‘Retrato de familia’, la historia del vínculo fraternal de los Machado

Exposición

Tras su paso por Sevilla y Burgos, la sede de la RAE acoge hasta junio esta muestra.

Alfonso Guerra, comisario de la muestra, y el director de la RAE Santiago Muñoz Machado, ayer en la inauguración.
Alfonso Guerra, comisario de la muestra, y el director de la RAE Santiago Muñoz Machado, ayer en la inauguración. / José Ramón Ladra

Allá donde uno se muestra nostálgico e introspectivo, conversa “con el hombre que siempre va conmigo /–quien habla solo espera a hablar a Dios un día–”; el otro se revela proclive a los placeres mundanos: “Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla, / media docena de cañas de manzanilla”. El “torpe aliño indumentario” del primero se antoja en las antípodas de un vividor que afirma: “Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero a lo helénico y puro, lo chic y lo torero”. Más allá de esos rasgos en apariencia antagónicos, un poderoso vínculo unía a los hermanos. Los Machado. Retrato de familia, la exposición que acoge la Real Academia Española de la Lengua (RAE) hasta el 29 de junio, describe una relación fraternal y afectuosa, una complicidad que encontró su culminación en las colaboraciones teatrales.

A través de los fondos machadianos de la Fundación Unicaja y de la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes, esta muestra organizada también por la Real Academia Sevillana de Buenas Letras que ya se vio en la hispalense Fábrica de Artillería y la Fundación Círculo Burgos viene a desmontar algunos malentendidos que han acompañado a los autores hasta el momento, como recordó este martes Alfonso Guerra, comisario de esta exposición: que los dos “eran grandes poetas, no había uno menor”, y que Antonio y Manuel, incluso en la distancia a la que los obligó la Guerra Civil, “nunca estuvieron enfrentados”.

El proyecto con el que los Machado regresan a la Real Academia, por el que se ha cambiado el mobiliario habitual de la institución por los recuerdos y objetos personales de la familia, reivindica a un linaje que transmitió a sus descendientes el amor por la palabra, la pasión por la cultura y el respeto a la naturaleza. El abuelo científico Antonio Machado y Núñez, que defendió las teorías de Darwin y llegó a estudiar el lince ibérico en sus visitas a Doñana; la abuela Cipriana Durán, enamorada del folclore que recopilaba coplas y romances, y el padre, Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, figura clave en la investigación del flamenco. La muestra, coordinada por la escritora Eva Díaz Pérez, viaja desde ese hogar marcado por la curiosidad a la tumba de Antonio Machado en Collioure, aunque a su paso por Madrid se detiene con interés en un detalle: el reencuentro de los poetas con la Real Academia.

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