la conocen dicen de usted que tiene un carácter parecido a su padre en el sentido de saber callar a tiempo, de preferir escuchar a hablar...
-Me gusta escuchar, no me gusta hablar y meter la pata aunque hay que abrir la boca de vez en cuando, claro está. Depende de lo que escuche, soy capaz de desconcertar si no me interesa la conversación.
-En Filosofía y Letras los alumnos suelen soñar con escribir un libro. ¿Usted soñaba con grabar un disco?
-Sí, es curioso, es algo que siempre he llevado en el subconsciente. Escribir también me gusta, tengo cosas por ahí guardadas, pero me da vergüenza enseñarlas.
-¿Necesita darle tiempo a los proyectos?
-Tengo un exceso de dudas, no sé si es bueno o malo, pero delibero mucho, pido opiniones a la gente que me rodea...
-Precisamente ahora está rodeada de Antonio Arias y Jota, de Los Evangelistas, sus compañeros de viaje musical. ¿Cómo es la relación con dos músicos que llevan ya décadas sobre el escenario?
-Jota tiene su universo propio en El Fargue, es un gran artista y un gran letrista. Antonio es un extraterrestre. Los conozco desde muy pequeña, sobre todo a Antonio, yo tenía 10 años cuando comenzó todo el movimiento de Omega y Antonio es uno más de la familia. Mi padre era un rockero, siempre iba con su chupa, sus botas... Él decía a veces que ya no quería ser cantaor, que quería ser rockero. El disco surge a raíz de la colaboración que hice en el anterior disco de Los Evangelistas cantando La Estrella y Poeta decadente. A partir de ahí hubo una conexión y comencé a sentirme identificada y libre con su música. Ha sido un trabajo hecho desde el respeto a mi padre porque Omega explica todo lo que estamos haciendo. Cada uno hemos puesto nuestro sentimiento, lo mejor que tenemos, nos hemos respetado mucho.
-¿No ha tenido que defender su parcela?
-No, me han pedido opinión para todo y he tenido una absoluta libertad.
-¿Siguió de cerca pese a ser una niña cómo se gestó el Omega?
-Una de las cosas maravillosas de mi padre es que siempre embarcaba a la familia en sus proyectos, formábamos parte de sus decisiones, todo lo consultaba con mi madre y con nosotros. Toda la obra de mi padre es importante pero en Omega fue cuando toda la familia entró en acción, mi hermana Estrella debutó con Manhattan y yo, aunque era muy pequeña, hacía los coros que dirigía mi madre. Yo me quedaba impresionada cuando me subía a los escenarios con él y me preguntaba cómo era posible que no se echara para atrás.
-Tiene un fraseo que, aunque no se sepan sus apellidos, se tiene la certeza al momento que es una Morente la que canta. ¿Es algo que ha buscado conscientemente o ha surgido de forma natural?
-Pues me acaba de alegrar el día. No es intencionado, uno de los consejos de mi padre es que no hay que imitar a nadie. No me he parado a pensarlo.
-Por cierto, en su móvil suena un politono de Amy Winehouse.
-Podría decir que es uno de mis ídolos a nivel musical. Me gusta el soul, la música negra, Aretha Franklin, Whitney Houston, Toni Braxton es una de mis cantantes favoritas... Es que en mi casa hemos escuchado de todo, cuando algo es bueno da igual el género.
-Hablando de géneros, ¿dónde encuadraría su disco con Los Evangelistas?
-Es un experimento, está clara la influencia de Omega, es un disco alternativo, experimental... Reconozco que he dado muchas vueltas, no me he quedado conforme pero al final estoy muy contenta con el resultado final.
-Cantó en directo en La Ventana de la Cadena Ser. Aunque se defina como una duda andante, lo cierto es que atreverse a cantar a capella como carta de presentación al gran público es más propio de alguien que confía plenamente en sus posibilidades. ¿Hay ahí una dualidad?
-No sé, soy muy rara, a veces me sorprendo a mí misma. En ese programa que dice acabé cantando por seguiriyas. Lo importante es estar convencida de lo que haces, una de las cualidades del flamenco es que cuentas una historia con muy pocas palabras, y una seguiriya es un novelón. Cantar sin pasión es imperdonable.
-Pero es difícil imaginarla con su imagen cantando las fatiguitas de la mayoría de las letras del flamenco...
-Un músico dijo que tocar y dar una nota desafinada puede ser un error insignificante, pero cantar sin pasión es imperdonable, tienes que creerte lo que cantas. Es verdad que no me han pasado esas cosas pero es cuestión de remontarte a tu interior, de una forma u otra tienes que creértelo.
-Parece que huye el término cantaora, ¿por qué?
-Me considero muy aficionada al flamenco, una apasionada. No me considero cantaora flamenco, me impone mucho respeto ese término, el flamenco es mi identidad, es de donde vengo.
-¿Nunca pensó debutar sentada en una silla de enea?
-No, no le he sentido así, repito que el flamenco es mi vida, es la vida, me considero muy aficionada y a lo mejor me estoy echando muchas flores. Me gusta la música, la llevo dentro y la expreso de la manera que puedo.
-¿Pero llegará el momento en el que sienta la necesidad de sentarse a cantar?
-Si yo estoy en una fiesta lo que hago es cantar tangos y bulerías, si estoy a gusto canto flamenco.
-¿Se imagina dando un concierto con una primera parte jonda y una segunda con dos guitarras eléctricas y un batería?
-Puede ser, pero ahora no me atrevo a decirlo. Yo soy un híbrido entre el flamenco y el rock.
-¿Quiénes son más peligrosos, los flamencos o los rockeros?
-Los dos tienen su guasa, son muy potentes. Yo intento retirarme a tiempo, es muy fácil liarte en la noche, pero a mí no me gusta perder la noche en una discoteca escuchando música que no me interesa para nada. Pero alguna cerveza habrá que tomarse.
-Aunque le dé respeto la palabra cantaora tiene un disco en el baúl que le hizo su padre y que ya ha comentado en alguna ocasión que publicará próximamente.
-Es que para una persona que ha vivido junto a un genio da mucho respeto calificarte de cantaora. Es verdad que mi padre me dejó un disco maquetado que ahora estoy retomando.
-Está viviendo actualmente en Madrid, ¿hay que estar en contacto con el meollo musical del país?
-Estoy en un proceso de aprendizaje, de absorción de conocimientos, y no me queda más remedio que viajar a Madrid todas las semanas.
-¿Le ha sorprendido el interés de los medios en su trabajo o ya ve como algo habitual verse en los telediarios?
-Lo vivo como si le estuviese pasando a otra, me extraña mucho que sea yo la que esta ahí, a veces me asombra que me llamen de las revistas y pienso que no soy tan interesante.
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