Zapatería La Veloz: la maestría de la reparación en un mundo de "usar y tirar"

Comercios con historia

Desde 1959 reparando calzado en la ciudad de Córdoba

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Actual gerente de La Veloz con el cuadro de su fundador / Juan Ayala

Córdoba/Zapatería La Veloz la fundó en 1959 Rafael Trujillo Cañero y un compañero del gremio que, desde ese momento, se convirtió en su socio. El origen de su nombre no se sabe con certeza, pero el amor por el zapato venía de lejos, ya que ambos se dedicaban a este nicho. Los dos fundadores ya ejercían la profesión en un salón de la ciudad. Cañero, como así lo llamaban su clientela, era natural de Almodóvar del Río. Ejerció el papel principal de la zapatería hasta el año 1999, cinco años antes, su yerno se convirtió en su mano derecha.

Manuel Porras Montero, que venía de estar trabajando en una platería, decidió irse de aprendiz con su suegro, ya que este necesitaban un compañero que le hiciera de oficial. En esos momentos, "donde la platería subía y bajaba, decidí meterme por las tardes a aprender con él". A Porras le gustaba este trabajo, le gustaba la labor artesanal y vio una buena oportunidad de colaborar con su suegro, que le enseño todo lo que sabe. Después de varios años a su lado, Porras se quedó a cargo de la zapatería, que llevaba un tiempo largo en la Cuesta de Luján. Rafael Trujillo Cañero falleció este verano, pero sigue estando presente de la zapatería, ya que su foto luce en el mostrador. La Veloz ha visto pasar décadas, estaciones, etapas y cambios en la industria, pero sigue manteniendo su esencia y rindiendo homenaje a su fundador.

Reparando en La Veloz / Juan Ayala

En La Veloz se dedican a la reparación del calzado, aunque también pueden hacer otro tipo de arreglos. "Allí enfrente tenemos otro local en el que está mi mujer; allí arreglamos, cinturones, bolsos, cremalleras, cazadoras que se llama Element´s. Yo me dedico solo al calzado". Porras describe sus útiles de trabajo, aunque sintetiza diciendo que suele hacerlo todo de forma manual, no utiliza mucha maquinaria. "Martillo, máquina para lijar, yo es que no pego con prensa ni nada, lo hago todo manual", refiere.

Es un claro hecho que este tipo de trabajo se está perdiendo. Así lo defiende el actual gerente, que comenta que le han llegado diferentes opiniones de los clientes, afirmando que este tipo de negocio ya ha echado el cierre en diferentes barrios. "Yo creo que se va a perder. Yo estoy recibiendo ahora muchísimos clientes nuevos que me dicen que se están perdiendo el negocio tanto en barrios como en pueblos. Además, otro de los factores a los que apunta el zapatero es que hay pocos jóvenes que se dediquen a este oficio y que se hagan cargo del relevo generacional. "Tengo clientes de segunda y tercera generación y de todas clases", añade entre carcajadas.

Fachada de La Veloz / Juan Ayala

Respecto a los zapatos, como buen profesional, explica que en estos últimos años ha podido ver mucho producto de baja calidad, nada comparado con el zapato de buena calidad, que merece la pena arreglada y que para el pie es un amigo. Muchos son de “usar y tirar”, describe Porras. Un zapato de baja calidad no se puede ni reparar, ni coser… "Ahora se está sacando mucho zapato antiguo, que lo tenían guardado, mucho zapato bueno. Ha habido unos años que lo que más se llevaba era de usar y tirar, preguntaban precios, si eso costaba diez euros no se arreglaba, se tiraba directamente". "Un zapato bueno te dura muchísimo, un zapato malo... y más ahora con los materiales que se están haciendo. Un zapato que no traspira, que te duelen los pies, que se rompen y no hay forma de arreglarlo. Un zapato bueno que es de piel, tiene un buen arreglo, porque lo puedes pegar, coser. Si es de plástico, se raja al coserlo. De zapatos buenos cada vez van quedando menos

De zapatos en La Veloz se sabe mucho, cientos de estos se posan en su mostrador a la espera de ser arreglados, porque sí que es cierto que Porras tiene mucho trabajo, ya que clientes de todas las edades acuden a esta zapatería. Un negocio que no conoce mucho de competencia, ni tampoco de crisis, tal y como describe el actual gerente de La Veloz, ya que, como defiende, en época de crisis es cuando más la población se interesa por reparar sus cosas. También se debe recordar que estos meses de otoño-invierno son los de potencia, ya que se producen los cambios de temporada, llega el frío, la lluvia. Luego, en mayo, vuelve a empezar el ciclo de cambios.  

Un trabajo de esta magnitud "necesita de horas", aunque sea un comercio pequeño, como se puede decir, tiene que hacer frente a diferentes gastos fijos que tiene que afrontar cada mes. Desde 1959 existe gente que acude a la Veloz para seguir manteniendo el lazo de unión con sus zapatos, apostando por la reparación. "La responsabilidad por seguir un negocio que ha fundado él. Me gustaría que un familiar cogiera un relevo, pero no sé yo, depende de otros, me quedan todavía unos cuatro años para jubilarme", comenta.

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