Violeta Hernández: “Cualquier arte en vivo es irrepetible, debemos atraer al público más joven”
Cultura
La directora del Instituto Andaluz de las Artes Escénicas y la Música repasa su primer curso en la Junta, una etapa en la que antes que “los proyectos vistosos” prefiere “acompañar a los creadores para que se sientan menos solos”
Vildanza, el baile es de todos
Violeta Hernández creció en un entorno que respiraba amor por la cultura, aunque su genealogía parecía empujar a esta gaditana criada en Madrid al ejercicio de las letras. “Mi padre [el poeta Antonio Hernández] es escritor, y mi infancia está vinculada a otros autores como Luis Rosales, Fernando Quiñones, Claudio Rodríguez o Luis Berenguer. No hubo una decisión consciente de apartarme de eso, pero encontré mi mundo en el teatro y en la música y no en la literatura. Mi primo, Marcelino Hernández, era director del Alfil y las visitas a ese espacio fueron parte de mi educación sentimental”, recuerda esta profesional que siempre concibió –en los inicios, cuando ponía en pie aplaudidos montajes como Vagón de Cola, o a lo largo de las décadas, con su empresa La Suite, responsable entre otros muchos proyectos del festival Nocturama– la gestión como una suerte de servicio público, como una prolongación de la felicidad que tantas veces ella había sentido como espectadora. La noticia de su nombramiento, hace unos meses, como directora del Instituto Andaluz de las Artes Escénicas y la Música, organismo perteneciente a la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, se acogió con júbilo en un sector que Hernández conoce en profundidad y que vive con entusiasmo. “Tengo muy claro por qué decidí presentarme a la plaza: quería intentar cambiar el funcionamiento de algunas inercias de la gestión cultural pública desde el conocimiento acumulado durante años y desde mi defensa de la colaboración público privada. Tenemos que hacer que esta colaboración fluya. Por otro lado, desde la dirección del Instituto me siento igual de cerca que antes de la creación cuando elaboro una programación o diseño un proyecto. Los programas que dirijo desde el Instituto son todos grandes proyectos y supone un reto para mí hacerlos brillar”. Hernández enumera los desafíos que afrontan la escena y la música andaluzas en esta conversación mantenida la pasada semana en Vildanza, el festival que coordinan los bailarines Mario Bermúdez y Catherine Coury en la localidad jiennense de Vilches.
–Se anunció su nombramiento el pasado verano. ¿Puede hacer algún balance de estos primeros meses?
–Me dieron la noticia el 31 de julio y me incorporé el 4 de septiembre, así que se puede decir que llevo un curso. Me encontré un Instituto con ganas de movimiento y aunque yo no soy persona de causar terremotos, creo que sí he conseguido que en este año se muevan cosas. Más que apostar por proyectos vistosos creo que hay que ir a la base y mejorarla.
–Su “propósito fundamental”, dijo entonces, consistía en “apoyar a la creación andaluza contemporánea” y procurar “su posicionamiento en el mercado nacional e internacional”.
–Absolutamente, ese es mi objetivo, y no sólo en esta etapa en la que me he incorporado a lo público. Los que trabajamos en el sector, por lo general, compartimos una vocación, un sentimiento, el amor por la cultura. Y yo lo que quiero es que se siga generando cultura: creo en la imaginación y la pasión con que se hacen las cosas aquí. Lo que se necesita es que ese trabajo se pueda realizar en las mejores condiciones y que se visibilice, tanto dentro de Andalucía como fuera.
–¿Qué falla para que no haya una mayor visibilidad? La programación del Teatro Central refleja la buena salud de la escena andaluza, pero a las compañías les cuesta tener el eco que merecen en el resto del país...
–Hay que hacer una buena labor de, como decimos ahora, mediación. Me refiero a la responsabilidad de generar la curiosidad por lo que se hace en el sur aprovechando la oportunidad que tenemos algunos de estar en esos lugares donde se deciden cosas: comisiones, jurados, redes, etc, donde, en realidad, de Andalucía se habla muy poco. Hay que confiar en lo que se hace aquí y exportarlo con el orgullo que da saber que tenemos profesionales buenísimos. Este año he llevado a cabo colaboraciones con festivales nacionales como el TAC de Valladolid, el Festival de teatro Clásico de Almagro o Dansa Valencia, festivales que muestran interés y sensibilidad por la propuestas andaluzas contemporáneas. Son sinergias que nos ayudan a cumplir objetivos y debemos fomentarlas. Desde la Agencia acompañamos a esos artistas y ayudamos a su promoción en esos lugares estratégicos.
Debemos generar en el exterior la curiosidad por lo que se hace aquí. Tenemos artistas buenísimos”
–¿Contemplan alguna línea para que las creaciones andaluzas se vean en el extranjero?
