Breve análisis comparativo de Andalucía y País Vasco
Muchachada
Visto y Oído
Los chanantes de Joaquín Reyes y el resto de su tribu se colaron en la fiesta por el boca a boca. No eran nadie hace algo más de veinte años, porque aparecían en una canal escondido como Paramount Comedy donde hacían sus artesanales de tonterías supinas, culminación del absurdo referencial de la cultura popular. Programas destinados a verse en píldoras en el por entonces nuevo Youtube, la viralidad espontánea. Nunca fueron llamados al contenido generalista, sino a la complicidad de la logia de iniciados en ese surrealismo mágico manchego. Con esa premisa de la devoción generacional, con Muchachada Nui dieron el salto a la TDT, a La 2, hace 18 años y la vida cambió para ellos. Especialmente para el más tangencial, Pablo Chiapella, devorado por su personaje en La que se avecina. Muchachada, que apenas llegaba al 2% de audiencia, dio lustre al prime time del segundo canal y fue gasoducto de inspiración para hacer de otra forma el humor en la tele. Herederos de Faemino y Cansado, tataranietos de Tip y Coll. Entre el cómic moviente, el disparate autóctono y la revisión de lo viejuno (palabra que acuñaron para uso en la calle).
Como chanantes era únicos y por separado cada uno fue creciendo en personalidad, aprovechando, y mejorando, propuestas comerciales. Disfrutando de crear cosas propias, con resultado dispar, siempre fieles a sí mismos (aunque la especialidad de la casa no va a ser nunca hacer una buena gala de los Goya). Reyes, Ernesto Sevilla, Carlos Areces, Raúl Cimas y Joaquín López son esos cinco nombres del mundo chanante que despegaron de la misma nave. Son únicos, parecidos y diferentes. Tontunos geniales cuyo núcleo, Sevilla, Reyes y Areces (y Aníbal, su compañero en Ojete Calor), se reencuentran para retomar el espíritu de hace dos decenios y han iniciado la grabación de una serie, o lo que sea, para Atresmedia llamada Rafaela y su loco mundo. Ya por la foto recuerdan a las primas Tontili y Monguili de Muchachada. Tonterías necesarias para oxigenar la forma de reírnos.
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