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Todos los caminos pueden conducir a Londres, pero el que ha tomado el Real Madrid es, posiblemente, el de más carga surrealista que registra la historia del fútbol. Cualquier parecido con algo sucedido anteriormente no es recordable, pues el tramo final del Real Madrid-Bayern fue una concatenación de jugadas extrañas con la inclusión indudable de una que encocora especialmente a los alemanes y que significaba ir a la prórroga.
El partido era especialmente apto para las heroicidades y en éste iba a proclamarse como héroe principal Joselu, un futbolista que llegó al Madrid con el sellito de parche y que anoche se constituía como el salvador de un equipo que ya mira al 1 de junio en Wembley como una cita más con la historia. Y quizá la más deseada por la forma en que se ha producido el curso, mediante un camino erizado por las lesiones, pero que se ha desarrollado infinitamente mejor de lo esperado.
Circunscribiéndonos a lo que dio de sí este partido de partidos hay que indicar que a un desmelenado Real Madrid en el inicio sólo lo detenía la colosal actuación de Manuel Neuer. Y curiosamente sería el propio Neuer mostrando la cruz de su moneda el que iba a ser el que propiciase la remontada madridista. Eso ocurría cuando ya Kane no estaba en el campo, reservado sin duda para ulteriores compromisos, para con un mal rechace posibilitar el empate de Joselu a quemarropa.
Y a pa rtir de esto, minuto 88, la historia más surrealista jamás contada, con el VAR haciendo estragos en vez de justicia, y Joselu levantando el Bernabeu con otro gol de un cazagoles indudable. Pero iban a pasar más cosas y una que hará correr ríos de tinta impidiendo un gol alemán más que sospechamente legal. En fin que si ayer decíamos a boca llena que siempre nos quedará el Madrid, anoche nos quedó, pero con muchas dudas por la forma en que se produjo, demasiadas.
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