–Este año se inicia en la Agencia [Andaluza de Instituciones Culturales] un programa de internacionalización. Hemos seleccionado a diez empresas de danza con las que vamos a acudir como delegación andaluza a la Tanzmesse, una feria que se celebra en Düsseldorf a finales de agosto. Las ferias pueden ser muy caóticas, no vale sólo con ir, de modo que daremos a estas empresas en unas sesiones previas claves para que sepan dónde van, a quién se encontrarán, cómo no perder el tiempo y cómo llevar materiales ya trabajados... Y tendremos a gente que ya controla estas ferias acompañando a estas compañías en Düsseldorf. Y en la música también queremos reforzar la internacionalización. Yo me he movido por muchas ferias y siempre he visto con admiración cómo los catalanes y los vascos tenían un stand compartido mientras los andaluces no estaban aglutinados. El año pasado hubo una representación andaluza en BIME y sentimos que éramos una piña. El siguiente paso es que las empresas andaluzas estén en las conferencias y los paneles, darles voz, que es una manera de empoderarlas.
–Para que el trabajo de los artistas se pueda realizar en las mejores condiciones, como ha dicho, ayudan las residencias artísticas.
–Acabamos de publicar la resolución de una convocatoria de residencias para 16 artistas de artes escénicas y música, que está muy bien, pero hemos recibido más de 100 solicitudes. Se van a llevar a cabo en cuatro espacios. Además de El Estadio y El Rey Chico, espacios de la Agencia, este año se suman el C3A de Córdoba, y La Térmica, gracias a un convenio de colaboración con la Diputación de Málaga. Es importante generar alianzas con otros espacios, llegar a acuerdos con otras instituciones, porque la Consejería no puede pretender tener ocho centros de creación coreográfica ni ocho teatros como el Central ni ocho escuelas de formación... La historia es que el artista no se sienta tan solo, que creo que es un sentimiento que acompaña a los creadores andaluces. Generar la comunidad es algo que debemos propiciar desde las instituciones, pero también una responsabilidad de ellos mismos, de los artistas. Tenemos el modelo de la PAD [Asociación de profesionales y compañías para el desarrollo de la danza en Andalucía] o el de ADEA [la Asociación de distribuidora escénicas de Andalucía], o la ACA [Asociación de Circo de Andalucía] que dialogan con las instituciones constantemente y defienden intereses comunes a los profesionales que aglutinan, pero estamos a años luz de otras comunidades en cuanto a asociacionismo se refiere.
–¿Están los artistas andaluces suficientemente formados?
–Nosotros tenemos que estar muy orgullosos del Programa Andaluz de Jóvenes Intérpretes, de la Orquesta Joven de Andalucía (OJA) y el Joven Coro de Andalucía (JCA). Hemos pasado de que las orquestas andaluzas cubrieran su plantilla mayoritariamente con músicos extrajeros a tener a ex alumnos de la OJA en todas las orquestas andaluzas y en muchas nacionales e internacionales, como intérpretes, como directores, o incluso dirigiendo festivales. Eso se debe a una apuesta en la que se ha insistido durante 30 años y por eso ha dado sus frutos, apuesta a largo plazo, que en mi opinión hoy por hoy necesitaría más recursos. La OJA trabaja en tres encuentros anuales, en periodos de vacaciones porque son alumnos en formación, y en el encuentro de verano tendrá como director invitado a Pablo González y dará conciertos en Ceuta, Almería y en el Baeza Fest, pero es que en el encuentro de invierno estará en el Auditorio Nacional. Y el Joven Coro de Andalucía, con Marco Antonio García de Paz de director titular, estará en unos días en el Palau de la Música y en en el festival Femap en los Pirineos.
–Más allá de la música, ¿cómo ve la educación en otros ámbitos?
–Por el Centro de Creación Coreográfica de Andalucía han pasado profesionales de la talla de Marcat Dance, Luz Arcas, Rocío Molina o Antonio Ruz, y este año, entre los nombres que ya podemos decir, están Denise Despeyroux, Guillermo Weickert, Tania Beyeler, de El Conde de Torrefiel, Andrés Lima o Carlos Marquerie, que me parece un privilegio que pueda dar un taller de iluminación y de espacio escénico. Tenemos algunas propuestas de formación muy sólidas, pero pienso que sigue faltando una conexión mayor con la educación reglada, con conservatorios de danza, escuelas de artes escénicas y conservatorios de música. Siento que eso debería ser más fluido. Queremos ver junto a profesores de estas disciplinas qué se necesita para que mejore la situación. La idea es poner en marcha proyectos tanto de danza como de artes escénicas y dramaturgia en los que podamos hacer esa labor de acompañamiento hacia la profesionalización que en la música hace la OJA. Que alguien que se ha formado como actor, como bailarín o como dramaturgo, en el conservatorio o en la escuela, pueda tener un mejor conocimiento del que será su oficio gracias al contacto con profesionales en activo.
