El maldito caos afgano

José Carlos Bermejo Barrera estudia los orígenes del estado moderno de Afganistán que explican su devenir como estado fallido

"No merece la pena preguntarse para qué sirve el periodismo, el ejemplo más elocuente es Palestina"

Afganistán.
Afganistán.
Javier González-Cotta

13 de octubre 2024 - 21:14

La ficha

'Afganistán.Historia de un estado fallido'. José Carlos Bermejo Barrera. Almuzara. 286 páginas. 21 euros 

Sobre Afganistán se agavilla una amplia bibliografía donde no falta el aroma de los clásicos viajeros (Viaje a Oxiana de Robert Byron, Un lamento por Afganistán. ¿Qué hago yo aquí? de Bruce Chatwin), El hombre que quiso ser rey de Rudyard Kipling (adaptado al cine por John Huston), excelentes crónicas (Los talibán de Ahmed Rashid, el Afganistán de la freelance Mónica Bernabè), novelas de éxito (El botones de Kabul de David Jiménez, Cometas en el cielo y Mil soles espléndidos de Khaled Hosseini), fotolibros (Afghanistan: Between Hope and Fear de Paula Bronstein). 

Hay un libro especialmente crudo que muestra lo que Afganistán tiene de palimpsesto de guerras y fracasos: Los muchachos de zinc: voces soviéticas de la guerra de Afganistán, de la gran Svetlana Aleksiévich. El título recuerda los estertores de una era, la de la Guerra Fría, con la fallida invasión de la URSS de Brézhnev de 1979 (el título de Aleksiévich alude a que los soldados soviéticos muertos en Afganistán eran enviados a sus deudos en ataúdes de zinc que no podían ser abiertos). 

Lo que ahora aporta el libro de José Carlos Bermejo Barrera es el escrutinio de las fuentes originarias en torno a la creación en 1890 del moderno estado de Afganistán. La unificación afgana (islam sunita, identidad y lengua pastunes) se ejecutó a las bravas, con la complacencia artera del Imperio Británico y la política aterradora llevada a cabo por el llamado “emir de hierro” Abdur Rahman (el desconocidísimo genocidio hazara, las conversiones forzadas en Nuristán, etc). El testimonio de su médica personal, Lillias Hamilton, ayuda a comprender cómo aquel legado de violencia se inoculará durante décadas en Afganistán. Es lo que lo convierte en avispero y teatro geopolítico del fracaso, en el que es absolutamente pertinente hablar sin ambages de “estado terrorista” (no sólo asociado al actual régimen talibán). 

En su giro a los orígenes del país, Bermejo Barrera estudia también los escritos de historiadores afganos como Faiz Katib y Mohamed Shah, las memorias expedicionarias de Monstuart Elphinstone, los textos de filosofía utilitarista del exaltado historiador y teólogo escocés John Mill y las memorias de la escritora y viajera Lady Sale (conocida como la “Granadera con enaguas”). Por todo ello, el de Bermejo Barrera no es otro libro más sobre Afganistán

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