Mejorar la salud mental

En esta nueva legislatura se abre la posibilidad de iniciar un camino real de fortalecimiento de las políticas de salud mental que tan necesitadas están de un impulso real y de un amplio acuerdo institucional, profesional, político y social para priorizar el camino a seguir.

Los problemas de salud mental no están bien abordados por el conjunto del Sistema Nacional de Salud y es por eso que puede afirmarse que estamos ante una enorme asignatura pendiente que debemos superar sin más dilaciones.

Así, quiero señalar que creo que es una buena noticia la creación de un Comisionado especial en Salud Mental por parte del Ministerio de Sanidad y el impulso de una proposición no de Ley del grupo parlamentario socialista para impulsar un Pacto de Estado por la Salud Mental, iniciativa esta que se va a debatir en los próximos días en el Congreso de los Diputados. Ampliar la cartera de servicios, aumentar los recursos disponibles, incrementar la disponibilidad de profesionales de salud mental dando más entrada a los psicólogos clínicos o reforzar las acciones comunitarias que apoyen la normalización de los problemas son, junto a acciones preventivas de las conductas suicidas, algunas de las líneas de acción necesarias.

Es importante señalar que las carencias y las necesidades por cubrir son de tal calibre, que hay que tener claro que hace falta una política sostenida en el tiempo con visión de medio y largo plazo y, es por todo eso, por lo que un Pacto de Estado puede ayudar a que el objetivo sea creíble y consiga el éxito que la sociedad merece.

También es necesario no partir de cero porque, aunque los problemas y las insuficiencias son muchas, también es verdad que hay servicios de calidad, buenas prácticas y una recientemente aprobada Estrategia nacional de Salud Mental que son cuestiones que deben ser tenidas en cuenta. Por otra parte, la incorporación del conjunto de la sociedad y en especial los pacientes y sus familias, los medios de comunicación, las sociedades científicas, las organizaciones sociales, las instituciones educativas y las autoridades públicas responsables deben involucrarse de manera decidida. Nadie sobra y todos son necesarios en este gran objetivo.

Junto a ello no hay que rehuir el debate sustancial relativo a los enfoques más adecuados para responder con acierto a la problemática de salud mental que nos afecta. La visión más biologicista de la salud mental en la que sobresale la mirada más centrada en las patologías y sus tratamientos farmacológicos no debe prevalecer sobre la visión más de salud pública con el análisis de los determinantes sociales, de la visión interdisciplinar o de la visión social y comunitaria de la salud mental, porque probablemente se desenfoque el diagnóstico y la solución del problema.

Por todo ello, es por lo que yo reclamaría un debate claro, expreso y contundente para saber para qué sirve cada enfoque y donde caben las medidas y las acciones de cada uno de ellos. El Pacto necesario no es solo de Estado; es también un Pacto en torno a los enfoques profesionales e ideológicos en materia de Salud Mental.