Sigue faltando una conexión mayor entre la educación reglada y la profesión, un puente que una a ambas”
–Hablemos del entorno rural. ¿Es fácil asistir al teatro viviendo en un pueblo?
–En la Red Andaluza de Teatros Públicos hay ahora mismo 72 municipios, es una gran red. En este programa, que está cofinanciado entre la Agencia y los municipios, se han programado en 2024 unas 800 funciones. Pero echo de menos cierto riesgo en las programaciones. Independientemente de la propia exhibición es muy importante hacer un trabajo de acercar la cultura, las artes escénicas y la música, a los ciudadanos de una manera más orgánica. En Vildanza, estos días, estamos viendo que todo el pueblo se vuelca, asume la danza contemporánea como algo natural, como algo suyo. ¡Si es que uno de nuestros mejores coreógrafos y bailarines, Mario Bermúdez, es de aquí, de Vilches! Trabajar con el propio territorio es una asignatura pendiente, aunque hay localidades como esta en las que se desarrollan proyectos preciosos. Y en las grandes ciudades tambien nos encontramos con algunos retos: llama la atención una media de edad alta en los espectadores. Hay que pensar cómo se puede atraer a nuevos públicos, y está claro que resulta muy difícil competir con los productos audiovisuales y los lenguajes que consumen los jóvenes. El hecho escénico, la música, son una experiencia irrepetible, y debemos dar con la forma de transmitir eso.
–Dígame algún proyecto que le haga especial ilusión, de los que tiene sobre la mesa.
–Estoy disfrutando mucho diseñando la programación del Festival de Música de Cádiz. Lo estamos llevando a un sitio muy bonito. Queremos que sea una cita atractiva para la ciudad de Cádiz, obviamente, pero que también sea apetecible para gente de fuera. Que el visitante pueda ir a un lugar tan acogedor como Cádiz y en un fin de semana pueda ver a los mejores grupos de música antigua hasta un concierto de rockabilly o un artista top del flamenco actual es un lujo. No puedo dar nombres todavía, pero lo estoy deseando. Y dentro de las artes escénicas, me está emocionando mucho cómo el equipo y yo vamos trabajando en posicionar a artistas que deberían haber tenido ese posicionamiento antes, colaborando con otros festivales y ferias, lo que hablábamos... Citas a las que le interesan esos perfiles, que les dan su sitio a esos profesionales... Lo estamos consiguiendo gracias a la mediación. Y estoy muy ilusionada con el ciclo La duda metódica, quiero seguir llevándolo por toda Andalucía, vinculándolo a otros festivales.
En la música hay mucho ‘pinkwashing’: hago una acción por la igualdad y ya parece que abogo por ella”
–Usted dice que no es partidaria de grandes transformaciones, pero ¿qué pensó que debía cambiar cuando llegó al Instituto?
–Soy partidaria de transformaciones, pero profundas, con sentido común y con efecto en el largo plazo. Voy a cambiar las bases reguladoras de las subvenciones para hacerlas más acordes a las necesidades que tienen los sectores de la música y las artes escénicas. Es muy frustrante ver proyectos maravillosos a los que no podemos ayudar. Desde el minuto uno en el que llegué llamé al equipo de ayudas y empezamos a trabajar en unas nuevas bases, que ya tenemos diseñadas. Nos queda un proceso muy largo, la validación de nuestros equipos jurídicos y después el contraste con el sector. Hay que sentarse con todos los agentes de las artes escénicas y la música, con festivales, distribuidores, compañías y artistas.
–Usted formaba parte de la junta directiva de Mujeres de la Industria de la Música (MIM). ¿Hay igualdad de oportunidades en el sector?
–Sigo siendo socia de MIM, pero dejé el cargo cuando me incorporé a la Junta de Andalucía, igual que dejé mi empresa. Sigo peleando por el posicionamiento de las mujeres en las artes escénicas y la música. Diría que es donde está la industria potente, donde el mercado tiene más peso, en la música, donde se producen más desigualdades. Ahora está de moda hablar del tema, pero hay mucho pinkwashing: yo hago una acción sobre igualdad, y ya parece que abogo por eso. Posicionar a las mujeres en el mundo de la música implica que tus equipos de dirección y de trabajo sean paritarios, que tus programaciones lo sean. En la cultura, como en muchos otros ámbitos, han faltado referentes femeninos, sobre todo en puestos de dirección. Yo ahora ocupo uno y es para mí un orgullo y una responsabilidad.
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