Visto y Oído
Sonia
Tribuna Económica
Tres razones de peso empujaban al Banco Central Europeo a bajar de nuevo los tipos de interés en el día de ayer, tras los recortes de junio y septiembre. En contra, otras tres razones, también contundentes, lo empujaban a realizar una pausa. La expectativa de bajada de tipos este octubre, según el mercado, se había incrementado desde una probabilidad del 30% hasta rondar el 99%. Y el mercado ha acertado. Ayer, en la penúltima reunión del Consejo de gobierno del BCE antes de finalizar el año, la balanza se inclinó por lo primero.
La primera razón para proceder a otra bajada es que, aunque la inflación ha sido un gran problema en 2022 y 2023, alcanzando un máximo del 10,6%, ha ido progresivamente moderándose a lo largo de 2024, cayendo al 1,8% en septiembre, por primera vez desde julio de 2021. El que se sitúe por debajo del objetivo del 2%, principal mandato del BCE, le abre espacio para suavizar más los tipos.
La segunda son los datos económicos de la Eurozona, que siguen empeorando. Así, el PIB en términos reales ha crecido sólo un 0,1% por trimestre en los últimos dos años, especialmente condicionado por la mala situación de Alemania. Y el índice PMI de la Eurozona, que proporciona una visión rápida y anticipada de las tendencias económicas, viene registrando valores en terreno negativo por 27 meses consecutivos.
Y la tercera es que el otro gran banco central, la Reserva Federal, realizó el mes pasado en su última reunión un corte de tipos más agresivo, un recorte jumbo del 0,5%, lo que deja al BCE en una situación más cómoda para que prosiga con su relajación monetaria.
Pero no todos los argumentos corrían a favor. A pesar del buen comportamiento de la inflación general, la inflación subyacente persiste en niveles altos, especialmente en sectores clave como el de los servicios. Y al mismo tiempo, se podrían reavivar las presiones inflacionarias por un repunte en los precios de la energía, debido a los conflictos en Oriente Medio.
Además, el último recorte ya fue importante, porque, aunque fue de un 0,25% para la tasa de depósito, con los cambios que realizó el BCE en la estructura de tipos, estrechando el margen con el tipo principal de financiación de 0,50% a 0,15%, este último descendió un 0,60%.
Y como tercera razón a favor de la pausa hasta diciembre, también estaría la conveniencia de esperar a ver qué hace la Reserva Federal el 7 de noviembre, en un escenario altamente complicado por los sólidos datos de empleo y por las elecciones presidenciales en EEUU.
En definitiva, argumentos a favor y en contra que se han saldado con el predominio de los primeros. Así, el Consejo de Gobierno decidió bajar ayer los tres tipos de interés oficiales del BCE en otro 0,25%. Por tanto, los tipos de interés aplicables a la facilidad de depósito, a las operaciones principales de financiación y a la facilidad marginal de crédito disminuirán hasta el 3,25%, el 3,40% y el 3,65%, respectivamente. La debilidad económica de Alemania –país que ha sido siempre un halcón vigilante de la inflación, pero al que ahora le conviene ser paloma– habrá sido un factor fundamental para que el BCE se incline hacia ese lado de la balanza.
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