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Sorpresa en agosto. La agencia de calificación crediticia Fitch ha rebajado un peldaño la nota de solvencia de la deuda a largo plazo de EEUU (descendiendo de la triple A, AAA, a AA+). No es la primera vez que pasa. En 2011, otra de las agencias de calificación, Standard & Poor’s, hizo exactamente lo mismo. Las causas que señala Fitch para proceder al descenso son: la erosión de la gobernabilidad y las dificultades para alcanzar acuerdos sobre el techo de deuda, el deterioro fiscal que se espera durante los próximos años y la creciente carga de deuda del gobierno que está llevando al país a mantener un volumen de deuda insostenible.
Pero, a ver, volvamos a la realidad y a lo sensato: ¿es imaginable que la economía más grande y dinámica del mundo, con los mercados financieros más profundos y líquidos, pueda fallar a la hora de atender su deuda? Más bien, los bonos americanos son la triple A de referencia, digan lo que digan los modelos econométricos. Si incumple EEUU, que nos coja confesados al resto. Por esto mismo, la percepción de mayor riesgo en los bonos de allí, los del resto del mundo pasan directamente a peor: los mercados, tanto bolsas como mercados de renta fija, llevan días acusándolo.
Sorpresa también la semana pasada. Además de las decisiones sobre los tipos de interés, el BCE tomó otra: fijar la remuneración de las reservas mínimas en el 0%. Las entidades de crédito están obligadas a mantener depositada en el banco central una cantidad mínima equivalente al 1% de los pasivos específicos, principalmente depósitos de clientes. El BCE retribuye esta cantidad a los bancos al tipo principal de financiación; en octubre les rebajó la remuneración un poco, al tipo de la facilidad de depósito, un 0,5% menos, y ahora la ha eliminado completamente.
Hagamos cuentas: las reservas mínimas ascienden a unos 157.000 millones de euros. Estas son las que van a dejar de remunerarse al 3,75% actual a partir del 20 de septiembre: los bancos dejarán de percibir unos 5.800 millones de euros al año. Evidentemente, esto hará que el BCE pague menos intereses a los bancos, pero calificar esta decisión como ha hecho gran parte de la prensa española de “hachazo a la banca” es completamente irrisible.
Los bancos mantienen, además de las reservas mínimas, depósitos en el BCE por 3,6 billones de euros, que sí seguirán siendo retribuidos a la tasa de depósito. Esto significa que los bancos cobrarán del BCE ¡135.000 millones de euros al año! Como ya apunté hace alguna semana, el BCE, y el resto de los bancos centrales, deberían eliminar completamente la remuneración de todo dinero, reserva mínima o no, depositado en el BCE.
Y, dejando las finanzas de altas esferas y descendiendo a las finanzas de nuestros bolsillos, sorpresa también desde hace un año la que llevamos con el subidón del Euríbor. El Euríbor a doce meses, la principal referencia hipotecaria y de préstamos firmados a tipo variable, cierra julio en el 4,15%, su nivel más alto desde 2008, hace casi 15 años. Todo parece apuntar a que la cumbre está cerca –quizá en torno al 4,5% o algo por encima cuando termine 2023– pero lo que no está nada claro es cuándo el Euríbor empezará el camino hacia abajo.
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