'Los hilos del miedo', el terror sigue nuestros pasos

Audiovisual

Sony y la escuela TAI adaptan las tramas virales que Salvador Gutiérrez Solís publica en la red social X.

El primer capítulo, 'El garaje', ya se puede ver en TikTok.

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Salvador Gutiérrez Solís, la pasada semana en la presentación en Madrid de ‘Los hilos del miedo’. / D. S.
Braulio Ortiz

07 de octubre 2024 - 06:30

Desde que Salvador Gutiérrez Solís publica sus hilos en la red social que antes se llamaba Twitter y ahora responde al nombre de X, a sus lectores se les acelera el corazón cuando reciben la llamada de un número desconocido, cogen un tren, atraviesan un túnel de autolavado. El escritor cordobés ha sabido extraer de los paisajes del día a día su reverso más inquietante, convertir sus textos breves y certeros en un relámpago que alumbra nuestros temores más profundos. Ahora, ese escalofrío se propaga a otros ámbitos: Sony Pictures promueve junto a la Escuela Universitaria de Artes TAI Los hilos del miedo, una adaptación que lleva al Tiktok las historias de terror de Gutiérrez Solís. Ya puede verse el primer capítulo de esta serie, El garaje, la perturbadora odisea de un vigilante de seguridad que hará lo que sea por conservar su puesto.  

No podía sospechar el narrador que aquella secuencia que fue desgranando en Twitter el 1 de mayo de 2020, inspirada en situaciones que habían ocurrido en su vecindario, el primero de los hilos publicados, sería el comienzo de una de las aventuras literarias más singulares y estimulantes de la actualidad, una celebración del mejor suspense con la que lograría un impacto de millones de lecturas y toda una legión de seguidores. Gutiérrez Solís se planteó esas tramas como una gimnasia para robustecer una inventiva que daba síntomas repentinos de agotamiento: “Yo venía de un largo bloqueo”, admite. “Acababa de terminar El lenguaje de las mareas, un libro que me costó mucho porque antes había estado tres años sin escribir. Recuerdo el comienzo de esa novela como un proceso agónico, rehíce muchos fragmentos porque sentía que salían forzados. Ahí comprobé que la imaginación es un músculo que se te puede atrofiar si no lo sometes a un ejercicio constante. Me propuse una cosa un poco loca: hacer un acto creativo todos los días. Eso incluía hasta la gastronomía, y había días que me inventaba platos que eran absurdos y ante los que me decía: Bueno, no está muy bueno, pero lo he creado yo [ríe]. Enfoqué esa energía principalmente a lo literario. Los hilos me ayudaron a desarrollar ese compromiso conmigo mismo que me había marcado”.

Dos o tres hilos después, cuenta el colaborador del Grupo Joly, “empecé a darme cuenta del potencial audiovisual que tenía aquello”. No fue el único que intuyó las posibilidades de ese material, porque a su correo electrónico empezaron a llegar algunas ofertas, “pero a mí ya se me había metido en la cabeza lo que quería hacer. Me sugerían rodar cortos, pero tal como lo veo el corto tiene en la actualidad un recorrido muy breve, depende mucho de que esté en un festival, al final acaba en YouTube... Había que explorar otros caminos. Yo pensaba: si hago literatura en una red social, ¿por qué no hacer una adaptación para una red social?”.

La imaginación es un músculo que se atrofia si no lo usas. Internet me ayudó a ejercitarlo”

Sony llamó a su puerta con la visión que el autor estaba esperando. “Yo quería que algo que había concebido, no te voy a decir innovador o vanguardista, pero sí contemporáneo, tuviera una traslación audiovisual acorde a eso. Que Sony planteara hacer su primera serie de ficción en una red social, y hacerlo además con un acuerdo de colaboración con una escuela de arte y cine de Madrid, lo que le iba a dar la oportunidad a gente muy joven, me parecía una estrategia redonda y muy bonita”, dice sobre un proyecto en el que por el momento él escribe un guión inicial que enriquecen otros profesionales del equipo. “Hay que tener en cuenta que algo que funciona con la palabra puede no funcionar con la imagen”, sopesa, “por eso uno debe dejar el trabajo en manos de profesionales que saben del tema”. La previsión es “continuar con la serie, pero aún no tienen un calendario fijado. Me dicen que he escrito tantas historias que les he puesto difícil elegir cuál va a ser el orden de las películas”.

