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Tribuna Económica
Este año el Foro de Davos tenía el interés de ver cómo los líderes políticos se posicionaban ante la agresividad e intimidación que llega desde Estados Unidos. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen fue pragmática, y considerando inevitable el enredo en los asuntos comerciales, dijo claramente que habrá que buscar un acercamiento a China, convertida paradójicamente en una alternativa más fiable. Aunque el enemigo secular de mi nuevo enemigo americano no tiene por qué ser mi amigo, hay que arriesgarse con ésta y otras amistades peligrosas.
La intervención de nuestro presidente de Gobierno se centró en el papel de las redes sociales en un nuevo escenario del poder económico asaltando al poder político. Esta concentración de poder público y riqueza privada no siente ya temor ni tiene escrúpulos en respetar las maltrechas instituciones democráticas, y en Estados Unidos se han borrado códigos éticos que pudieran dificultar el enriquecimiento personal de los políticos y amigos; y mucho menos van a respetar la verdad en unas redes sociales que dominan. Sánchez hace tres propuestas para Europa; una, claridad en las redes, evitando que el anonimato ampare a los que tiran la piedra y esconden la mano, con una cuenta real que identifique a los actores. Segunda, para las plataformas, visibilidad en sus intereses, financiación, sistemas de control, y todo lo que hace transparente a una empresa. Y tercera, la propia responsabilidad y cumplimiento normativo de estas compañías, que no pueden inhibirse ante los contenidos que publican. Añadiríamos, vigilar los algoritmos que actualmente esterilizan las discusiones y anulan argumentos morales y técnicos, estimulando el ultraje como forma de atraer usuarios y ganar más dinero, que es al fin y al cabo lo que cuenta.
En las respuestas a las preguntas de Mirek Dusêk, director del Foro, sobre el nuevo gobierno en Estados Unidos, el presidente Sánchez fue extrañamente conciliador, sosteniendo que ese país es un aliado con el que compartimos valores y cultura, y que una guerra comercial es perjudicial para todos –un juego de suma cero, dice–. A pesar de todo, es optimista sobre la forma en que van a evolucionar las relaciones, pero Europa debe tener una posición de fuerza en tecnología y energía, potenciando la acción común dentro de la UE; entre las estrategias menciona un aumento en el comercio interior.
Dos ideas finales: una, que es destacable la desenvoltura de Sánchez en los foros internacionales, fluente en inglés, y con un argumentario discutible pero bien articulado y expuesto. Pero a la vez, los asuntos internos del país, con la nueva amistad entre conservadores, extrema derecha e independentistas, exigen una labor fina de sacar adelante las mejoras que sean posible, manteniendo el ritmo que ha conseguido la economía española, tan elogiada en Davos. La otra, volviendo a las redes sociales, es que ha hecho bien el Presidente en sacar este tema, espinoso pero que no se debe ignorar, pues como dice desde Cambridge en su Ética, el brillante Simon Blackburn: “difundir información falsa es como tirar basura que contamina el mundo social; y de hecho, al contribuir a ensuciar el pensamiento, es algo todavía mucho más peligroso y más desastroso”.
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