Sevillanas de cine
Sevillanas | Crítica
Las sevillanas no siempre estuvieron vinculadas a la Feria de abril y al Rocío, hace 100 años se bailaban en el carnaval, en la Plaza Nueva y en las ventas

La ficha
'Sevillanas' Feliciano Pérez-Vera. Almuzara, 266 pp.
Sevillanas es la última contribución a la bibliografía de este género, que firma Feliciano Pérez-Vera, autor de sevillanas y empresario. Se trata de un libro testimonial y autobiográfico en el que su autor nos relata las circunstancias en las que nacieron las sevillanas que compuso para, entre otros, Los Marismeños, Bordón 4, Los Rocieros, Los Amigos de Gines, Isabel Pantoja o María del Monte. Incluida, ¡sorpresa!, Nacha Guevara.
La más famosa de sus composiciones es sin duda El desamor grabada por Los Rocieros en 1981, por Los Amigos de Gines en 2000 y por Albahaca en 2008. En este libro su autor relata las vicisitudes de la creación de este éxito, inspirado en una novia y en un trabalenguas. Pérez-Vera tuvo como fuente de ingresos otras actividades laborales, como hemos señalado, y eso le permitió mantener una relativa distancia respecto al fenómeno del boom de las sevillanas en los 80 que le permite tomar una actitud crítica en esta obra.
En los dos tratados históricos que se ocupan de este baile, escritos ya en el siglo XX, no vinculan la danza con la feria de abril. Se trata del Tratado de bailes (1912) de José Otero y La danza española (1946) de Trinidad Borrull. Otero relaciona el baile con “las plazas y casas de vecinos” y con el carnaval y dice que en invierno se bailaban en la Plaza Nueva y en la Cruz del Campo y en las ventas de los alrededores de Sevilla, pero en ningún momento las relaciona con la Feria de abril. En el cine de ficción, las primeras filmaciones de sevillanas están situadas en un café (Mariquilla Terremoto, 1938), cantadas por Estrellita Castro y bailadas por varias parejas de mujeres. La película fue grabada en los estudios UFA de la Alemania nazi. O en una fiesta, cantadas por una exmonja, La hermana San Sulpicio (1934), es decir, Imperio Argentina, que las bailaría en 1951 en Café Cantante con Ángel Pericet como pareja. Las sevillanas de feria solo aparecen, orquestales, en 1942 con La blanca paloma el debut cinematográfico de Juanita Reina, que las canta a varias parejas de mujeres. Las sevillanas de feria reaparecen en otra película de Juanita Reina y en una escena parecida, al año siguiente en Macarena: eso sí, al ritmo de un organillo. El mismo año de 1942 las sevillanas habían aparecido en el cine asociadas a las cruces (Malvaloca, 1942, de Luis Marquina) y más tarde, aparecerían vinculadas al Rocío (Rumbo, 1948, de Ramón Torrano). En La patria chica (1943) las encontramos también, orquestales, en el escenario, por Estrellita Castro.
Las sevillanas de feria, en la feria, volverían a la gran pantalla en 1954 con La reina mora y en 1965 en Currito de la Cruz. Al año siguiente Marisol las cantó en una caseta de la feria en Cabriola, dirigida por Mel Ferrer y con una composición de Manuel Pareja-Obregón y Ángel Peralta, que hace uno de los papeles principales. Era el inicio de las sevillanas de autor.
En lo que se refiere al cine testimonial o documental, en una de las primeras manifestaciones de la danza española, filmada por la compañía Lumière en el Alcázar de Sevilla en 1898, podemos apreciar una coreografía de las sevillanas en el número titulado La sal de Andalucía. Se trata de la Compañía Sevillanas de Bailes del maestro Segura, que incluia al maestro Otero entre sus filas.
La misma compañía filmó en París una escena que viene acreditada, esta sí, como Sevillanos. Está grabada en el restaurante La feria que estaba en el Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1900. Se trata de una sevillana bailada por una pareja formada por Virgilio Arriaza y Anita Reguera. En 1905 Alice Guy filma a dos niñas de la zambra de los Amaya bailando sevillanas en el Sacromonte. Una de ellas es María la Jardín, como saben todos ustedes, ya que desde estas páginas desvelamos su identidad en 2019. De 1929 data la primera filmación sonora por sevillanas. Se llevó a cabo en el Cenador de la Alcoba del Alcázar de Sevilla y está protagonizada por el grupo del maestro Realito, incluyendo a los niños Rosario y Antonio. El acompañamiento es puramente instrumental. En 1937 La Argentinita y su hermana Pilar López bailan unas sevillanas instrumentales, con la guitarra de Manolo de Huelva, en su exilio parisino.
Y de ahí a 1992 y las Sevillanas de Carlos Saura. Luego ha habido algún documental sobre el tema pero que no ha aportado mucho, a mi entender, al género.
En lo que a la discografía se refiere, hasta los años 60 el género fue exclusivo de los flamencos. El pionero fue El Mochuelo, que ya las graba a finales del siglo XIX en los cilindros de cera. Luego vendría La Rubia, la Niña de los Peines y un largo etcétera. Bernardo el de los Lobitos las incluye, como “corraleras” en la Antología del cante flamenco (1954) de Hispavox. Y a partir de ahí, surgen los especialistas: los hermanos Toronjo, los hermanos Reyes, con los que da sus primeros pasos como compositor Manuel Pareja-Obregón que fue, sin duda, el causante de la revolución que sufre el género en los años 70 al incorporar la instrumentación del pop del momento en las voces de Los Marismeños, Los Romeros de la Puebla y Amigos de Gines, entre otros. Lo demás es ya una historia bien conocida por todos.
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