Johansson vs. Tatum: vuelve la comedia de guerra de sexos

Fly me to the moon | Crítica

Scarlett Johansson y Channing Tatum, en 'Fly me to the moon'.
Scarlett Johansson y Channing Tatum, en 'Fly me to the moon'. / D. S.

La ficha

*** 'Fly me to the moon'. Comedia romántica, EE UU, 2023, 132 min. Dirección: Greg Berlanti. Guion: Rose Gilroy. Música: Daniel Pemberton. Fotografía: Dariusz Wolski. Intérpretes: Scarlett Johansson, Channing Tatum, Woody Harrelson, Jim Rash, Ray Romano. 

Fly Me to the Moon -cuyo primer título fue In Other Words hasta que el primer verso se hizo más popular- es una de las grandes canciones del siglo XX. Fue compuesta en 1954 por Bart Howard, un pianista y compositor de cabarets y clubs; la interpretó por primera vez la cantante de cabaret Felicia Sanders, la hicieron famosa Peggy Lee cuando la interpretó en 1960 en el show de Ed Sullivan y Joe Harnell con su versión bossa nova; y la inmortalizó Sinatra en 1964 al grabarla para su LP It Might as Well Be Sing, con arreglos de Quincy Jones y la orquesta de Count Basie. Ese mismo año 64 Ella Fitzgerald la interpretó con el cuarteto de Roy Eldridge en Japón en un concierto afortunadamente grabado. Esto, como he dicho, es historia de la mejor música del siglo XX.

La película que toma el título de esta canción, no tanto. Aunque tampoco carezca de méritos. Aprovecha un hecho histórico: la versión de Sinatra fue el himno no oficial de las misiones Apolo que lograron llevar el hombre a la luna entre el 16 y el 21 de julio de 1969 con el Apolo 11 comandado por Armstrong, Collins y Aldrin. Aquel año 69 Estados Unidos -tras los magnicidios de los dos Kennedy y de Martin Luther King, y en plena guerra de Vietnam como uno de los escenarios calientes de la Guerra Fría- necesitaba desesperadamente una buena noticia que dar a los americanos y una muestra de su poderío que ofrecer al mundo y especialmente a Rusia, con la que competía en la carrera espacial tras haber sufrido la humillación del primer vuelo tripulado de Gagarin al que se alude en la película.

Como en Washington estaba Nixon, no siempre partidario del juego limpio, el hábil guión de Rose Gilroy (hija de la actriz Rene Russo y del director y guionista Dan Gilroy), escrito a partir de una historia de Keenan Fynn y Bill Kirstein, imagina que para prevenir un fracaso de la misión Apolo se rodara un falso alunizaje, con lo que la película se adentra en el terreno de una de las más difundidas fake (antes de que el término se utilizara) que imaginó que las imágenes de Armstrong dando saltitos en la Luna las rodó Kubrick (que un año antes había estrenado su 2001: una odisea del espacio) en un estudio. Hipótesis conspiranoica sobre la que Peter Hyams escribió y dirigió la muy entretenida Capricornio Uno inventándose una misión a Marte, no a la Luna.

Una deslumbrante, divertida, dura y cuando quiere conmovedora Scarlett Johansson (impulsora y coproductora de la película) es la fiera del marketing encargada de llevar la llegada a la Luna (sin posibilidad de fracaso) a los hogares de todos los americanos y de todo el mundo, además de al Kremlin. Pero esta película no es solo la historia satírica de una conspiración en el seno del mayor proyecto tecnocientífico y político-propagandístico de Estados Unidos tras 1945, es también una comedia romántica en la tramposa ejecutiva y el honesto director del proyecto (Channing Tatum) se enfrentan, se detestan y se atraen en la más clásica línea de las comedias de guerra de sexos, desde los combates entre Greta Garbo y Melvyn Douglas en Ninotchka a los de Doris Day y Rock Hudson en Confidencias a medianoche pasando por los de Katharine Hepburn y Spencer Tracy en La costilla de Adán, por citar solo clásicos.

Entre la sátira de la conspiración 'fake' y la historia romántica de los enemigos que se atraen, la película funciona bien

Entre la sátira de la conspiración fake y la historia romántica de los enemigos que se atraen, la película funciona bien. Aunque a veces las transiciones de uno a otro tema o tono chirríen. Y en la comedia de guerra de sexos es muy importante que no lo hagan; porque el enfrentamiento político (Ninotchka), profesional (La costilla de Adán) o telefónico (Confidencias a medianoche) es la clave que hace interesante y divertido el difícil pero inevitable enamoramiento. Quizás no sea tanto responsabilidad del guión como de la dirección del realizador sobre todo televisivo Greg Berlanti (en cine solo ha dirigido las endebles El club de los corazones rotos y Como la vida misma, y la correcta Con amor, Simon) que no se logre ensamblar bien las partes de guerra y las de sexo (o romance).

Además de una estupenda Johansson y un convincente Tatum están muy bien Woody Harrelson, Ray Romano y Jim Rash como refuerzos cómicos y caricaturescos que equilibran esa no del todo lograda combinación de lo satírico y lo romántico que lastra esta buena comedia que juega con los modelos (sobre todo los de Day/Hudson) de la década -encantadoramente reconstruida- en la que se desarrolla la acción.

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