En sus hilos, Gutiérrez Solís ha buscado el estremecimiento en los motivos más próximos, se ha decantado por el terror cotidiano. “Ni a mí ni a ti nos va a venir un psicópata, nos va a descuartizar y nos va a tirar al río. Es una posibilidad demasiado improbable, porque no hay asesinos en serie en este país, documentados hay dos o tres en la historia de la criminología española, así que antes nos cae un rayo...”, argumenta un autor que no cree “en el más allá, y por eso no me impresionan las películas de fantasmas o de casas encantadas. A mí lo que me interesa es ese escalofrío inocente de cuando entras en tu casa y sabes que una corriente de aire ha provocado un portazo, pero algo dentro de ti te dice: Aquí hay alguien. Esos dos segundos de pánico que sientes, como cuando mueves un objeto de sitio sin darte cuenta y luego te preguntas quién ha llevado eso hasta allí”. Los sobresaltos que irrumpen en una mañana tranquila y a los que no es fácil dar una explicación amparada en la lógica: “Un día estaba escribiendo solo y escuché a un muñeco de mi hija preguntar: ¿Quieres jugar conmigo? Me tranquilicé porque vi que el botón del juguete estaba activado, pero después mi hija me explicó que sólo se activa cuando tiene una presencia cerca, y aquello no me dejó tranquilo precisamente [ríe]”.

Uno de los detalles en los que más disfruta Gutiérrez Solís de la escritura de los hilos es la confección de finales sorprendentes e impredecibles. “Hay algunos lectores que se cabrean porque no les ofrezco una conclusión cerrada”, apunta. “Y alguna vez les respondo, les pregunto: Para ti cuál es el final, y les digo que me parece estupenda su interpretación. Yo planteo que las redes sociales son un espacio de interactuación, y me gusta que el lector forme parte del juego, que complete la historia”. 

Ni a ti ni a mí nos va a descuartizar un psicópata. El terror está en las cosas cotidianas”

Gutiérrez Solís aprendió de otros autores la conmoción que puede provocar un buen relato de terror. “Siempre me impactó, y ya sus admiradores lo podemos empezar a decir públicamente, Stephen King. Es un maestro, aunque sea muy irregular. Domina muy bien el terror doméstico, esa estampa del niño en la cama que siente los ojos en la oscuridad... Le veo mucho encanto a Lovecraft, aunque hoy que somos más cínicos nos parezca muy naíf. Y ahora me entusiasma Mariana Enríquez, y cuando alguien me dice que el terror es un subgénero la pongo de ejemplo, porque su obra es alta literatura y hace unos cuentos que son bombas”.

El narrador, que reunió sus tramas virales en un libro, Colgados de un hilo, editado por Almuzara,  se muestra orgulloso de haber entendido que existen otras formas de fascinar a los lectores. “Hay algunas personas de cierta edad que te preguntan si sólo van a verse en TikTok Los hilos del miedo. Pero no debemos subestimar los formatos en los que se cuenta una historia. En los 80 o en los 90 muchos actores se negaban a hacer televisión, y muy raro es el que no ha protagonizado alguna ya. Cuando Netflix empezó a contratar películas con directores como Martin Scorsese para que se vieran sólo en su plataforma, hubo gente que se echó las manos a la cabeza. Netflix presumía de que Scorsese iba a tener 80 millones de espectadores, refiriéndose a los suscriptores que tenía en el mundo. Sony mantiene ese discurso: hay veinte millones de seguidores de cuentas de TikTok en España, no nos olvidemos de eso”.

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