La Gloria De San Agustín

Los mantecados no engordan

Rafalete

15 de diciembre 2024 - 03:11

Ojalá engordaran los mantecados, que nos cundirían más de lo que cunden, que los que engordamos somos nosotros. Y lo mismo pasa con los turrones, los alfajores y las bolitas de coco, que son mi perdición. Eso es lo que repite a todas horas mi amigo Clemente, de la calle Zarco, y lo dice con tanta gracia que no puedes parar de reír.

Yo todas las navidades, desde que recuerdo, cojo mis kilos, para qué voy a decir lo contrario y para qué me voy a engañar, si eso es así. Pero que no pasa nada, que un par de semanas piña y pollo y los suelto. Además, que ya no voy a volver a la pasarela, que no tengo que desfilar, que por San Agustín o por el Realejo ya me tienen muy visto, y me reconocen con dos o tres kilos de más, y también de menos. Que no pasa nada, que no es tan grave. Yo, al menos, así me lo he tomado siempre, y no porque yo no sea un poco presumido, que lo soy, pero un poquito, nada más, sin obsesionarse. Que como se suele decir en la mitad está la virtud, que ni una cosa ni la otra, y ya saben ustedes de lo que estoy hablando.

Mi hermana este año, como la mayoría, va a preparar pavo para la Nochebuena, que la verdad es que le sale de maravilla, y además como lo preparaba nuestra madre. Mi hermana aprovecha todo del pavo, todo, que te hace un caldo la mar de rico, un arroz, un rollo y carne guisada, y todo riquísimo, que te chupas los dedos. Eso sí, ya el pavo lo compramos desplumado y bien limpito, que esto ya no es como cuando vivía mi padre, que era el que se encargaba.

La mayoría de las veces compraba el pavo en el corralón que ponían junto al Alpargate, que anda que no era típico aquello. Y lo traía vivo a casa, claro, que vaya mala cara que se le ponía al animal, y entre mi madre y mi padre se encargaban de todo, que anda que no se daban maña. Todavía recuerdo el año que salió el pavo volando, vaya la que se montó en el patio, sobre todo porque iba sin cabeza, sí, que no estoy recordando una película de miedo, que pasó eso. Eso era más frecuente de lo que imaginamos, porque en la mayoría de las casas se hacía lo mismo, que no éramos unos raros ni nada de eso. Ahora estamos en otros tiempos y la verdad es que yo no sería capaz, lo reconozco, pero que cada cosa tiene su época, o como se diga, y no sé si me estoy explicando.

En fin, que ya estamos en Navidad y para mí es tiempo de recuerdos, sobre todo de cuando era un chiquillo, que tengo todavía muy presente todo. Y eso no quiere decir estar triste, ni mucho menos, que se puede echar de menos con una sonrisa, porque fueron buenos tiempos y se disfrutaron. Igual que se disfrutan los de ahora, y los que nos quedan por pasar.

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