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La fiesta que anualmente es la final de Copa cumplió con la tradición y el Barça-Madrid resultó una oda al fútbol con sus idas y venidas, con vaivenes en el marcador y al final necesitó de prórroga para que el favorito se hiciese con el santo y con la limosna. Premio para el Barça con un gol de Koundé en la prórroga y un partido para el recuerdo el librado por los dos colosos de nuestro fútbol en una muy cálida noche junto al río.
Todo arrancó con una insultante superioridad barcelonista y el primer tiempo discurrió con un 75/25 de posesión a favor de los azulgrana. Era el Barça en su mejor versión, con Pedri omnipresente y que, además recibiría el premio del gol que abrió el marcador. El duelo era de dos contendientes sideralmente distanciados, con el Madrid comportándose como un equipo menor, pero llegaría el descanso y con él cambiaría el panorama de forma espectacular.
El canto al fútbol recitado por el Barça cambió de dirección con la entrada de Mbappé. El francés le dio un plus de optimismo al Madrid y el gol se veía venir. Y no fue sólo el de Mbappé, sino dos, pues Tchouaméni le daba la vuelta al marcador en testarazo a pelota parada. Y proseguía ese canto al fútbol, corregido y aumentado con el gol de Ferrán que llevaba la final a la prórroga. Aunque todavía quedaba tiempo para que el Barça se sintiera perjudicado por el binomio juez-VAR.
Y la prórroga discurre entre idas y vueltas, pero da la sensación de que el Barça la ha embocado con mejor tono físico, lo que va a traducirse en un golazo de Koundé aprovechando una anticipación tras pase fallido de Modric. La suerte está echada, el gol del ex sevillista no tendría respuesta posible y con ese gol se evitaba que una final tan grandiosa se rematase con la ruleta rusa de penaltis. Ganó el Barça con más trabajo de lo vaticinado, pero el pronóstico se cumplió.
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