Un maestro de pintores
En 2014 se cumplen 70 años de la muerte de José Garnelo, exponente de la pintura de entresiglos y que desarrolló casi toda su trayectoria en Montilla
José Garnelo vivió cómodamente de su arte entre dos siglos, aunque su fallecimiento en 1944, con la vanguardia ya instalada en el mundo, trajo para su obra décadas de oscurantismo, a pesar de que había dejado su huella en uno de los más aclamados artistas del siglo XX, Pablo Picasso.
Aunque nacido en Enguera (Valencia), Garnelo desarrolló prácticamente toda su trayectoria en Montilla, y ese andalucismo fue lo que motivó que se convirtiera en el primer maestro de Picasso cuando este era un precoz y brillante estudiante de pintura.
Curiosamente, Garnelo no se vanaglorió de ello y si hoy se sabe que el pintor montillano fue maestro de Picasso, a quien dio clase en Barcelona en 1895, es porque lo contó el malagueño, que bajo su tutela realizó sus dos primeras obras, La Primera Comunión y El monaguillo, que mostraban un academicismo que apenas tuvo eco en su trayectoria posterior.
Es solo una parte de la historia de este maestro de pintores, investigador del arte y pionero impresionista y naturalista de cuya muerte se cumplen en octubre 70 años y cuya obra, ensombrecida durante décadas, ha comenzado a recibir el tratamiento que merece quien fuera considerado "el artista más culto de su tiempo" por el historiador Sánchez Cantón.
Contemporáneo de Sorolla o Julio Romero de Torres, Garnelo abordó una gran variedad de estilos, aunque si por algo fue conocido en su época es por sus retratos, y especialmente por su tratamiento del color -sobre todo el negro- y las texturas, lo que hizo de él uno de los más laureados expertos a la hora de pintar la ropa.
En cuanto a la temática, también fue muy abierto, y aunque gran parte de su obra tiene un importante cariz religioso, también fue un gran paisajista y un excelente retratista, según explica José Antonio Cerezo Aranda, director del Museo Casa de las Aguas de Montilla, donde está el grueso de la obra de Garnelo.
Cerezo Aranda describe al pintor montillano como "uno de los mejores exponentes de la pintura de entresiglos", influenciado por una gran variedad de estilos, y destaca su "interesantísima" trayectoria artística, jalonada con numerosas medallas nacionales e internacionales y aderezada por su labor como investigador del arte, que hizo de él subdirector del Museo del Prado en 1915.
Según este experto, Garnelo fue un maestro en pintura figurativa, y sus cuadros entran fácilmente por la mirada del espectador, al haber basado su arte en la teoría de que la pintura había de tener "verdad, emoción y armonía".
"Él nunca embellecía lo que no es bello, pero sabía sacarle mucho partido a la belleza", describe Cerezo Aranda de un pintor cuyas obras más vanguardistas nunca quiso exponer, a pesar de que técnicamente le emparentaban con artistas como Cézanne.
De hecho, aunque el artista, que era "un solterón", vivió cómodamente de la pintura, solía guardarse las cosas que le gustaban para sí mismo, y nunca las presentaba a concurso para no tener que entregarlas.
No obstante, su obra está diseminada por todo el mundo, y el pintor expuso en Chicago, París, Londres, Berlín, Barcelona y Madrid.
De todos sus cuadros, su favorito y el más emblemático es Tarde de toros, una obra que nunca salió de su casa hasta su muerte, cuando pasó en herencia a su médico de cabecera y amigo, cuya familia la cedió finalmente al Museo Casa de las Aguas.
Lo cierto es que, viendo este cuadro, que representa toda la fiesta y el colorido de una tarde de toros en Granada con la Alhambra al fondo, resulta difícil entender el olvido al que ha sido sometida su obra, y que Cerezo Aranda achaca a que su fallecimiento coincidió con el cambio de paradigma en el arte, que hizo que la pintura figurativa pasase a un segundo plano.
"Pero lo bueno termina por imponerse", apostilla el director del museo, que avanza que con motivo del Día Internacional de los Museos se organizarán conferencias y se editará una publicación sobre la muerte de Garnelo en Montilla, el municipio al que llegó con un año junto con sus padres, su hermano Manuel (un reputado escultor) y su hermana, precisamente la protagonista de Tarde de toros.
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