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Los cambios en los tipos oficiales impactan sobre las cuentas de resultados de la banca con bastante retardo. Los recortes del BCE no van a provocar una compresión de los márgenes ni tan inmediata ni de similar magnitud debido a los distintos instrumentos de gestión del balance, y al decalaje con el que se aplican al pasivo y al activo. Además, las rebajas de tipos podrían favorecer un aumento de demanda de préstamos de hogares y empresas tras el desapalancamiento de la última década.
El sector se encuentra en un escenario favorable, en el que la economía crece lo suficiente para a la vez mantener baja la morosidad y los tipos de interés algo por encima de la inflación. Esto permitirá que, en tanto que se prolongue el ciclo, no deban dotar grandes provisiones extraordinarias y que aumenten los ingresos por comisiones y los volúmenes de crédito, sosteniendo su rentabilidad cerca del coste del capital.
Como muchas entidades están recomprando sus acciones, se prevé que la banca europea aumente sus beneficios por acción cerca de un 5% anual. Sin embargo, el mercado parece descontar un panorama menos benigno ya que, a pesar de su buen comportamiento, todavía cotiza con un PER medio de 7,2x y a solo 0,8 veces su valor contable, cuando distribuye un dividendo sostenible de casi el 7%.
En conclusión, los beneficios bancarios están entrando en una fase de estabilización, pero no de descenso significativo aunque el BCE vaya recortando gradualmente sus tipos. Aun así tiene potencial alcista, que vendría de una expansión de múltiplos para que éstos reflejen su mayor rentabilidad estructural y su elevada remuneración a los accionistas.
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