Manuel Campo Vidal

Santo Domingo emerge en la niebla de Caracas

14 de enero 2025 - 03:06

Aunque el mundo ande distraído entre guerras interminables, o la condena múltiple de Donald Trump (pero sin más pena que el estigma de ser un “presidente convicto”), y las correrías digitales de Elon Musk tratando de influir en las elecciones alemanas y otras, no hay que pasar por alto la recomposición geopolítica en el Caribe a cuenta de la auto proclamación de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. Sin actas electorales que acrediten su victoria popular. Sólo con la adhesión –que no es poco– de sus militares y de las instituciones venezolanas de credibilidad cuestionada. Sólo con la presencia en su toma de posesión, en una Caracas militarizada y con espacio aéreo cerrado, del dictador nicaragüense Daniel Ortega, del cubano Díaz-Canel y del presidente de la Duma rusa.

El brasileño Lula da Silva le dio la espalda; el chileno Gabriel Boric calificó el nuevo mandato de Maduro de “dictadura” porque perdió las elecciones y usurpa el poder; y el colombiano Gustavo Petro quizás iba a asistir, pero un clamor popular y mediático lo retuvo en su país. A destacar el salvadoreño Nayib Bukele, que aprovechó para reivindicar su cambio de “seguridad por derechos humanos”, criticando la pasividad de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos.

Pero todo ese movimiento, finalmente frustrado, para trasladar a Caracas al electo Edmundo González Urrutia acompañado por ex mandatarios latinoamericanos –el colombiano Andrés Pastrana en cabeza– debía dirigirse y materializarse desde algún lugar; y República Dominicana ha emergido en esta niebla dictatorial bolivariana como punto de referencia fundamental. Sin alarde de declaraciones, hay que reconocer la decisión del presidente Luis Abinader de apoyar la delicada maniobra para situar a Edmundo en la toma de posesión caraqueña. Por si quedaban dudas de esa determinación, el presidente dominicano cesó a su ministro Miguel Mejía, titular de Políticas de Integración Regional, por viajar a Venezuela para acompañar a Maduro en el acto de perpetración del fraude. Abinader lo tiene claro y por eso había declarado horas antes, tras recibir a González Urrutia que “los dominicanos sabemos que la Libertad nunca se concede sin lucha. No podemos ser ajenos al drama que sufren los hermanos venezolanos”.

Este doloroso episodio, que ya dura una década de emigración forzosa y represión, está recomponiendo el mapa geopolítico del Caribe y América Latina. Estados Unidos ha elevado al máximo la recompensa por facilitar información para la detención de Maduro y de su temido ministro de Interior, Diosdado Cabello, en el capítulo de lucha contra el narcotráfico. La Unión Europea rechaza la usurpación del poder por Maduro tras perder las elecciones, como demuestran las actas de la Fundación Carter. España se alinea con la UE y, aunque interiormente se le reclama más a su Gobierno, no se olvide que Pedro Sánchez acogió en la Embajada al presidente Edmundo, lo sacó de Caracas en un avión militar y lo protegió en Madrid. De haber seguido en Venezuela, hoy probablemente no estaría vivo.

Situada República Dominicana en lugar destacado en esta batalla por la democracia en Venezuela, se confirma que Santo Domingo será a principios de mayo “la capital mundial del Derecho”. Allí se celebrará el Congreso Mundial de Juristas con presencia de cortes judiciales de todo el planeta y del rey Felipe VI que entregará el máximo galardón a la juez Sonia Sotomayor del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Un momento ideal para defender el imperio de la ley sobre la fuerza, en un mundo tan alterado. Republicana Dominicana al alza.

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