El rey Felipe VI inaugura la exposición 'Los Machado. Retrato de Familia' en Sevilla
La muestra, que podrá visitarse hasta el 22 de diciembre, desmonta los principales bulos alrededor de la relación entre los dos hermanos
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"Mi Sevilla infantil, ¡tan sevillana!, / ¡cuál muerde el tiempo tu memoria en vano!, / ¡Tan nuestra! Aviva tu recuerdo, hermano. / No sabemos de quién va a ser mañana", rezan los versos del poema La Guerra en los que el eterno Antonio Machado rememora, durante la Guerra Civil, su infancia en Sevilla. Unas líneas en las que se dirige a su hermano Manuel cuando más lejos estaba de él. No es fruto del azar que esta composición ocupe un lugar destacado en la exposición Los Machado. Retrato de Familia. Evidenciar la estrecha relación entre ambos -porque siempre caminaron juntos aunque la historia haya distorsionado y vapuleado la realidad- es uno de los principales desafíos de la muestra que ha inaugurado esta mañana el rey Felipe VI en la Real Fábrica de Artillería. El jefe de Estado ha puesto en valor que Sevilla, en especial el Palacio de las Dueñas, es el lugar donde "dos niños llamados Manuel y Antonio Machado aprendieron a descubrir la belleza".
Un vínculo fraternal que traspasa la leyenda negra para convertirse en una exhibición única por diferentes motivos. El principal, que presenta por primera vez los dos fondos machadianos del país en un mismo espacio. El que atesora la Fundación Unicaja y el de la Real Academia Burgense de Historia y Bellas Artes. Pero también, muestra reliquias que nunca habían visto la luz como textos inéditos, poemas llenos de tachaduras y cartas personales. Más de 50 instituciones y colecciones privadas han puesto su granito de arena para levantar una muestra histórica que pone en valor la memoria colectiva.
El recorrido comienza con la Infancia. Los Machado nacen en Sevilla en el seno de una de las grandes sagas intelectuales del siglo XIX. Es evidente -y así lo comprobará el visitante durante el recorrido- que la influencia familiar marcará las obras de ambos poetas. Primero, el progresismo científico del abuelo, Antonio Machado Núñez, quien fue rector de la Universidad de Sevilla y creador del Gabinete de Historia Natural de la institución, pero también alcalde de la ciudad y gobernador civil. Una figura que defendió espacios naturales como Doñana y cuyo amor por la contemplación del paisaje marcaría las obras de sus nietos. La abuela, Cipriana Álvarez Durán, fue aficionada a la pintura y transmisora del romancero antiguo.
Fue el abuelo de ambos quien decidió que los poetas debían mudarse a Madrid para que estudiaran en la Institución Libre de Enseñanza, proyecto educativo de inspiración krausista creado por Francisco Giner de los Ríos. Siendo ya adolescentes, Manuel y Antonio comenzaron a frecuentar el ambiente literario y teatral del Madrid de final de siglo. Una etapa en la que también jugó un papel importante la muerte -en 1893- de Demófilo, padre de ambos, quién había dedicado su vida a recopilar cantes flamencos, creando los cimientos en España de la literatura cultural.
Cartas y poemas escritos con su puño y letra
Objetos personales como fotografías, cartas, poemas -La juventud de mi padre de Antonio Machado- escritas con el puño y letra de los diferentes miembros van conformando las distintas vitrinas. Entrando, de este modo, en la intimidad de una familia que mantenía fuertes lazos entre sus miembros. En los escritos se confesaban sus miedos e inquietudes: "Pepe sigue haciendo sus dibujos y progresa paulatinamente. Ayer estuvieron en el museo de pinturas (...) Esperando noticias tuyas para escribirte más largo y enviarte algún trabajillo que escribiré solamente para ti", le decía en una correspondencia Antonio Machado a su padre.
La vida de ambos corre en paralelo. De hecho, publicaron sus primeras obras, cuyos originales se muestran en la exposición, casi a la par. Manuel lo hizo con Alma en 1902 y, al año siguiente, sale a la luz Soledades de Antonio. Alma sigue una corriente modernista y recibe un fuerte impulso gracias a Miguel de Unamuno. Por su parte, Soledades, aunque también se caracteriza por seguir un estilo modernista, mantiene un tono más escéptico hacia esta corriente.
Sus caminos se separan en 1907
Fue en 1907 cuando los hermanos separaron, por primera vez, sus caminos. Manuel dejó atrás esa fama de dandi y poeta canalla para sentar la cabeza opositando como bibliotecario y archivero de la Biblioteca Nacional de Madrid. Por su parte, Antonio obtuvo una plaza de profesor de francés en Soria, donde quedó fascinado con la belleza árida de Castilla. Allí conoció a Leonor Izquierdo, la jovencísima hija de los dueños de la pensión en la que vivía. Se casaron en 1909, cuando ella cumplió 15 años. "Mañana, domingo, en la iglesia de La Mayor, se leerán las amonestaciones de Don Antonio Machado y Doña Leonor Izquierdo", reza una pequeña tarjeta expuesta.
Pero si hubo un acontecimiento que marcó para siempre la vida de Antonio, ese fue el fallecimiento de Leonor por una tuberculosis. Durante su dura convalecencia, Antonio publicó Campos de Castilla, obra que contó con una gran recepción entre la crítica. Sin embargo, incapaz de soportar la contemplación del campo soriano sin Leonor, el profesor de francés se trasladó a Baeza donde vivió lleno de melancolía y dolor.
Manuscrito original del discurso de ingreso de Antonio en la RAE
Poco después, en 1919, la vida volvió a reconciliar a los hermanos. Uno en Segovia, Antonio, y otro en Madrid, Manuel, comenzaron a colaborar estrechamente en el inicio de una carrera teatral cumpliendo un sueño que ambos tenían desde la adolescencia. También durante esta nueva etapa, los poetas vivieron juntos el nacimiento de la Segunda República. Un proyecto político en el que ambos participaron con emoción y optimismo. En esta parte de la muestra se puede contemplar el manuscrito original del discurso que Antonio preparó para su entrada en la Real Academia Española. Un documento preservado con sumo cuidado por la Fundación Unicaja y que el poeta nunca tuvo oportunidad de leer por el estallido de la Guerra Civil.
Precisamente, esta es una de las partes que más miradas atrae debido a las dos líneas cronológicas que relatan las vivencias de ambos durante este periodo. El alzamiento militar contra la Segunda República sorprende a Manuel en Burgos, donde quedó atrapado. Antonio, por su parte, se encuentra en Madrid, pero ante la amenaza de los bombardeos tiene que seguir el destino itinerante del gobierno republicano a Valencia y Barcelona. "Mi ideario político se ha limitado siempre a aceptar como legítimo solamente el gobierno que representa la voluntad libre del pueblo", escribía Antonio en una carta a la poeta y escritora argentina María Luisa Carnelli.
La exposición demuestra que uno de los mayores sufrimientos que vivieron -y compartieron- fue el estar separados. Los Machado. Retrato de Familia que narra el camino que emprendió Manuel hacia Collioure (Francia) cuando se entera de la muerte de su hermano. En este momento, José Machado, el tercero de los hermanos, descubre en el gabán el último verso de Antonio: "Estos días azules y este sol de la infancia". Un retorno a la Sevilla de la que nunca se fue y que nunca lo ha olvidado.
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