"Los chistes sexistas no son inocentes; encubren una gran violencia simbólica"

La poeta cordobesa ha ingresado esta semana en la Academia de Buenas Letras de Granada con un discurso sobre los aspectos lingüísticos y semánticos de la violencia simbólica en la tradición oral

María Rosal, nueva académica en Granada.
María Rosal, nueva académica en Granada.
Belén Rico

09 de marzo 2008 - 05:00

La guerra de sexos ha llegado a los correos electrónicos que se ceban en los defectos propios de cada género o en las ventajas de la soltería. Desde los punzantes diálogos de Juanito Valderrama y Dolores Abril, ha cambiado el canal pero no los mecanismos de la risa. María Rosal los ha estudiado para su discurso de ingreso en la Academia de Buenas Letras de Granada, un análisis de los aspectos léxico-semánticos de la violencia simbólica en formas de cultura popular.

-¿Por qué eligió este tema?

-Una academia de letras no sólo se interesa por los textos escritos, también debe abordar la tradición oral. Soy miembro de la Academia de Córdoba, donde he trabajado sobre temas de género, aunque centrados en la literatura culta y un poco en el refranero. Con este discurso lo que hago es seguir profundizando en mis investigaciones.

-¿Qué se entiende por chistes sexistas?

-A comienzos del siglo XXI seguimos en esta lucha de género. Los chistes no son inocentes, tienen un carácter anónimo pero son aceptados por la sociedad que comparte un sistema de creencias que refleja esta batalla. Se suelen producir en situaciones relajadas, en reuniones de amigos, pero encubren una gran violencia: si son machistas, zahiriendo a las mujeres; y éstas responden con chistes feministas. Todos ellos se engloban bajo la denominación de sexistas.

-En su discurso analizó tanto los chistes machistas como los feministas.

-Sí, porque esa violencia simbólica está presente en todos ellos, sea cual sea el género que se satiriza. Y los dos son igual de violentos.

-¿Continuará profundizando en esta línea de investigación del lenguaje sexista?

-Tanto en la Academia de Córdoba como en la de Granada seguiré trabajando en estos temas o en otros que se me vayan surgiendo, y lo haré con mucho gusto. Pero estas investigaciones me interesan muy profundamente, y nunca las abandonaré.

-¿Es más fácil o más difícil abordar un asunto contemporáneo y de narrativa oral?

-Lo difícil es acotar el tema, porque hay que estar muy pendiente de la actualidad, con la oreja puesta y al tanto de internet.

-¿Cómo estructuró el discurso una vez acotado el tema?

-Lo primero que hago es situar lo que es el chiste desde la perspectiva de la estética de la recepción, para la que tan importante es lo que se cuenta como el público que lo escucha, que mentalmente completa lo que se dice. Ahí está la gran paradoja de los chistes: a la vez que se espera cuál puede ser el final, este debe ser sorpresivo. Luego realizo una clasificación semántica.

-¿Cuál es esa taxonomía de los chistes?

-Hay seis categorías. Primero los de inteligencia, cómo unos a otros se critican con el argumento de la falta de inteligencia. En la segunda trato el tema del cuerpo. En la tercera, las tareas del hogar. El cuarto bloque lo titulo Defectos, manías, caprichos y rarezas y hago una relación con la literatura de la Edad Media, cómo a las mujeres se las sigue considerando según el imaginario patriarcal como charlatanas, gastosas, incapaces de guardar un secreto... El quinto grupo engloba a los chistes contra el matrimonio de los dos géneros. Para los hombres el matrimonio es una trampa donde se pierden la libertad y el dinero, y el desencanto amoroso llega pronto. Por ejemplo: "¿Qué diferencias hay entre una hechicera y una bruja? Cinco años de matrimonio". Y las mujeres se lo plantean desde una vertiente aún más agresiva. El último apartado es En el nombre de Dios, chistes en los que se utilizan explicaciones religiosas sobre la creación del mundo como clave de las desigualdades entre los géneros: Por ejemplo: "Si la mujeres fuesen buenas, Dios tendría una".

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