El rumor oculto de Pablo García Baena

El lector se puede sentir hasta abrumado por la intensidad de su palabra poética.

El creador del grupo Cántico, en una visita a Granada delante del Palacio de Bibataubín.
El creador del grupo Cántico, en una visita a Granada delante del Palacio de Bibataubín.
Ángeles Mora / Granada

09 de octubre 2012 - 05:00

Pablo García Baena, uno de los más grandes poetas de la poesía española, ha sido siempre también uno de los poetas más misteriosos, afables y discretos que he conocido. Desde su Córdoba lejana y sola ha venido algunas veces a encontrarse con la Granada de Federico, y ahora volverá para recibir el máximo homenaje con que la ciudad reconoce a los más altos poetas: el Premio que precisamente lleva el nombre de Federico García Lorca. Sin duda todos celebramos este nuevo reconocimiento a la obra de García Baena, que ostenta entre otros muchos, el Premio 'Príncipe de Asturias', el 'Reina Sofía', la Medalla de Oro de la Ciudad de Córdoba y el nombramiento como 'Hijo predilecto de Andalucía'.

Quizá el acontecimiento más decisivo en la vida poética de Pablo García Baena sea la creación, junto a un grupo de poetas y pintores amigos cordobeses, de la revista poética Cántico, hojas de poesía dirigidas por Molina, García Baena y Bernier y que publicó su primer número en octubre del 47. Cántico, como se sabe, plantea una mayor exigencia formal para la poesía de la época y pretende entroncar con la Generación del 27, poetas a los que reivindican, sobre todo a Luis Cernuda. Su esteticismo en aquella posguerra trágica en la que surgió se consideró en parte como una evasión de los problemas reales, acuciantes, de la población. De modo que se vieron perseguidos por ese estigma, que el tiempo ha ido poniendo en su sitio.

Pablo García Baena ha confesado alguna vez que fue un niño "peligrosamente mimado" y educado hacia las Bellas Artes, por pertenecer a una familia donde abundaban los artistas: su padre, tallista, su hermano dibujante, profesor de la Escuela de Artes y Oficios, donde el mismo Pablo estudió un tiempo. Sus amigos fueron poetas y pintores, especialmente. Todo contribuyó para crearle un mundo interior plástico y rico que ha sido la fuente inagotable de su poesía.

Desde los primeros libros se despliega, en el altísimo poeta que es, su capacidad metafórica, ese arrancarle al lenguaje poético toda la ambigüedad, la sensualidad y el aludido "misterio" estético y vital que encierra: de manera que el lector se puede sentir hasta abrumado por la intensidad de su palabra. Y aunque, como él mismo nos dice, suele escribir poemas largos, llenos de imágenes y sonoridades… un poema sencillo, ágil, breve, casi juvenil, de su primer libro, nos habla a las claras de su ambición poética. Me refiero al poema que da título a ese primer libro, Rumor oculto.

La crítica establece dos etapas principales en la obra de Pablo García Baena: la primera abarcaría sus libros Rumor oculto (1946), Mientras cantan los pájaros (1948) y Antiguo muchacho (1950). Con estos tres libros se puede considerar constituido su universo poético, en ellos vive el Pablo García Baena del futuro. Su libro Junio (1957) en cierto sentido es un hito: representa en su obra la celebración del amor, el erotismo, la plenitud del sentimiento amoroso. Óleo (1958) supuso un alto en el camino y el final de esa primera etapa que decíamos. Pues ya hasta el año 1971 no publicó el siguiente libro: Almoneda. Y en la misma década otra de sus más significativas entregas: Antes que el tiempo acabe (1978), el libro clave de su madurez poética. Un libro en el que habitan todas sus inquietudes y desvelos, toda su nostalgia, la pérdida, la desolación y la riqueza de su biografía interior, la que le importa como poeta. No puedo citar aquí su extensa obra. Sólo un par de libros más: Fieles guirnaldas fugitivas (1990), donde vuelve a retomar el pulso de su poesía intensa y vivida y Campos Elíseos (2006), emocionante igualmente, que nos indica una vitalidad inagotable.

Hay otro "tema poético" que le apasiona: el cine. El cine fue en la posguerra la válvula de escape de aquel mundo gris, triste y penoso: sueño y realidad, Marlene Dietrich y, cómo no, su famoso poema "Palacio del cinematógrafo", que comienza de esta insinuante manera: "Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero."

Pablo, desde ahora te esperamos en Granada.

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