
Fernando Faces
¿Trump copia a Milei?
Hasta dónde está dispuesto a llegar Donald Trump con tantas decisiones desafiantes?”, es la pregunta compartida por políticos, empresarios y periodistas de todo el mundo. La respuesta es rotunda: “Hasta donde pueda llegar. No tiene límites propios”. En la justificación de esa afirmación se aduce que estamos ante un empresario ganador, con acreditada falta de respeto a la ley. De hecho, tiene numerosas causas abiertas, incluso condenas, y sólo por la renovación de la presidencia ha logrado congelar sus procesos judiciales. Ante un personaje así, acostumbrado a imponer sus condiciones, la recomendación es plantarle cara; y donde ya no pueda proseguir, allí se parará.
Lo saben en México y en Canadá; en Panamá y en Groenlandia. Lo sabemos en Europa, donde ahora se toman decisiones durante décadas aplazadas. Lo advirtió Josep Borrell: “Se acabó el tiempo en que Europa contaba con la energía barata que venía de Rusia, los productos baratos de China y la seguridad gratis a costa del amigo americano. Europa debe reaccionar”. No reaccionó. Lo hace año y medio después de la clarividente advertencia de Borrell. Hasta Alemania, alérgica al endeudamiento, propone ahora reindustrialización y rearme en un acuerdo sin precedentes entre democristianos, socialdemócratas y verdes. En España, entretanto, el circo político sigue ofreciendo funciones de tarde y noche: PSOE y PP buscan la manera de estar en desacuerdo sobre un programa similar, aún estando de acuerdo en su contenido. Más difícil todavía. La palabra pacto en España se borró del diccionario y solo perdura en las mentes como sinónimo de “entreguismo”, o hasta “traición”. Penoso espectáculo.
Plantarle cara a Trump para limitar su avance no es fácil, pero se está haciendo, al menos en tres frentes. En California y otros estados hay patrullas ciudadanas que siguen con megáfonos a los coches de la Policía de inmigración para advertir a los vecinos de su presencia. Tom Homan, el llamado zar de la frontera, está furioso porque no logra expulsar el número de inmigrantes que se le encomendó. Por otra parte, hay jueces y fiscales en EEUU que no dejan de aplicar la ley solo porque Trump lo diga; y hasta reclaman la readmisión de tantos funcionarios despedidos por Elon Musk. Incluso el presidente recomendó que se hagan los recortes “con bisturí y no con hacha”, quizás alarmado por los indicios de respuesta popular. En un tercer frente, en las bolsas, se aprecia un castigo a los valores de empresas tecnológicas de la llamada “oligarquía tecnológica” con pérdidas muy sensibles para Musk, Bezos de Amazon y hasta Zuckerberg de Meta (Facebook e Instagram).
En ese contexto, cobra especial relevancia la celebración del Congreso Mundial del Derecho, reunión de juristas de todo el mundo a celebrar en Santo Domingo del 4 al 6 de mayo. Antes, en sus ediciones de Nueva York, Colombia o Madrid, el evento de la World Jurist Association era un Congreso importante, pero ahora resulta imprescindible. Allí acudirán magistrados, notarios, fiscales, abogados y empresarios de todo el mundo. Y por primera vez, estudiantes. En ese marco, el rey Felipe entregará el máximo galardón del Derecho, equivalente a un Nobel, a la juez Sonia Sotomayor, la primera mujer de origen hispano del Tribunal Supremo de EEUU. Una fotografía extraordinariamente valiosa y anhelada, y muy oportuna en estos difíciles momentos, para subrayar que, ante la amenaza del imperio de la fuerza, debe prevalecer el imperio de la ley.
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