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Álvaro Romero
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Tribuna Económica
Ayer tuvo lugar la reunión que mantiene el Consejo de Gobierno del BCE periódicamente. Con la situación actual -una recuperación que se afianza y con la esperanza de que el crecimiento continúe mejorando en la segunda mitad de 2021- se planteaba la posibilidad de que no fuera necesario seguir apoyando a la economía con tanta fuerza. Pero no, tanto en el comunicado que emiten tras la reunión como en la conferencia posterior de su presidenta, Christine Lagarde, la idea fundamental que se trasmite es que el estímulo monetario seguirá siendo intenso. El BCE se muestra así cauteloso con la recuperación y ha preferido no arriesgarse y no iniciar aún la retirada.
Los tipos de interés oficiales se mantendrán sin variación, y continuarán en los niveles actuales, o en niveles inferiores, hasta que observe una convergencia sólida de las perspectivas de inflación hacia un nivel suficientemente próximo, aunque inferior, al 2 %. El programa de compras anterior a la pandemia, el APP, continuará a su ritmo mensual, de 20 mil millones de euros, reinvirtiéndose todos los importes que vayan venciendo. Asimismo, se seguirá proporcionando liquidez abundante a la banca a través de las operaciones de financiación para apoyar el crédito bancario a los hogares y empresas.
Por su parte, bajo el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP), el BCE seguirá efectuando compras netas hasta la dotación total de 1,85 billones de euros al menos hasta el final de marzo de 2022 y, en todo caso, hasta que la crisis del coronavirus haya finalizado. En el comunicado se añade incluso que en el próximo trimestre el ritmo será significativamente más elevado que en los primeros meses de este año. Y también se volvió a señalar la flexibilidad de las compras entre distintas clases de activos, entre jurisdicciones y poder incrementarlo o no utilizarlo completo según vayan viendo.
El problema de esta postura es que, al mismo tiempo que la recuperación, la inflación también está aumentando, y el mes pasado superó el objetivo del BCE, alcanzando un nivel no visto durante la mayor parte de la última década. Ayer, el BCE elevó las estimaciones para 2021 (del 1,5% al 1,9%) y para 2022 (del 1,2% al 1,5%), manteniendo la de 2023 en el 1,4%. Pero "aún estamos lejos de nuestro objetivo", defendió Lagarde. Por tanto, el BCE le resta importancia al repunte actual y lo considera pasajero.
Así, de momento, al menos, la generosidad monetaria se seguirá sumando al intenso estímulo fiscal puesto en marcha. Al respecto, y especialmente en referencia a lo que está desplegando la administración americana, Larry Summers, un influyente economista, nada sospechoso de ser enemigo de la intervención pública sino al contrario, se pregunta en un artículo del Financial Times hace unas semanas: ¿No nos estaremos pasando? Le preocupa que lo que se está haciendo sea excesivo, que conduzca a un sobrecalentamiento y a un alto incremento de los precios. Y no le falta razón al preocuparse, porque ya se sabe lo que se dice de la inflación: que es como la pasta de dientes, muy fácil de sacar del tubo, pero imposible de volver a meterla dentro. (Ayer, el IPC de EEUU se disparó hasta el 5%).
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