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Apunto de comenzar la fase 1 del Plan para la transición hacia una nueva normalidad, podemos decir que es una las etapas más complicadas de la gestión de la pandemia por la Covid-19. La desescalada implica una paulatina y controlada vuelta a la normalidad con criterios de gradualidad que implican ir poco a poco. La transición a la nueva normalidad nos debe llevar a una situación en la que la sociedad puede recuperar la capacidad de movimiento y la actividad social y económica con un conjunto de limitaciones que estarán mucho tiempo entre nosotros y que pretenden disminuir al máximo las probabilidades de contagio comunitario.
En estos días se está desarrollando la encuesta para conocer la prevalencia de la infección en el conjunto de la población española y así, podremos saber el porcentaje de población susceptible de infectarse por no haber estado aún en contacto con el virus. Sabremos la distribución de la prevalencia tanto a nivel nacional, como a nivel de Andalucía en su conjunto y de cada una de sus provincias. Previsiblemente la prevalencia de inmunidad será baja. Así que si el coronavirus está presente y tenemos buena parte de la población susceptible sin inmunidad, la desecalada debe hacerse extremando todas las precauciones. Paso a paso. Fase a fase.
A las autoridades sanitarias de Andalucía y del Gobierno de España corresponde asegurar la disponibilidad de los recursos necesarios para atender con todo el rigor los requisitos de seguridad y control epidemiológico de la Covid-19. La enorme inyección de recursos económicos para atender las necesidades de la respuesta a la pandemia deben llevar a no regatear esfuerzos.
Así, los dispositivos de vigilancia epidemiológica deben estar organizados con la dotación de personas y medios necesaria. Atención primaria debe contemplar la adecuada dotación para el desempeño de sus actividades. Recursos tecnológicos y humanos que puedan permitir disponer de equipos de rastreo para esa finalidad, cualificados y preparados. Esto requiere una estrategia específica para la aplicación de test diagnósticos a profesionales y población vulnerable para anticipar al máximo el control de la infección. Las autoridades sanitarias también deben asegurar la disponibilidad de recursos hospitalarios suficientes para atender la eventual aparición de brotes con más casos. Y, por supuesto, con una adecuada capacidad de protección a los profesionales para evitar nuevos contagios. Se necesita el despliegue de un cuadro de mando para el control de la evolución epidemiológica con indicadores precisos y umbrales específicos para saber cuándo se cumplen las exigencias para poder pasar de fase. Porque es imprescindible ir paso a paso y por fases, previa evaluación. Una evaluación que debe ser segura y transparente.
A pesar de todo, hay que estar preparados ante la posibilidad de nuevos brotes y, si es así, poder responder modulando las respuestas incluso, dando pasos atrás. Y es que nuestro enemigo es un virus asesino, que nos obliga a ser precavidos. Hagamos cada uno de nosotros nuestro maximo esfuerzo.
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