Breve análisis comparativo de Andalucía y País Vasco
Operación Torrijas
Rafalete
Si me preguntan que es lo que más me gusta de la Semana Santa, y si encima me piden que diga la verdad, pero la verdad de la buena, pues que lo tengo claro, los dulces que preparamos. Eso es lo que más me gusta, es que me vuelven loco, pero los caseros, los que se preparan con las recetas que hemos heredado de nuestros padres y abuelos. En casa de mi hermana, como en la de mis padres, no entra una torrija o un rosco frito comprados, todo lo hacemos nosotros, y además con las recetas de mi madre. Me da mucho coraje que ahora todas las torrijas sean de miel, o de vino, cuando esas no han sido las típicas de Córdoba nunca, porque eso es así. Las de Córdoba son las de leche, rebozadas en canela y azúcar, que es como siempre se han comido, y aprovechando el pan duro que sobraba, que ahora encima hasta hacen pan especial para estas fechas.
Y hay que reconocer que está bueno, que una cosa no quita la otra, y mi hermana también lo compra. Que a veces las cosas modernas son buenas, faltaría más, y hay que utilizarlas, claro que sí. Mi hermana, como hacía mi madre, pone el pan al aire unas cuantas horas antes, para que se ponga así un poquito durete, y luego lo empapa en leche que ha hervido con canela, piel de limón, azúcar y un toquecito de anís. Y si no hay anís, un chorreón de ron, que tampoco le sienta mal. Y luego lo pasa por huevo y a freír, y nada más sacar la torrija a envolverla en azúcar y canela, que se me cae la baba solo de pensarlo, vaya cosa más rica. Yo no puedo esperar, esa es la verdad, y la primera me la como muy caliente. Lo mismo hago con las magdalenas, que me vuelven loco recién sacadas del horno. Ya no llevamos la masa de las magdalenas a una panadería, como antiguamente, que íbamos al horno de Jesús Nazareno. Y recuerdo que mi madre pagaba por latas, y por eso aprovechaba para meter también unos pimientos, que anda no estaban luego buenos. Ya no hacemos tanto como hacía mi madre, que preparaba varias cajas, de magdalenas, pestiños, torrijas y roscos fritos. Ahora hacemos un poquito de cada, siempre más de torrijas, que es lo que más nos gusta.
A mí me encanta hacerlo con mi hermana, que por unos momentos me siento como si estuviera al lado de mi madre, y eso es muy bonito, aunque también sea un poco sofocón, para qué nos vamos a engañar. Y como otros años, el Viernes de Dolores tuvimos la competición de torrijas, que este año ha ganado Soraya, qué vaya cómo estaban que hasta les puso chocolate. Luego llegará la operación bañador, pero primero toca la operación torrija, que esa es la buena en verdad. O por lo menos yo la disfruto más.
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